miércoles, 31 de julio de 2013

Espera


Tres días
o veinticinco minutos
son una eternidad
para quien, en odio –o en amor-,
espera.

Tres días
–o veinticinco minutos-
son mucho para odiar
o muy poco para amar.

¿Valdrá la pena la espera?
Espera que enciende maderos,
hierve la roja sangre,
y obnubila el pensamiento.

Y, detrás de la espera,
¿qué manos hay moviendo los hilos?
¿De qué fuente oculta
mana el sentimiento?
B. Osiris B.

El cielo




A mí también me gusta imaginar que vienen tiempos mejores después de la vida. Y me gusta pensar que eso de que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones es una falsedad. ¿Cómo va uno a recibir castigo por tratar de hacer las cosas bien aun cuando por desventura le salgan mal? Me gusta imaginar que el cielo es una casa vieja de bahareque en la que está mi abuela esperando por la familia y preparando como todos los días durante toda su vida  su tinto mañanero. Hmmmm

Ad infinitum


Y al tercer día, o al quinto, o al décimo, volvió a la vida para ser infinitamente feliz. Y quiso morir mil veces. Y lo logró. Sufre en cada muerte un dolor inenarrable, pero cada renacer vale por completo el sacrificio. Le acompaño en cada muerte, es mi deseo. Lo vivo a la inversa: soy profundamente feliz con su muerte, sufro a morir en cada nuevo respiro. ¡Así es el amor!

B. Osiris B.

Es mi gusto


Me gusta creer en el más allá. Uno en el que –al estilo Cocoon- seamos creadores, felices, sin cuerpos, sin dolor, pero con amor, con deseos, sí… pero sin codicia ni maldad. Uno en el que la señora del Muelle de San Blas se reencuentre con el amor que una vez le arrancara una tormenta y camine de su mano, feliz por siempre jamás. Una donde –no sé si la anarquía, la justicia o el caos, no sé, no me pregunten- reinen de una forma armónica. Donde no haya almas en pena, ni purgatorio, ni infierno… donde la divina indiferencia permita la felicidad de cada cual a expensas solo de su propia felicidad y no de la del otro. Me gusta creer en un más allá sin ajusticiamientos, sin condicionamientos, sin miedos. Me gusta pensar que en esta vida estoy haciéndolo lo mejor que puedo y que, si me equivoco, no tengo por qué ser eternamente castigada. Y me gusta pensar que, en las mañanas, el canto de las aves, la brisa que me acaricia, el sol que me encandila, son una promesa de muchos hermosos despertares en un más allá esplendoroso y feliz. Y a lo mejor en mi gusto me confieso mala creyente, o mala persona, o mala soñadora… ¡pero es mi gusto y ese nadie me lo quita!

B. Osiris B.

Odio



Es una palabra que me logra superar.  Me da miedo decirla, me da miedo escucharla y me da más miedo pronunciarla y ni hablar de lo que me da pensar en sentirlo.
Pero hoy sentí Odio en realidad.
Timbran  y cuando salgo están cortando el agua.  No llegó la factura pues hubo un daño y debía ir a solicitar una copia.  Yo lo habría hecho de haberlo sabido.  Pero me entere hoy, justo cuando me cortaban el servicio vital.
Le supliqué al señor que no la cortara y no hubo forma hasta que le di algún dinero que valiera la pena si acaso venían a revisar su trabajo y encontraban el agua sin cortar.  Tres días para la reconexión me obligaron a hacerlo.  ¿Cómo vive uno tres días sin agua en una ciudad?  Bueno... en cualquier parte.
Llamo a la empresa y me dicen el monto.  No me pueden expedir y enviar una copia al correo; debo ir a un supercade a solicitarla. 
Llego al sitio,  pregunto en recepción y una persona sin modales ni buenas maneras ni ánimos de atender a un cliente que pregunta amablemente da mal la instrucción.  Debo regresar a preguntar de nuevo y la tipa me mira como si yo fuera una retrasada mental.  Una señora que esta con ella.  No sé si otra empleada o no; me indica amablemente.  Voy al sitio y me dan un "ficho".  Me corresponde el turno A 557 en la casilla 17 de acueducto.  Me siento y miro y van en el turno A 127. 
Suspiro, me apiado de mí y llamo al consorte.  Le digo que me espere en unos tres días.  Al cabo de unos 25 o 30 minutos me llaman de la casilla.  Uffff, no sé cómo sea eso de los turnos pero gracias a Dios no me tocó esperar mucho.  Me expiden una factura nueva.  Voy a las casillas de pago y hago fila de nuevo.  Unos tres turnos adelante de mi hay un hombre que tiene una factura por 300 pesos.  Uno se asombra, suspira de nuevo y se resigna.  Pago y salgo. 
No sé dónde estoy, no hay un taxi a la vista.  Camino por unas calles completamente desconocidas.  Veo un bus (hace años no me subía a un bus) veo que me sirve pues tiene el nombre del barrio en el que vivo en el letrero de la ruta.  Me subo y sigo respirando profundo.
Necesito descargar toda esa furia loca que me invadió.  Me bajo unas 7 cuadras antes de llegar a mi destino y camino despacio. 
Aun siento esa furia loca.  Esa que seguro embarga al fuego antes de consumir totalmente un madero o un edificio. 
Respiro.

Inmóvil II




Estática.
En la medida justa del ser y del no ser.
Apenas si respiro,
apenas si pienso,
apenas si subsisto.
Inmóvil.
Estática.
Pasmada.
Atrapada en mi misma;
sintiendo sin sentir,
viviendo sin vivir,
soñando sin dormir,
muriendo lentamente.
Inmóvil.
Apenas si persisto.

Inmóvil


Sentada
veo pasar las horas.
Improductiva,
me rindo a la
tortura de mil ideas
que pugnan por salir
ante mi desdén opresor,
que les impide ver la luz.
Mueren, una a una,
en el abismo de mi indiferencia.
Esta última, resiliente,
escapa para ser testigo
de la represión interna,
del olvido voluntario
y la desmotivación.
Y me motiva.
Escribo, pero no produzco.
Moviéndome, estoy aún más paralizada.
Y muere otra idea mientras esta sobrevive
en las letras que te envío.
Y permanezco inamovible
en el infortunio de las horas
que se decantan frente a mí.
B. Osiris B.

martes, 30 de julio de 2013

Destino




Mi destino era encontrarte.
Enredarte en mi pelo,
en mi cintura,
en el hilo invisible que va de mis ojos a los tuyos
y en la cadena sin llave ni candado
 que debería atarte a mi corazón.
Tu destino era buscarme.
Deslizar tu mirada por mi cuerpo,
encenderme completa.
Atarme a ti.
Impedir que me aleje.
Nuestro destino;
era ser el uno para el otro,
unidos por los lazos de la vida.
De las complicidades,
del sexo sin medida,
del amor desbocado,
de la casualidad buscada y encontrada.
Nuestro destino era
No poder hablar de tu destino
Ni del mío…
Sino; del Nuestro.

Aquellas cosas que no me gustan

 Aquellas cosas que no me gustan Aquellas cosas que no me gustan, sencillamente porque soy cansona. Trato de odiar poco, así que esa palabra...