jueves, 10 de diciembre de 2020

Inercia

 Hace rato que no se agolpan las palabras

Que no salen como si de un caudal se tratara.
Hace rato que la mente deambula por parajes
Que no proveen historia alguna
Desespero
Necesito escribir y describir situaciones o cosas.
La inercia me domina.

Patricia Lara P

jueves, 26 de noviembre de 2020

Como un alma perdida

 Como un alma perdida

Cómo alguien que no reconoce lo que le rodea
Cómo un suspiro que murió sin nacer
Cómo un latido que se detiene un instante y al siguiente galopa
Incapaz de reconocerse en el instante y hora
Así de indescriptible
Así de indestruible(*)

Patricia Lara P

(*) indestructible

Hay recuerdos que se quieren enterrar

 Hay recuerdos que se quieren enterrar profundamente

Otros que solitos lo hacen
Y de pronto
Un día
Cómo si de una semilla de tratase
Germinan
Nacen, crecen y hasta florecen
Y se quedan ahí
Doliendo

Patricia Lara P

La larga noche febril

 La larga noche febril


Exacerba los temores
que cobran vida en la penumbra.
Aprisiona lentamente a una calma hecha de pesares...
...¡lastima!
Abre el portal del pasado,
amalgama de sombras, risas y tristezas.
Soporífera y húmeda,
confunde a la razón,
entre uno y otro castañeteo
aprieta el cuerpo
y aligera la imaginación.
Reinan, 
en la larga noche febril,
los fantasmas, 
las visiones
que se cuelan 
entre la humedad de las sábanas,
aderezando el frío del cuerpo
y del alma.

B. Osiris Bocaney

Ahora que estoy muerta

 Ahora que estoy muerta todo es más bello.

El cielo es más azul
El aire es más fresco y perfumado
La arena de la playa es más blanca
El ambiente es tibio
El sol acaricia sin quemar.

Ahora que estoy muerta todo es más bello.

Patricia Lara P

Alicia

 

Alicia decidida como estaba a regresar a su hogar bebió de la botella que así lo pedía y se volvió chiquitica, chiquitica. Desde ese momento nadie volvió a saber de ella.

Pobre Alicia.

Patricia Lara P

Allí frente al espejo

 Allí frente al espejo estaba ella

¿Ella?
Tenía su sonrisa,
Su cabello
Sus labios
La piel tersa
Ojos color café
¿Y su mirada?
Allí frente al espejo estaba ella.
pero...
¿Estás segura que era ella?

Patricia Lara P

Una lágrima se deslizó

 Una lágrima se deslizó por mi rostro

ni siquiera eran ganas de llorar
fue la desidia del tiempo
atacando mi alma con saña
otra lágrima
se estancó en mi ojo
y se quedó ahí
impidiendo la visión
por un momento
y luego se secó
o regresó a su nido 
tibio
cálido
No soy mujer de llantos largos
soy mujer de pensamientos constantes
enterrados algunos
dolorosos otros
que intentan salir
y que regreso tajante.

Patricia Lara P




 >^-^<

Trascender

 Trascender

Siempre he pensado que no debo ir por la vida restando. Mi deseo ha sido sumar. Dar buen ejemplo, ser honesta, honrada.  Ser una buena persona.
Sé que el camino del infierno como dice el refrán está empedrado de buenas intensiones. 
A veces, muchas por cierto me he preguntado si mis acciones han sido buenas o malas, debido precisamente a que el resultado no ha sido el esperado.
Hoy te pregunto cuál ha sido el error que cometí contigo. Que hice que fuera tan malo como para haber perdido aquello que nos unía. Mi intención es saberlo para remediarlo a futuro. Lo que se ha roto, por más que se intente reparar ya no será lo mismo. Así que no intento volver a ser lo que fuimos. Solo quiero entender en que me equivoqué, pues por más que lo pienso no lo logro.


Patricia Lara P

viernes, 30 de octubre de 2020

La maldad luce bien

Miró su rostro en el espejo.  Y muy a su pesar, seguía siendo él.  Sus ojos, sus labios, sus mejillas rosadas.  No era el monstruo en el que pensaba se convertiría luego de haber cometido ese acto.  Finalmente el parricidio no se le notaba.


Patricia Lara P

Cuentan que bajo el naranjo...

 

Cuentan que bajo el naranjo...

Al pie del naranjo, entre las rudas y la corona de Cristo, crecen hongos de un suave color salmón.  Las plantas despiden un olor cítrico y penetrante. Los viandantes, al pasar por la vereda, no pueden evitar detenerse a ver esa pequeña belleza; hay quienes se detienen solo unos segundos, otros parecen entrar en actitud contemplativa ante la pequeña colonia de hongos salmón y permanecen allí por largo rato (¡por horas y horas!).  Nadie se atreve a tocar aquél pequeño oasis que pareció nacer de la nada pero, luego de su paso por el lugar, su respiración se calma, se sienten más saludables y la esperanza y la fe invaden su cuerpo ¡y su alma!... Se marchan en calma, pero con las fuerzas y el ímpetu renovados, ¡la vida huele -y se siente- diferente!
Cuentan las abuelas que, cuando ves una colonia de estos hongos color salmón, debes re-ordenar tu vida para mejor, porque así será, aunque no lo hayas planeado.  Y, si de paso, te bañas con agua de rosas y miel al llegar a casa, ¡mucho mejor!

Y es todo totalmente cierto porque, lo que todos ignoran es que Trizia, el hada de la esperanza, y sus duendecillos de paz, habitan en los hongos salmón.  Son nómadas, silenciosos y muy afables. Van de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad y, desde cada pequeño grupo de retoños donde instalan su campamento, rocían con el más puro y fino polvo de hadas a los paseantes.  
Así cuentan las abuelas en el pueblo... ¡Y vaya que puedo jurar que es así por mis reservas de polvo de hadas! pero ya no me distraigo más, porque debo llevar un pequeño enjambre de mariquitas naranja, rojas y amarillas al poblado, los hongos salmón las necesitan para mantener su color y Trizia... ¡Ah, de Trizia y sus aventuras, ya te contaré otro día!

B. Osiris Bocaney

Recordar es vivir

Recuerdos

Recuerdo cuando había que ir a buscar el árbol de navidad al monte.  Mamá normalmente iba con mis dos hermanos mayores.  Buscaban hasta encontrar el más lindo.  Con muchas ramas que luego serían cubiertas con algodón blanco y adornadas con bolas de colores y quizá hasta una instalación  máximo en aquel tiempo de 10 bombillas.  Era peligroso pues se recalentaban y había peligro de incendio.
Bueno, retomando.  Mamá y mis hermanos cortaban con cuidado la rama o el arbusto y procedían a quitarle las hojas allí mismo, para no llevar basura de la cual tener que deshacerse luego.
Muchas veces se manchaban manos y ropa con la savia que desprendían.
Recuerdo que en dos oportunidades la rama más bella fue de un árbol que se llama Manzanillo, el cual es sumamente venenoso y causa inflamación grave incluso con la sombra.  Imagínense ustedes donde toca la sabia.
Tiempos idos creo que afortunadamente ya que ecológicamente tampoco era muy sano.

Patricia Lara P

Solo otra frase


"Cada historia, se abre como ramillete; en tantas como personajes tenga".

Patricia Lara P

La culpa es mía

 La culpa es mía

Obvio, de quién más podría ser.
Nací y fue mi culpa
El hogar en el que me crié
También lo fue
La niña que fuí
La adolescente en la que me convertí
La mujer de antes y la de ahora
Culpable por aún ser
Por existir.

Patricia Lara P

Se intuye

¿Sospecha uno acaso que sus días o sus horas están contados? Lo curioso es que es así desde que naces. Sin embargo. ¿Cuando es inminente lo sospecha uno? Alguna vez, hace un montón de años. Vi unos ojos tan tristes, tan solos, tan llenos de dolor que me espantaron. Luego esos ojos desaparecieron para siempre.  Nunca se supo sí había fallecido o si el miedo lo había enloquecido. Jamás volví a saber nada de él.  Así que me cuestiono con alguna frecuencia.  Si acaso él lo sospechaba.

Patricia Lara P

Mi sueño

Éste es el sueño que tengo, lleno de paz y tranquilidad.  Una bella y cómoda casa en la playa. El mar calmo al frente de mi rostro. El tibio viento despeinando aún más mi pelo.

Y yo ahí.
Viéndolo todo, sintiéndolo todo. Plácida y feliz.  Con una enorme sonrisa en el rostro y el brillo de una lágrima de felicidad en los ojos.
Y yo ahí.
Sintiendo que este largo camino valió la pena.

Patricia Lara P 

Atrapado

 Atrapado en éste cuerpo absurdo

Caduco
Al cual se aferra 
Únicamente por temor
A lo desconocido
Éste cuerpo sufriente
Agotado por el uso y el abuso
Cuando debería soltarse
Desprenderse
Y ser

Patricia Lara P

sábado, 10 de octubre de 2020

Porqué escribo

Porqué escribo 

Me preguntas por qué lo hago y debo admitir que a pesar de que llevo años dando a conocer mis pensamientos, plasmados en borradores, en mi cuenta de correo electrónico primero y en mi blog personal después. Aún no sé porqué lo hago. Empecé tratando de entender los comportamientos de otros, ilógico por demás. Y luego, intentando entender a cada una de las mujeres que he sido. Imposible también ya que soy cambiante e inconstante. 
Qué escribo me preguntas. Y te digo que infinidad de cosas que se me ocurren. Situaciones que constantemente habitan mi imaginación o mi cabeza. A veces surge un poema, otras un cuento muy corto. A veces, recuerdos de infancia y otras tantas vivencias propias o de personas cercanas. Cualquier cosa me mueve a desgranar palabras que suavemente se convierten en sentimientos de mi corazón. 
Cada escrito es un hijo que voy pariendo a veces lentamente y otras con rapidez asombrosa. 
Este posible libro tendrá de mí, mi esencia. No solo con mis letras, también por la compañía de mi hijo. Soñé, desde hace un tiempo. Y como los sueños se hacen realidad. Poder publicar un libro a cuatro manos, dos cabezas, diferentes escritos, y formas y modos de pensar y ver la vida. Algo así como un cara y sello. 
Se podrán dar cuenta que somos una familia que sueña, que escribe, que constantemente crea y cree. Hacer una descripción muy larga se me dificulta ya que mis pensamientos son muchos, volátiles, por eso mis cuentos son cortos y mis poemas minúsculos. 
Mi nombre es Patricia Lara Pachón. Nací en Manizales Caldas, estudié en la universidad de Caldas, Desarrollo Familiar. Me casé y me dediqué en cuerpo y alma a ser madre y esposa. Luego me vi impelida a escribir, lo cual hago desde hace ya más de 10 años. Esa necesidad de expresarme es la que me tiene redactando este escrito en este momento. Por su atención, Gracias. 

Patricia Lara P 
>^-^<

Aquí... Preocupándome

 

Empecé a preocuparme luego de haber sido desahuciada reiteradas veces; tantas que después de la cuarta vez las dejé de contar.
Me preocupé más luego de que uno a uno, claro que al cabo de meses e incluso de años mis cuidadores fueron partiendo.
Me preocupé aún más, debido a que el tiempo implacable fue haciendo cada día más y variados estragos en mí.  Ya eran pocas por no decir ninguna las cosas que podía hacer por mí misma. Requería ayuda hasta para ir al baño. Más aún para asearme, y tomar alimentos y medicamentos.
Ahora estoy más que preocupada, debido a que el último de mis cuidadores yace a los pies de mi cama y empieza a heder.

Patricia Lara P

Fui un retrato

 Fui un retrato

Los ojos vacíos de siempre
La sonrisa constante y fingida
El cabello despeinado
Arrugas en los ojos
Y en los labios
Piel ajada, acartonada
Fui el retrato de la devastación
Del deterioro
Similar a una casa vacía
Abandonada

Patricia Lara P

Si tuviera que decirte como me siento

 Si tuviera que decirte cómo me siento

No me sabría expresar con palabras
No podría hilvanar una idea
Desentrañar mi sentir es imposible
Pues estoy como en un limbo
No sé si de pie o de rodillas
O arrastrándome incluso
Así que mejor
No me preguntes cómo me siento
porque  incluso
No sé si siento.

Patricia Lara P

Desde mi tumba II


Luego de estar flotando un buen rato sobre las olas y sintiendo la tibieza del dorado sol empecé a descender hasta quedar cómodamente reclinada sobre arena brillante, suave y cálida.  Ahí dormí por un buen tiempo, hasta que una corriente marina me depositó con premura en una sonrosada ostra.  La cual al sentirme en su seno se fue cerrando sin prisa pero sin pausa.  Empezó a segregar una sustancia que me fue cubriendo casi que amorosamente.  Sentí que era acunada, abrigada y querida.  Por fin.


Patricia Lara P

martes, 6 de octubre de 2020

Desde mi tumba

 Desde mi tumba

Pues sí.  Debo decir que por fin me morí, eso fue ayer o por lo menos me lo parece.  Morí como siempre quise.  De repente.  O como lo describí con constancia y como una afirmación, para que la vida o Dios me lo tomara en cuenta,  "Caí como un pollo".  En medio de una calle concurrida. 
Iba sola, así que la gente gritó, se arremolinó.  No faltó el que en serio quiso ayudar, pero tampoco el que agarrando mis manos me quitó la argolla.  Y el otro que tomó mi bolso fingiendo buscar a quien llamar y se robó el celular, el dinero y las tarjetas.  Por fin un policía alejó a las personas y me tomó el pulso, después de eso llamó para que vinieran a hacer el levantamiento de mi cadáver.  Yo miraba sin ver.  Era algo extraño verme ahí en el piso sin reír, sin hablar con extraños, y curiosamente sin pensar en nada ni en nadie.  Las preocupaciones mínimas habían huido ¿Para siempre?.
Por fin llegaron a recoger mi cadáver.  Luego de tomar fotos y huellas, de hacer preguntas aquí y allí, de tomar medidas y de preguntar de nuevo.  Y en vista de que estaba indocumentada, me metieron en una bolsa negra y cerrando la cremallera oí que me etiquetaron como NN, luego me llevaron en un auto que traqueteaba como si se fuera a desbaratar y mi cuerpo fue depositado en una caja obscura.  Esperaban que alguien viniera a reconocerme antes de hacer la disección.  Al parecer por respeto a los deudos.  Quizá también para no gastar recursos en alguien que no le importaba a nadie.
Por fin un día después fui sacada de la caja y la bolsa negra fue abierta. El rostro de Ricardo antes blanco se torno gris y lanzando un casi alarido dijo "es ella". 
Bueno, ahora sí había que averiguar las causas de mi muerte.  Según él yo había estado bien.  Bueno, no bien, bien.  Sino normal. Y había salido a hacer unas diligencias.  Me había demorado, pero al no haber nadie en la casa no se notó mi ausencia.  Ya para la noche empezaron a buscarme.  Primero con los amigos, luego con los conocidos, después con una denuncia ante la policía y luego en medicina legal.
Para cuándo me encontraron ya llevaba un día largo muerta.
Yo jamás había dejado mi cuerpo sólo.  Estuve pendiente de mi con la constancia acostumbrada.
El médico legista por fin dijo que había sido muerte natural.  Así que procedieron a entregar mi cadáver.
Como siempre quise, fui cremada rápidamente. Y mis cenizas depositadas en una caja blanca fueron entregadas a mi familia.
Ahora vamos los cuatro por última vez. Ellos caminan despacio, pensativos.  El mar se ve al frente y allí me meceré por siempre.

Patricia Lara P

Recuérdame

 Recuérdame

No olvides que fuimos
Y que somos
Y seremos
Hasta el fin de los siglos
Hasta el final del tiempo
Hasta que muera el mundo
Y más.

Recuérdame
Cómo fuimos un día
Cómo somos aún hoy
Cómo seremos luego
Y aún después ya sin sol
Y sin Dios
Recuérdame
No olvides lo que fuimos
Y seremos
Adiós.

Patricia Lara P

Porqué escribo

 Porqué escribo


Me preguntas por qué lo hago y debo admitir que a pesar de que llevo años dando a conocer mis pensamientos, plasmados en borradores, en mi cuenta de correo electrónico primero y en mi blog después.  Aún no sé porqué lo hago.
Empecé tratando de entender los comportamientos de otros, ilógico por demás.  Y luego, intentando entender a cada una de las mujeres que he sido.  Imposible también ya que soy cambiante e inconstante.
Qué escribo me preguntas. Y te digo que infinidad de cosas que se me ocurren.  Situaciones que constantemente habitan mi imaginación o mi cabeza.
A veces surge un poema, otras un cuento muy corto. A veces, recuerdos de infancia y otras tantas vivencias propias o de personas cercanas.
Cualquier cosa me mueve a desgranar palabras que suavemente se convierten en sentimientos de mi corazón.
Cada escrito es un hijo que voy pariendo a veces lentamente y otras con rapidez asombrosa.
Este posible libro tendrá de mí, mi esencia.  No solo con mis letras, también por la compañía de mi hijo.  
Soñé, desde hace un tiempo.  Y como los sueños se hacen realidad. Poder publicar un libro a cuatro manos, dos cabezas, diferentes escritos, y formas y modos de pensar y ver la vida.  Algo así como un cara y sello.
Se podrán dar cuenta que somos una familia que sueña, que escribe, que constantemente crea y cree.  
Hacer una descripción muy larga se me dificulta ya que mis pensamientos son muchos, volátiles, por eso mis cuentos son cortos y mis poemas minúsculos.
Mi nombre es Patricia Lara Pachón.  Nací en Manizales Caldas, estudié en la universidad de Caldas, Desarrollo Familiar.  Me casé y me dediqué en cuerpo y alma a ser madre y esposa.  Luego me vi impelida a escribir, lo cual hago desde hace ya más de 10 años.  Esa necesidad de expresarme es la que me tiene redactando este escrito en este momento.
Por su atención, 
Gracias.


Patricia Lara P




 >^-^<

Esa mirada tuya que me sonríe coqueta

Esa mirada tuya que me sonríe coqueta

Esa sonrisa tuya que me mira discreta
Esas disimuladas ganas de ser y estar y de estar y ser
Que hace que mi coquetería surja y baile y cante 
Esa esencia tan tuya  salvaje y masculina 
Esas ganas de permitir me poseas.

Patricia Lara P

Ella y yo o nosotras

Hoy cómo hago con frecuencia salí a revisar mi ante-jardín. En el tengo plantado un naranjo, algunos bananos, un  granado, un papayo que está lleno de frutos y una guayaba jabuticaba. Me sorprendí a mi misma viéndome mirar las matas; arrancando una hojita seca, pensando que sería de mis plantas;como iban a estar en un futuro próximo.   Y de pronto me vi tal cual, como ella, mi abuela María la O, la entrañable.  Me vi igual que ella algo encorvada y pensando pensamientos pensantes que creía yo, que era la única que lo hacía.  Pero hoy, por fin descubrí que no; que siempre ha sido una sola una sola mujer,  una sola persona, una sola María la O, o  una sola Patricia.  Curiosamente siempre la misma y siempre diferente.

Yo como siempre pensando pensamientos pensantes de esos que si no salvan el mundo pueden salvar mí mundo.

Patricia Lara P

Soy aquella que observa

 Soy aquella que observa

Con detenimiento y paciencia
Todo aquello que sucede
Que pasa y que la rodea
Soy aquella que escucha
Que mira con detenimiento.

Bruja me dicen
Bruja me llaman
Bruja
Cuando lo que hay que hacer para ver es ver
Para oír es escuchar
Para entender es prestar atención
Sentir empatía
Bruja me llaman.

Patricia Lara P

Ella tiene una mirad extraña

 Ella tiene una mirada extraña

Una sonrisa fingida
Una felicidad prestada
Ella la vio en otras personas
Y decidió que la haría suya

Sus ojos brillan, febrilmente.
La gente sonríe a su lado
La abrazan
Saltan y palmean.
Seguro son felices ellos
Y a lo mejor ella también lo cree
Pero al verla lo sé
Ella luce una felicidad prestada.

Patricia Lara P

Sangriento

 Sangriento

Fue algo horroroso, yo quería quitarle la vida con dolor.  Así que le arranqué los brazos mientras, lo iba doblando muy despacio.  Esos enormes y expresivos ojos me miraban.  Ni un gemido salió de sus labios, mientras la sangre fluía por doquier.
Me inclino por pensar que no fue un sueño.  Debe ser más bien considerada como una pesadilla.  
Me desperté en la noche, y me conté el sueño para ver si podía recordarlo en la mañana.  Y sí.  Aún veo esos ojos.

Patricia Lara P

Ruido

_Ruido_


El día 213 del confinamiento, Marisela se levantó decidida a hacer algo diferente. De camino al lavabo, se detuvo a mirar en el espejo unas pronunciadas y oscuras ojeras, producto de tantas noches sin dormir, perpleja ante tantas noticias y estadísticas infaustas.  Al girar tropezó con algunos de los envases vacíos de jugo, leche y cereal que había ido dejando regados aquí y allá; trastabilló y, por muy poco, evitó dar con el rostro en el grueso marco de la puerta. 

Tomó una toalla limpia del  gabinete minimalista ubicado a la izquierda de la pequeña estancia adornada con círculos blancos y negros. También tomó una pastilla de jabón nueva, a pesar de tener una ya en uso.  Se quitó la pijama, colgándola junto a la toalla en las perchas negras adosadas a la pared, y se sentó en el borde de la taza, mirando al vacío, mientras retiraba el empaque de la pastilla de jabón. Siguió mirando, sin ver, hacia algún punto en el piso.  Aspiró con fruición el aroma fresco, delicado y frutal de la pastilla. Se levantó lentamente, como sin percatarse de su propia presencia.  Abrió las llaves, regulando la temperatura a un punto menos que tolerable. Se dio una ducha larga, pausada y meticulosa, ya no por miedo, sino por gusto.

Transcurridos unos veinte minutos, Marisela salió de la ducha destilando agua. No usó la toalla. Así, desnuda y empapada, comenzó a recoger todo lo que -a lo largo de doscientos trece días- había ido dejando aquí y allá. También apagó la TV en el dormitorio, desconectó la radio y el despertador del estar, apagó la regleta que surtía de electricidad a la PC y la tableta (las que también apagó). Le quitó las baterías al radiecito despertador del pasillo, mientras barría y recogía los desechos en sendas bolsas de desperdicios orgánicos e inorgánicos. Apagó su teléfono móvil y desconectó el microondas, la nevera y el timbre de la puerta. Igual suerte corrieron el teléfono fijo, el codificador del servicio de cable, el reproductor multimedia, el equipo de sonido y el teatro.

Buscó las llaves y abrió la puerta y la reja.  Con gran esfuerzo, arrastró las bolsas hacia la entrada, dejándolas allí, mientras se dedicó a limpiar a conciencia -a puertas y ventanas abiertas- cada rincón del amplio apartamento.  No faltó detergente ni agua caliente.  Estás habitaciones la atormentaban y había que disminuir todo el ruido visual, acústico, olfativo y tecnológico que la atormentaba.

Dos horas después, aún desnuda, Marisela se dio otra ducha, esta vez solo usó jabón líquido y champú con fragancia de manzanas. Tampoco usó la toalla al terminar y, como si todo el esfuerzo por dejar limpia y reluciente cada área del apartamento le valieran un bledo, salió del baño dejando una húmeda estela en su recorrido hacia la puerta de la calle, que había permanecido abierta todo este tiempo.

Asió los bordes de ambas bolsas y los retorció para facilitar la maniobra de arrastrarlas por el largo pasillo. Las desplazó, no sin esfuerzo, hacia el cuartito de faena, metiéndolas a empellones por la boca del bajante (Marisela siempre pensó que no había proporción entre la abertura y la luz total del bajante, lo que comprobó una vez más al oír caer con libertad cada bolsa de desperdicios).  Regresó lentamente, sintiendo la brisa fría en su cuerpo desnudo mientras desandaba el camino hacia su morada, sin sentir temor alguno de que algún vecino pudiera verla... ¡total, todo eso de las normas y las convenciones también eran simple ruido!

De regreso, Marisela cerró silenciosamente reja y puerta al entrar. Fue a la ducha, se dio otro baño (esta vez con solución yodada y líquido antibacterial, y luego con el jabón con fragancia de manzanas que tanto le gustaba). Misma temperatura del agua.  Misma rutina de lavado a conciencia.  Tomó la toalla y se la terció al hombro. Aún largando hilos de agua, tomó otra de esas pastillas con delicioso aroma a manzanas. Se encaminó al balcón, dando un giro por la cocina, donde tomó un pequeño cuchillo de mondar frutas y un mantelito individual.  Ya en el balcón, tendió la toalla que nunca usó para secar su cuerpo aún mojado y desnudo.  Libre de todo ruido, se sentó en flor de loto, colocando frente a sí el individual, dónde posó el cuchillo y la pastilla de jabón. Tronó sus dedos, se estiró un poco y,  con la misma pausa en sus movimientos, comenzó a trocear el jabón, comiendo con entusiasmo cada pequeño trozo, cerrando los ojos e inhalando profundamente para disfrutar del silencio, de los rayos de sol y de aquel dulce aroma de manzanas frescas.

B. Osiris Bocaney

Hoy el sol brilla diferente

Hoy el sol brilla diferente


*9:10 p.m.* Ana cierra cuidadosamente la puerta tras de sí para no despertar a los niños, ni a su madre, quienes hace rato duermen en el cuartito de dos por tres del fondo, amoblado con dos literas, seis cajas que hacen de armario, un espejo desvencijado y una mesita de noche. Camina de puntillas, sujetando entre sus manos las zapatillas que se quitó antes de entrar a casa, el manojo de llaves y un atado de ropas que se apresura a lavar en la pequeña batea que hace de fregador, lavandero y rincón de lamentaciones, por ser el lugar más alejado del pequeño apartamento de tres ambientes.  Lava y llora. Y viceversa. Piensa en el día de mañana, en la excusa que dirá a su madre para no ir a cubrir la supuesta guardia para la que fue convocada al trabajo por Reyes, su supervisor. Y llora.  

*10:45 p.m.* Sus zapatillas, beige en la mañana, ahora -pese a la refriega con jabón y cepillo- lucen unos matices rosa que se resisten a desaparecer. Cansada, va al baño llevando consigo un cubo de agua, dejando una estela húmeda, mezcla del agua que rebosa el cubo y de las lágrimas silentes que bañan su rostro.  Se desviste lentamente, sus movimientos reflejan cansancio; el cansancio de haberse tenido que defender infructuosamente hace apenas una hora para preservar su integridad. De sus ropas cae un trozo de material que brilla ligeramente, reflejando la tenue luz que entra de la calle a través de la ventanilla que da al callejón.  Lo recoge rápidamente y mira hacia la puerta, temiendo que alguno de sus amados durmientes haya despertado y pueda verla. Lo aprieta con fuerza en sus manos. Aún llora, sin poder comprender la mezcla de miedo, ira residual y frustración que se unen al alivio y el dolor que, paradójicamente, la abruman y liberan.  

*10:55 p.m.* Se baña a conciencia con pequeñas porciones de agua, que se tiñe de rojo al principio. Refriega casi con saña su pecho, sus brazos aún tensos por el esfuerzo de rechazar la agresión y su adolorida entrepierna, que refleja el maltrato sufrido hace menos de dos horas.  Al terminar su ritual de purificación, restringido por las carencias sanitarias, se descubre sosteniendo aún en su mano el pequeño trozo de plástico, sin lograr explicarse cómo se las arregló para no soltarlo durante el baño. Mira alrededor como buscando algo; de pronto, su cara se ilumina, se acerca a una esquina y deja caer el pequeño objeto a través de una grieta que se abriera hace unos meses en la esquina del baño como consecuencia del temblor; deposita, en ese acto, la culpa incipiente que ya amenazaba con hacer aún más estragos en su  debilitada estabilidad.  

*11:30 p.m.* Sale del baño luego de dejar todo en orden. Ya no llora. Por aquella pequeña grieta parecen haberse ido también la tristeza y la frustración. Se siente victoriosa, liberada, a pesar del dolor que aún le carcome la cadera, el pecho, la espalda y la entrepierna. Se recuesta suavemente en la cama que comparte con sus niños.  Ana Luisa, la menor, la sentir el calor de su madre, instintivamente la abraza y le monta la pierna, lastimándola sin siquiera percatarse. Ana aguanta la respiración, mientras ahoga un gemido. Duerme.  No sabe si sueña o recuerda, aún así, las lágrimas escapan nuevamente y bañan su rostro semi dormido.

*7:30 a.m.* Suena el teléfono. Se oyen monosílabos. Todos aún duermen. La desorientación hace presa de la joven madre. Se siente autómata.  El tiempo es un espacio vacío.

*10:15 a.m.* Ana acude al llamado que le hicieran de la oficina a primera hora. Los dieciséis pisos de recorrido en el ascensor, que usualmente duran un suspiro, hoy se le hacen eternos. Hay mucho ajetreo y caras desconocidas. Alguien llora en uno de los cubículos del fondo. Alguien, una detective le hace preguntas sucesivas que apenas alcanza a responder, mientras que, carnet laboral en mano, coteja el nombre de Ana en la larga lista de mujeres convocadas para presentarse a trabajar durante la cuarentena; a su lado, la Oficial Jefa de Seguridad interna parece haberse apoderado de su identidad y es quien prácticamente hace frente al interrogatorio.  Ana recuerda bien el rostro de la Jefa, estuvo de reposo hace apenas quince días y mucha gente se hizo eco de su deterioro físico después de esas fechas.  Muchas preguntas, pocas respuestas de Ana, casi todas de la Jefa. Asegura que Ana no ha ido a trabajar durante la cuarentena, pueden mirar el registro. También afirma que poco podría responder la chica acerca de la actividad del día anterior del Subgerente Reyes -a quien encontraron desnudo y desangrado bajo la ducha del baño privado de su oficina durante la ronda de vigilancia matutina-, pues no estaba incluida en los grupos de guardia. 

*11:23 a.m.*  Entrevista terminada. Ana puede retirarse. Nada tiene que ver con el suceso. La Jefa la escolta hacia los elevadores, allí le toma ambas manos y la mira largamente a los ojos, mientras las aprieta, en lo que Ana confunde con gesto de aliento.  Los ojos de la Jefa, enrojecidos, asoman unas lágrimas que no alcanzan a salir.  El elevador abre sus puertas, Ana se libera del extraño contacto y entra en la cabina. No hay palabras de despedida, solo una media sonrisa se asoma en sus caras, que ambas infieren debajo de las mascarillas.  Marca el botón de bajada. Se cierran las puertas y, de repente, como si de una revelación se tratase, todo cobra sentido en su mente: las mujeres de reposo, los silencios en la oficina, la incapacidad prolongada de la Oficial. Ana contiene la respiración para controlar tantas impresiones.  El viaje de bajada en el ascensor vuelve a ser un suspiro. En la puerta de la salida principal del edificio la luz del sol luce un brillo diferente.  En recepción la detienen para entregarle una correspondencia.  Sorprendida, Ana recibe un sobre con fecha del último lunes antes de la cuarentena, con las disculpas por la entrega tardía. Camina lentamente, la emoción y el tapabocas poco le ayudan para desplazar su adolorido cuerpo a través de la solitaria avenida.

*11:30 a.m.*  Sentada en un banco de la Plaza Central, Ana toma un respiro mientras abre el sobre.  Dentro halla un disco compacto al que le falta un trozo, acompañado de una nota que reza: "Fuimos muchas, solo tú te atreviste. Gracias por cortar la cadena".  Mira al cielo entre las ramas de los árboles que la brisa mece suavemente.  ¡Sí, hoy el sol brilla diferente!

B. Osiris Bocaney

Si Dios fuera mujer

 

Si Dios hubiera sido mujer, sería una señora entrada en carnes, con el cabello lleno de canas y amarrado en una moña despeinada. Usaría un delantal blanco por el que pasaría las manos muy frecuentemente.  Ya que Dios hembra, no tendría mucho tiempo para perder.

Creo que Dios es macho... Mira éste mundo como está.

Patricia Lara P

Te marchitas y mueres

 Te marchitas y mueres

Porque la vida es eso.
Pero...
A veces
Te marchitas temprano
Y los días se suceden
La vida pasa
Lentamente
Y mueres
Despacio
Tan a cuenta gotas
Que ni  te enteras
De lo vieja que estabas
Porque te marchitas
Y no mueres.

Patricia Lara P

domingo, 6 de septiembre de 2020

El ángel (III)


Nuestro ángel de la guarda siguió feliz por la vida.  Cuidando a sus amigos, viéndolos enamorarse, casarse, tener hijos.  Él desde las alturas lo observaba todo con suma placidez.

De pronto un día se sintió impelido a buscar el sitio más alto de la cuidad y allí empezó a llevar tejidos cálidos y coloridos.  Se recostaba un rato y notaba que aquí y allá faltaban cosas.  Paja, prendas de vestir suaves y calentitas y además cosas hermosas y brillantes.  Se cuidó sobre todo de que nada de lo que allí depositaba fuera cortante o pudiera ocasionar daño alguno.
Finalizando junio sorprendido y sin entender nada.  De su cuerpo surgió un óvalo blanco.  Tan blanco que brillaba con tonos tornasolados.
Se recostó a su lado, admirándolo. Lo acariciaba y miraba sin parar, lo abrigó con sus alas durmiendo a ratos. No quería abandonar el nido y menos aún el huevo.
Pasaron los días en los cuales sentía que algo sucedía en el interior del bello óvalo.  De pronto y con gran espanto y alegría vio que su tesoro empezaba a resquebrajarse.  No podía parar de mirar.  Las horas transcurrían y no sabía si era lento o despacio y casi sin creer, Ángel vio que surgía de él un ser minúsculo alado. 
Ángel ahora era un padre.  Y sentía que no podía ser más feliz.

Patricia Lara P

Insegura

Me hacía sentir insegura

 Fea, gorda, desagradable.
hasta que me recordé...
Altiva, caminando casi sin tocar el suelo,
levitando quizás.
Y recordé en aquella época 
la mirada de admiración inalcanzable
que yo generaba.
Y luego vi...
Que mientras él no paraba de mirar a las otras.
A mí también me admiraban
y no solo por ser una mujer hermosa
sino también por ser una gran señora,
y entendí
que a pesar de que él no estaba conforme conmigo
y no iba a estarla nunca,
ya que no podía llenar sus vacíos.
Yo, debía estar muy segura de mí
Y me amé de nuevo
              Y entendí que yo no tengo comparación con nadie
Que soy única e irrepetible
Y que no se le pueden pedir peras a un Olmo.


Patricia Lara P.

sábado, 29 de agosto de 2020

Lejana

 Miro hacia atrás

Y me veo tan lejana.
desconozco algunas partes de mi rostro
de mi cuerpo
aún quedan de mí
unos destellos;
quizás un brillo momentáneo en mis ojos
o el guiño coqueto de mis labios.
Miro hacia atrás
Y me encuentro y desencuentro.

Patricia Lara P

Si se llama Patricia

Llaman a mi puerta y un individuo me pregunta si le puedo responder una encuesta.  Se lo que es eso pues en mi época universitaria tuve que realizar algunas puerta a puerta. Y fueron muchas las que no abrieron y otras tantas las personas que me dijeron que no en la cara.  Con todo y que era muy importante realmente, saber el número de minusválidos en algún barrio de Manizales.

Lo cierto del caso es que me veo impelida a responder la encuesta.

Preguntas sobre cosméticos, programas de televisión y otras cosas más.
Ya finalizando me pregunta el nombre y al decirle "Patricia" me mira asombrado.  Y como hablando consigo mismo dice: "Si se llama Patricia tiene más de cincuenta años".  Yo lo miro directo a la cara y le respondo que por ahí pasé jajajaja.
Muy triste me da las gracias y me dice que igual no puede usar la encuesta pues era para mujeres de hasta cuarenta años.
Además de reírme le digo que lo primero que debe hacer es preguntar la edad. 
Él apenado responde que yo no me veo de cincuenta.
Le doy las gracias y hasta me disculpo. 
Yo aquí sintiéndome de ticinco jajajajaja

Patricia Lara P

Amándome

Hoy mientras caminaba vi a una señora paseando a su perro.  Me admiró ver qué usaba una camisita con lindo escote, sin mangas. De una tela liviana en la cual se transparentaba una gran cicatriz en dónde antes había estado su seno derecho. La miré con asombro y gran admiración.  Ella se ama entera y luce su herida de guerra con valentía sin igual.

Ojalá nosotras nos aceptáramos como somos y nos diéramos el mismo amor que les profesamos a otros.

Patricia Lara P

En blanco

Y entonces miro la página en blanco y deseo, quiero, necesito depositar en ella unas letras. Palabras que digan cosas, que signifiquen algo. 

Y entonces la observo de nuevo. Tan blanca, tan prístina, tan pura. Y temo, temo mucho. No cumplir con lo que se requiere. No decir alguna cosa importante, o por lo menos buena. Algo que valga la pena. Observo la hoja y veo, que dejé en ella letras, palabras. Que muestran lo que yo soy, y lo que siento. 
Así esa hoja cobra vida. Mí vida. Y creo, que aún cuando sólo para mí sea, el escrito. Vale la pena.
Me quedo ahí. Viendo un instante mí hoja. Apreciando mi vida.

Patricia Lara P

Soñé

 Soñé

Cómo sueña la gente
Que vive vidas y situaciones
Y cruza ríos y mares
Y corre y huye
Soñé
Que una candente bala
Atravesaba mi corazón
Que la sangre fluía
Y la vida escapaba
Soñé
Que después de eso
Me levantaba sorprendida
Y salía a caminar como si nada
Soñé
Que en realidad había fallecido
Y era un muerto andante
Soñé como sueña la gente
cuando no sueña nada.

Patricia Lara P

El barco

 El barco

El barco partió
Hizo sus tres llamados obligatorios
Y unos más.
Puso todo de su parte
Lo intentó
No hubo forma o manera
El jamás llegó
Así que
El barco partió
Sin prisa, sin deseos de hacerlo
Se alejó

Patricia Lara P

Yace ahí

Yace con cara enterrada en el polvo, le arde la piel y no puede respirar, hace rato que dejó de gritar pues solo chillidos salían de su garganta. Siente la tierra pegada a su cara, las lágrimas se secaron dejando surcos negros, tostados.  Cualquier movimiento que haga le resulta sumamente doloroso.

Yace ahí, quieta. Escuchando las voces de sus victimarios. Hace rato no los escucha más. Pero tiene tanto miedo y dolor que prefiere quedarse quieta, ni respirar siquiera.  No sabe cuánto tiempo ha pasado pero tampoco le importa. El dolor se hace leve, los ruidos prácticamente son inaudibles, el sopor llega de nuevo.
El pasto la cubre por completo y ella por fin lo entiende.

Patricia Lara Pachón

Es de humanos

 A veces te equivocas

Porque es de humanos hacerlo
yo no te digo estúpido.
A veces me equivoco
a lo mejor muchas veces.
Pero tampoco soy estúpida.
Estúpido es dejar de hacer, de vivir, de pensar
por temor a equivocarme
y quedarme mirando mis manos
que se mueren impávidas
queriendo asir y hacer
dominadas por mí
recargadas de miedos.

Patricia Lara Pachón

Cotidiano

 Cotidiano


Una vida termina y otra empieza
Día a día
Noche a noche
Segundo a segundo
Parecerá la continuación de la existencia
Pero no
Cada vez que decides
Cada vez que tomas un camino u otro
Una nueva vida comienza
Y a veces
Sentimos hastío por la cotidianidad
pero en realidad
nada es cotidiano o constante.

Patricia Lara Pachón

viernes, 21 de agosto de 2020

Y tú

 Y tú

¿Qué vas a hacer?
Muy seguramente continuar viviendo
ya que la vida
sólo se acaba cuando se acaba,
y no siendo tú imprescindible
y no siéndolo yo tampoco.
-Como el aire o el agua-
Habrá que seguir
luchando como todos los días
riendo o llorando según sea el momento
durmiendo y despertando
enamorándose como todos los amores
Por primera vez
y sintiendo nuevas y vibrantes mariposas en el abdomen
y controlando con las manos los latidos en el pecho.
Seguir
Es lo que todos hacen.

Patricia Lara Pachón

Pasan y pasan

 Pasan y pasan

Los días
Las semanas
Los meses
Y los años
Una sucesión rauda que marea
Me miro al espejo cada tanto
Y noto los desgastes 
Las erosiones.
La vida transcurrió
Se hicieron cosas
Pero
¿Fue suficiente?
Será
¿Que si muero hoy?
¿Sentiré que cumplí?
No lo sé
A veces me doy por bien servida
Otras
Siento un gran vacío
Y un gran dolor.

Patricia Lara Pachón

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...