sábado, 10 de julio de 2021

Ella

Cada vez que la necesito o siente que lo hago, ella en sueños viene... Me mira fijamente a los ojos y su sonrisa tranquilizadora se hace constante. Ella acaricia con suavidad mi cabello y poniendo su dedo en mis labios me hace callar. Un gesto me dice que debo estar tranquila, que todo va a estar bien.

Cada vez que la necesito o ella siente que la necesito.  Llega, me abraza suavecito y luego se va.
Gracias mamita María la O.

Patricia Lara P

Abrázame como si de verdad me quisieras


Abrázame como si de verdad me quisieras

Como si esta no fuese nuestra última cena juntos.  Sujétame así, muy cerca de ti, como si este adiós no doliera ni un ápice.  Mírame así, fijamente, mientras compartimos esta deliciosa copa de licor barato y brindamos por este año que compartimos, jugando a la pareja feliz en cuarentena.

Come y disfruta, aún queda tiempo, la noche es joven.  Pero no dejes de unirte a mí así, en este abrazo, que languidece con la noche.

Abrázame, amor, como si nada más importara: ni el dinero que siempre me negaste, ni los regalos que olvidaste en cada fecha especial, ni esas mujeres que entre juntas y reuniones ocuparon el lugar que nunca me quisiste dar, ¡como si no existiera ese boleto de avión que guardas en el bolsillo interno de tu abrigo!

Déjame asir tu mano y yacer muy juntito a ti, sintiendo tu  corazón latir aceleradamente. Nada temas, una vez más estoy contigo. Hoy te besaré como nunca, nunca más nadie lo hará. 

Posa tu cabeza en mi hombro. ¿Suspiras? ¡Hermoso! Así... Abrázame como si de verdad me quisieras, como si el veneno que causa ese rictus en tu sonrisa, no nublara tu pensamiento.   ¡Shhh, no te agites!, solo abrázame y pensemos que el futuro nos pertenece.

B. Osiris B

Maestra Nadia

 *Cuentos de la Cuarentena*

R.I.P Maestra Nadia

Nadia encendió en su patio el montón hecho con las 467 enciclopedias que con mucho esfuerzo había comprado para poner al servicio de los niños de su barrio en el pequeño cuarto habilitado como biblioteca gratuita comunal.  También sumó los cuentos, las guías de estudio, una que otra mesa de madera, el pizarrón y varias banquetas de pino, también aportadas por ella, cuando aún soñaba con que a los niños -y a sus padres- les hiciera ilusión leer y aprender por el puro gusto. La maestra retirada (por la fuerza de la pandemia) regó el montículo con aceites esenciales y  con un poco de otros materiales combustibles, pero inocuos, que también había comprado, en la esperanza de enseñar ciencias en su bien cuidado local, ya desierto desde hacía más de un año, un poco por los rigores de la cuarentena, y mucho más por el desapego de la gente a eso de estudiar, leer o investigar.  Encendió con una mezcla de nostalgia y esperanza la pira funeraria de su vocación docente, encerrada entre cuatro bloques de concreto, para concentrar el calor.  Mientras el fuego subía y hacía brasas, amasó manteca, harina de trigo, leche, levadura, vainilla, azúcar y canela, ¡tanta como pudo y como tenía! Puso la masa a un lado, mientras los vecinos y sus hijos, ataviados de una diversidad de tapabocas, se asomaban por encima del medio muro que resguardaba el patio.  Ella, acostumbrada a andar entre miradas curiosas, siguió en sus quehaceres: ralló chocolate amargo, armó unos pinchos de vegetales con algunas, papas, pimientos y cebollas y los puso a marinar en una gran bandeja.
Al cabo de un largo rato, volvió sobre la masa y allí, frente al cada vez más numeroso grupo de fisgones que se hablaban a más de un metro de distancia, moldeó y horneó deliciosos roles de canela y pinchos vegetarianos que inundaron de provocativo olor toda la barriada.  

La gente, ávida por saber y probar, comenzó a traer troncos viejos, banquetas, sillas plegables y almohadones para sentarse frente al muro del patio de la maestra. Y Nadia, desde el fondo de su patio, les habló de mezclas homogéneas, de intercambio de calor, de levaduras y sabores.  Y allí, a la sombra de un viejo mango cargado -como ella- de frutos para compartir, vieron, en sus vasos de guarapo de papelón con limón y abundante hielo, la cotidianidad del cambio de estado de la materia y cómo calcular de forma sencilla los costos de producción y el precio de un producto.  Y habló de ofertas y promociones, mientras ofrecía el pintoresco combo de ese día. Como colofón, hizo origami con papel kraft y antiadherente, armando lindas bolsas para llevar.
Nadia vendió todos sus pinchos, sus roles de canela y los cuatro termos de papelón con limón con una naturalidad totalmente inusitada en lo que fue la inauguración de su nueva vida y, mientras se despedía agradecida, agendó citas para asesorías de emprendimiento de algunos vecinos, anotó pedidos para envíos a domicilio ¡y hasta vendió mangos de su querido árbol!

Caída la tarde, recogió las cenizas cuidadosamente, las colocó con mucho cuidado en el depósito lateral de una pequeña caja de música que guardaba desde su adolescencia y, con trazos finos de pintura dibujó una delicada cruz adornada con coloridas flores.  Al pie de la cruz, en letra diminuta, una leyenda: _R.I.P. Maestra Nadia._

B. Osiris B

Llegue hasta el fin del mundo

 Llegué hasta el fin del mundo

Sin tener otro rumbo
Que el de mi propia vida
Y me trajo hasta aquí.
La Isla está desierta
Pero yo no estoy sola.
No busco
Youkali
Es la alegría es el placer
Youkali
Son las promesas que escribí en tu piel
Es el regreso a la ilusión que perdí
Es mi lugar
Playa inventada dónde naufragar
Astrolunar
Faro en la bruma que te guiará
Es un país que imaginé

Segunda piel película, una película que me gusto en la que escuche esta canción que me quedo escrita a medias.


Patricia Lara P

Les cuento


Les cuento... Hace unos días me quitaron dos lunares. Estaban raritos pero bien afortunadamente. 

Les cuento... Mi piel va lenta. Pero por fin acabo de notar que ya tengo "Caracha" en las dos pequeñas heridillas.
Les cuento... Me sentí cambiada, diferente sin ellos. 
Les cuento... Soy bien otra.
Les cuento... O mejor, les pregunto. ¿Usaron alguna vez esa palabra? "Caracha"
Yo, contando bobadas para no cambiar de estilo jajajajaja.

Patricia Lara P

A Laura

 


Esto lo escribí para ti   Laura Salazar, hace apenas un momento (así que sabrás perdonar las imperfecciones, jajajaja jajajaja), con tu permiso -y sin él- le puse tu nombre y te lo regalo, en la esperanza de animarte un poco y de que sepas cuánto admiro tu fortaleza


Mi amiga Laura es un Apamate

El Apamate florecido que es refugio el camino
ese tronco tan robusto que siempre fue referencia
de orgullo, fuerza y templanza, ¡de resiliencia!
es reflejo de cómo, a Laura, yo la imagino.

Ella, una hermana en la distancia,
es como el Apamate, fuerte,
¡dulce y toda llena de prestancia!
Laura es sonrisa fresca de primavera
que en su otoñal dulzura motiva
porque es fe, es resistencia y fuerza viva
que mira de frente y con confianza
los retos, desfalcos y milongas que le depara la suerte.

Es un tronco de mujer, lanza fraguada en mil avatares
a la que nada derrota, ¡ella se crece en los males!
pues la mujeridad robusta y combativa de  su alma
sabe, ante la adversidad, mantener la fe y la calma.

Te quiero, amiga hermosa, sana, fuerte, bella, ¡altiva!
te quiero cantando alto, brillando cual tus mosaicos,
te pienso -y te anhelo- andando a paso firme, ¡tan viva
que recuerdes con tu andar lo bello de los milagros!;
los milagros cotidianos, que nos quitan el aliento
con bellezas tan sencillas como la flor de Apamate
y aquellos extraordinarios que guardamos muy adentro
y que hoy sería para mí el saber que ya sanaste.

Te saludo desde acá y te miro desde mi vera
y declaro al universo tu completa sanidad
te mando un abrazo que te hable de esta lejana hermandad
y te entregue, mi Apamate, la gratitud por tu ejemplo
porque eres, mujer de fuerzas, eres una mujer-templo
todo un árbol de virtudes, florecido de vivencias, 
de naturales defectos y de abundantes bellezas
que a lo largo de los años me enseñó su fortaleza
aunque solo en la distancia apreciara su grandeza.

Mucho ánimo y resistencia (que sé que los has tenido)
que, si hoy el otoño abate un poco tu tronco robusto,
pronto ha de ser primavera y estarán ya en el olvido
las ansias de es este momento y nos reiremos de este susto.

Te abrazo, Laura, mi amiga, mi Apamate florecido
y en tu lucha, desde tan lejos mi ánimo y buena vibra
envío en ráfaga inmensa que espero hayas recibido
con el amor de una hermana, en los versos que te escribo,
y te recorra renovando, de tu ser, !todas las fibras!

B. Osiris B.

Miro tu fotografía

 Miro tu fotografía en blanco y negro

Pero te recuerdo en colores
Rosa, café, negro ensortijado
Calidez en la piel y en la mirada
Veo tu fotografía
Sin verla en realidad
ya que...
Percibo más bien tu esencia.


Patricia Lara P

La vaca sagrada

 La Vaca Sagrada


Salió del establo, se cagó en el río y camino rumbo al tendedero. Se comió dos o tres prendas pequeñas, masticó unas más grandes, abandonándolas, maltrechas, a su paso.  Nada le preocupaba, se sabía sagrada y, amparada en la tradición, iba  de un lado a otro a su gusto y sin ambages. Al caer la tarde, en la majestuosidad de su sacrosantitud, se  posó -como era su costumbre- en medio de un concurrido  camino.  Impertérrita ante los bocinazos y gritos de los conductores que se esforzaban por sacarla de la vía, cerró sus ojazos, tranquila y sin nervios.  Así, tranquila, la sorprendió el mazazo en la frente que le propinaron los vecinos de la vaquera del camino. Allí mismo montaron el tarantín para la venta de las piezas, luego de un minucioso desposte. Su nuevo dueño se alegró de la venta, que le rindió beneficios más pronto de lo que esperaba y le libro de aquella problemática  vaca -¡pobre majestuosa vaca hindú!- que nunca se enteró de su viaje nocturno de la India hacia el Perú.

B. Osiris B

Mientras haya vida

 Mientras haya vida


Respira, camina.
Sufre, canta y cuenta.
Mientras haya vida, intenta, 
¡ríe!

Avanza, o detente.
Ama, goza, sueña, inventa.
Mientras haya vida, intenta, 
¡vive!

B. Osiris B.

Heridas de vida

 


Heridas de vida

_(Tributo a un banco con flores en el respaldo y gotas de pintura en el asiento)_

Unos envejecen,
otros, reciben golpes
a veces caricias (de unas u otras)
o viceversa.

A otros, como tú,
se le resecan las mariposas en el respaldo,
o le florecen gotas de colores en el asiento.

Tu juventud es apenas un recuerdo de muchos aposentos
donde fuiste testigo de descansos largos.

A tu piel ajada, marcada de grietas
regala elegancia a tus naturales vetas.

Tal vez, algún día, un restaurador valiente
se atreva a remozar tus tonos y tu barniz, 
mientras sigue siendo el compañero silente
de quienes vamos cambiando -queriendo y no- tu cariz.

Sigue en nuestra compañía y nuestras andanzas
acompaña nuestra ruta en cada mudanza
y allí,  inerme ante el paso del tiempo inexorable,
da reposo a mi cuerpo, mi amigo afable.

B. Osiris B

Una sonrisa

 

Ayer iba caminando por una calle medianamente solitaria.  De manos a boca me encuentro con un habitante de calle. Empieza a decirme "mamacita hermosa". Lo miro a los ojos y con una sonrisa grande lo saludo y le digo "Que Dios lo bendiga mijo". Asombrado responde. "Dios la bendiga madrecita". El esperaba asustarme y quedó desarmado con un saludo respetuoso.

Lo que puede hacer una sonrisa.

Patricia Lara P

Returo



Retiro

Y bajó El Padre a la Tierra, visitó a sus hijos amados y quiso sentir en carne propia la divina humanidad que había creado.  Pernoctó un día en cada continente, dando de qué hablar a sus ángeles caídos, comiendo golosinas y comida chatarra.  No le gustó el doble tapabocas que debía usar para protegerse  pero, al encarnarse en un moreno entrado en sus setenta, tuvo que usarlo doquiera que se desplazaba, a pesar de que su guapo y -por demás- fornido cuerpo, su jovialidad y apariencia, no dejaban pensar o suponer un riesgo inminente, mucho menos imaginar la edad biológica de aquella encarnación celestial.

Lloró, como un niño, en la oscura soledad de la sexta noche.  La tristeza hizo presa de su anciano cuerpo mientras flotaba alrededor del mundo, haciendo uso del único poder que quiso conservar en su turística encarnación. Lamentó todo el desastre, se entristeció una vez más por las injusticias y -abrumado por un incipiente Alzheimer-  deambuló extraviado en las nebulosas hasta el amanecer, al no recordar su camino de regreso a casa. 

Zadquiel, Samael y Amenadiel lo encontraron con el primer rayo de sol del séptimo día de su estancia, cavando en la profundidad de una cueva por los lados del Tibet. Titubeó antes de reconocerlos, luego tomó sus poderes de una pequeña ánfora donde los había depositado y volvió a ser Él.  También reconoció a sus hijos.  Los abrazó largamente y les habló del temor humano que le invadió al saberse tan frágil y vulnerable. Describiendo su Infinita Impotencia por la destrucción de su hermosa maqueta y por el fracaso de su pequeño experimento, y con sus ojos irradiando lágrimas luminiscentes, anunció su retiro. 

Fue el día quinientos de la cuarentena, en medio del eclipse solar, cuando Dios se retiró y dejó el puesto vacante.  Se alejó para siempre y nos dejó, volando como un haz de luz rumbo al infinito.

Desde ese día sus hijos luchan para ocupar su puesto y nosotros, los mortales, seguimos implorando al vacío.

B. Osiris B

Esas casas

 Esas casas

Que se aferran a la montaña
Que arañan la tierra
Con las uñas
Con los dientes
Y se ven ahí estáticas
Impertérritas.
Esas casas
De gentes que se saben en peligro
Pero lo ignoran
Que se duermen tratando de pensar en otras cosas
Pero que en realidad temen.
No sólo por sus vidas
Las de todos.
Esas casas
Que son el único abrigo.

Patricia Lara P

Otra frase


Lo que era fácil, fácil. Se vuelve difícil. Imagínate tú lo que será lo difícil.

Me quedo aquí pensando como siempre.

Patricia Lara P

Cambiamos

 Y un día te vas a la cama y al siguiente te despiertas y eres otro, o los otros lo son. Nadie lo sabe.

En un abrir y cerrar de ojos todo es diferente. La vida es bien otra, muy otra. Una que no conocemos y que no reconocemos. Una en la que no nos reconocemos.
A veces aquello que nos hacía felices ya no lo hace y lo que no nos gustaba nos encanta.

Patricia Lara P

Baila conmigo

 


Baila conmigo

Si un día ya no estoy, pero aquí sigo,
no dejes que mi alma muera en el silencio
recuérdame quien fui pues, aquí dentro,
sabiendo -o sin saberlo- estoy contigo.

Si estando, ya no estoy, no me eches al olvido
recuérdame en el brillo de tu mirada sonriente
y en ese empeño tan tuyo de avanzar con nuevos bríos.

Si un día yo me voy, hazme volver contigo:
cuéntame nuestro pasado, y píntame un presente,
que, perdida la mirada y con el recuerdo ausente,
sepa en mi alma que aún me quieres, hasta en mis desvaríos.

Sí un día, estando, no estoy, recuerda lo que he sido
y cántale a mi esencia tu antídoto al olvido
de risas, de poemas, de los amores vividos
y de ese sueño hermoso que es haberte parido.

Si un día yo me pierdo y no me encuentro,
enséñame a sonreír, ¡baila conmigo!

B. Osiris B

Atando me

 No recuerdo quién me enseñó a amarrar mis zapatos. Es algo tan mecánico y cotidiano que uno ni se fija cómo hacen los giros, la forma en que se ata y al final ajusta el cordón en un moño hasta coqueto.

Dicen que hombres y mujeres lo hacemos diferente. En realidad nunca me he fijado.
Lo cierto del caso, es que a mí en lo particular. Me dijeron que se apretaban muy bien en los ojales. Lo cual oprime algunas veces mucho el pie entre el calzado.
Con los años me di cuenta que menos es más jajajaja. Hoy por hoy mis pies padecen menos jajajaja

Patricia Lara P

Todo

 Todo 


Todo era ensoñación
ni siquiera deseos
Todo era sobrevivir
sin pensarlo en demasía
Todo era esa niña
de cabellos dorados
de dedo tranquilizador
entre los labios
Todo era
esos ojos perdidos 
que veían sin ver
Todo era ella.

Patricia Lara P

Caleidoscopio

 



Caleidoscopio

Cansada del encierro de tantos días, de la mordaza del tapabocas y de ver tantas muertes, Lorgia por fin salió a pasear el 31 de mayo.  Al salir de la guardia del hospital donde había trabajado los últimos quince años (y llorado en demasía para sus adentros el año que recién terminaba), se aseguró de no dejar nada pendiente en casa y emprendió el recorrido montaña arriba.  Escaló durante más de dos horas, primero por caminos comunes que solían usar los senderistas; luego por trochas trazadas por los más aventureros y luego se atrevió a abrir sus propias rutas entre arbustos y árboles.  
Se detuvo ante una bandada de loros que, al notar su presencia, salió volando bulliciosa hacia el poblado.  Siguió montaña arriba, hasta que oyó un manantial donde decidió despojarse de tapabocas, vestimenta y tabúes. Bailó a las orillas de aquella fuente natural. Respiró. Y, entre risas y baile, lloró a carcajadas. Cuando un rayo de sol iluminó el centro de su pecho, abrió sus brazos en cruz y se abrió a aquella energía revitalizante y, de un momento a otro comenzó a girar y a simular que planeaba por el pasto.  Acalorada, sació su sed y apagó su calor con un estruendoso chapuzón que se dio lanzándose desde una roca alta.  Sintió el agua dentro de sí, y el aire, ¡y el sol!
Del apartamento 405 los bomberos rescataron el cuerpo de una joven enfermera que reposaba en un trozo de grama artificial instalado en su balcón. Vestía toda de blanco, su cara esbozaba una sonrisa dulce, como el olor de los lirios y girasoles que la rodeaban,  floreciendo de la nada, como la melodía que, en un sutil murmullo, rondaba por todas las habitaciones. Fue un hecho enigmático, como la sorpresiva y caudalosa corriente de agua cristalina que manaba de su cuerpo, inundando el lugar.  Nadie salió a despedirla, excepto la nube de mariposas que, en colorido revuelo, inundó la avenida en pos de la furgoneta forense, perdiéndose luego en el horizonte.

B. Osiris B

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...