viernes, 25 de noviembre de 2022

El "nuevo" traje del emperdor

El "nuevo" traje del emperador


Este era un rey que disfrutaba mucho de su belleza física. Se aplicaba cremas faciales y corporales, hacía ejercicio, tomaba el sol por horas y se vestía magníficamente bien.
Un día, acertaron a pasar por su castillo un par de modistos finos, de alta costura se decían. Diseñadores de alta gama. Muy elegantes y emperifollados ellos.
El rey no lo dudó un instante. Les pidió, mejor dicho; les exigió que confeccionaran para él, el traje más magnífico de todos.
Ellos no lo dudaron ni un instante siquiera. Pidieron sedas, piedras preciosas, oro, plata, platino plumas multicolores y muchas cosas más.
Se encerraron a trabajar en el taller que el propio rey les ofreció. Empezaron a tejer, pulir y entreverar en esa hermosa tela todas aquellas maravillas.
Al cabo de unos días habían hecho una obra de arte maravillosa. Nada de lo antes visto se le parecía.
El rey estaba tan anonadado y asustado a la vez, que ordenó de golpe y perentoriamente la tela magnífica fuera incinerada.
Tanta maravilla muy seguramente opacaría su propia belleza,  su gran hermosura, su divina figura.
Desde aquel día el rey anda desnudo por el castillo, por el mundo y sus alrededores y finge que lleva el traje de emperador que los modistos le confeccionaron. Le insiste a todo aquel que lo mira con asombro. Que solo las personas con corazón puro y que son dotadas de suma inteligencia lo pueden ver.
Hay que escucharlo reír a carcajadas al referir su historia.
Fin

Patricia Lara P

Y él

 Y él

Sin pensarlo dos veces
Hizo un pacto con el diablo
Y ella
Sin saberlo siquiera
Es la que se convirtió en un alma en pena.

Patricia Lara P

Floreció

 Floreció

Se volvió otra persona
Madura
Absurdamente hermosa
Pausada en un momento en el tiempo en que su brillo enceguecia a los otros
Nadie entendió ese reverdecer
Ese llenarse de flores y fragancias
Ese olor a mujer plena
Su brillo opacaba a cualquiera
Su calidez ofrecida a quien quisiera tomarla los dejaba locos
Ella sencillamente era
Se dejaba ser
Y con solo eso
Era.

Patricia Lara P

Recuerdan ese cuento


Recuerdan ese cuento que escribí sobre como rodé por la escalera? Pues fue premonitorio.

Bueno... Tanto así tampoco. Pero di un mal paso bajando las escalas, el tobillo chirrió y sentí que volaba. Caí unos cinco de peldaños nada más. Pero caí como un costal de papas jajajajaja. De no ser por eso; porque caí. Mi tobillo no estaría contando el cuento.
¡Ah por Dios! No fue ni muy doloroso ni grave. Pero ahora sí me está doliendo un poco.
Manden buenas energías que no me gusta estar enferma ni inmovilizada.
Yo.

Patricia Lara P

Ella comía


Ella comía desmañadamente una hamburguesa. A su lado un hombre observaba con cuidado todo lo que sucedía a su alrededor.  Ella lo mira con pasión mientras sorbe un refresco. El le da una mirada y ella se acerca más. Pone su boca en la del hombre y lo besa apasionadamente. Él responde al beso apasionado sin dejar de observar las gentes.

Jamás un crece de palabras, de miradas incluso.  Las personas tan cerca y tan lejos.
Yo me quedo aquí pensando pensamientos pensantes de esos que por supuesto no salvan al mundo.

Patricia Lara P

Diego Alejandro


Diego Alejandro corría y saltaba y en un momento un mal paso daba.  En un instante él se cayó y el codito se fracturó. 
Siguió corriendo, siguió saltando,
Siguió feliz como una lombriz.

Patricia Lara P

A Valentina


Ésta era una conejita saltarina 

Que Valentina se llamaba
Saltaba y saltaba
Y nunca paraba.
Un día Valentina
Encontró un conejo saltarín
Se tomaron de las manos
Y saltaron hasta el fin.

Patricia Lara P

Ellas

 Ellas


Ellas tenían un pacto con la vida. Cada vez que fuera necesario, un cascarón sin mácula les sería otorgado.
Primavera y verano siempre. Quizá un poco de otoño, jamás invierno.
No deberían pasar jamás el umbral de la muerte pues su pacto había sido con la vida.
Color en las mejillas, tersura en la piel, brillo en los ojos, labios rojos, cuerpos dispuestos al disfrute puro.
Ellas habían hecho un pacto con la vida y se disponían a cumplirlo siempre, por siempre y para siempre.

Patricia Lara P

Veo en la tele

Veo Candice Renoir. Me encanta ese programa. 

En uno de los capítulos recientes le pregunta a su hija si está embarazada. La chica le responde que no, pero que si quiere. Y agrega que siente que es el momento indicado para ser madre. 
Candice le pregunta quién va a cuidar el bebé y la hija le responde que ella, la abuela.  Lo ve como lo más natural del mundo. Ni siquiera ha tenido en cuenta si la mujer quiere o está en condiciones de hacerlo. 
Es algo así como que debe renunciar a hacer lo que quiere, a tener una vida propia porque debe hacerse cargo del nieto.
Me quedé algo así como anonadada. Increíble que den por hecho que los abuelos seremos los responsables de sus decisiones personales.
Uno por supuesto que amará los nietos. Pero la responsabilidad es únicamente de los padres.
Yo aquí pensando pensamientos. 

Patricia Lara P

Rompió a llorar


Rompió a llorar, así; de golpe. Sin pensarlo, sin desearlo, sin intuirlo apenas. Rompió a llorar, sin romper el silencio. Los ojos se anegaron, las lágrimas hicieron surcos por las mejillas. Cayeron a las ropas, al piso.

Era la imagen misma de la tristeza y la desolación.
Al hacerse el día volvió a ser la misma.

Patricia Lara P

Despedida

 Despedida


Con el sol a medio cielo
y pensándote en silencio
deambulo por el recuerdo
de caricias y de besos.

Mirando por la ventana 
la gente en su recorrido
pienso en un nuevo mañana
en que no estarás conmigo.

No estarás (¡nunca estuviste!,
¿para qué llamarme a engaño?
pasados ya tantos años
esa es mi verdad triste)

No estarás y no estuviste
sonrío y, de cara al sol,
gracias al cielo yo doy
por el día en que te fuiste.

B. Osiris Bocaney 

La sangre fluye

 La sangre fluye

Abandona el cuerpo

Van los dos 

sangre y cuerpo

Hacia una muerte segura.

Patricia Lara P

Oráculo

 Oráculo


La hechicera, con aire meditabundo, entrecierra los ojos y, pretendiendo estar concentrada, o tal vez haciendo conexión con sus ancestros (o sus espíritus), me mira la cara como escudriñando, como buscando entre mis facciones algún indicio que le permita de respuesta a mi pregunta existencial: "-¿Qué me depara el futuro?"

En la pequeña habitación al fondo de la cabaña en la que nos encontramos, el humo de la altamisa de su largo tabaco se confunde con los vapores de estiércol de vaca que quema para estimular su nigromancia, formando una densa niebla que hace lagrimear los ojos y difusa la percepción de cualquier realidad.  El ambiente es pesado, a uno y otro lado de la mesa yacen, esparcidos, cuencos y frascos de diferentes tamaños con yerbas, potingues y animales muertos, que flotan en líquidos verdosos, amarillentos o grisáceos.  Sobre la pequeña mesa redonda que nos separa, libros viejos que parecen piezas de colección, con hojas ajadas, raídas y casi a punto de despedazarse y se posan parcialmente sobre una Ouija, chorreada en la esquina superior derecha por la cera de un cabo de vela que parece ser el único punto de sujeción del conjunto de la ruma adivinatoria cuyo equilibrio reta toda ley física, complementan a sendas bolas de cristal -una chica y otra de mayor tamaño- que conforman el conjunto, dando una mayor intensidad al abigarramiento que se percibe en el recinto.  En la penumbra, la hechicera da otra calada a su tabaco;  su rostro se desdibuja por momentos y lo único que ven mis ojos, entre el aturdimiento y la asfixia que, literalmente, amenaza con desmayarme, es ese par de ojos alagartados que ahora me hacen sentir una mezcla de pánico y euforia agresiva.  

Sin dejar de mirarme, acerca su rostro a través de la mesa, escupe sobre mi rostro una fétida bocanada de humo, que me sugiere el olor de una cloaca chamuscada y susurra: "-¡Muerte!"... "-Eso es lo que veo en tu futuro"... Súbitamente, en un acceso de tos, la mujer -que aún no aparta su rostro del mío-, se ahoga; tose con tal profusión que una sustancia viscosa y nauseabunda sale despedida de su boca para esparcirse en todo mi rostro.  Ante mi expresión de asombro y asco, la hechicera ríe; ríe con una intensidad y desparpajo pasmosos. Crecen en mí la confusión y la euforia agresiva.  El asco y el pánico,  hacen presa de mí, junto a una especie de paroxismo agresivo que no sé cómo contener; me mareo cada vez más y siento que estoy a punto de perder los sentidos. Ella ríe y vuelve a exhalar aquella fétida humareda en mi rostro. Me tambaleo. Mis rodillas flaquean y trato de sujetarme al mantel de la mesilla redonda. En efecto, me sujeto, infructuosamente a la gran bola de cristal que cae conmigo y se fractura haciendo un curioso ruido (o, al menos, eso creo), ¡no puedo respirar!... ¡Su rostro se ilumina mientras vuelve a soltar una sonora carcajada y siento que sus secreciones viscosas vuelven a caer sobre mi rostro... Me ahogan! Todo se desvanece.

Camino despacio, sintiendo que una extraña ebriedad gobierna mi cuerpo, haciéndome trastabillar y tropezar con la gente del poblado, que avanza en sentido contrario para ayudar a apagar el incendio que hace arder la pequeña cabaña en el claro del bosque.  Deambulo río abajo y allí, en la oscuridad, me dejo caer en el agua. Algo me compele a lavarme profusamente, a refregar mi rostro hasta casi hacerlo sangrar y a sumergirlo en la helada y rauda corriente de agua; pero, al hacerlo, veo el hórrido rostro de una anciana susurrar: "-¡Muerte!", obligándome a salir... una extraña sensación de ira y asco me invade nuevamente y vuelvo a sumergirme.   ¡No sé ni cómo llegué aquí!  Al fondo, río arriba las gentes gritan y se oye el crepitar de la madera al quemarse.  El agotamiento me obliga a dejarme caer en la Riviera del río, aunque quisiera seguir lavando mi rostro. El sueño y el cansancio ya casi me vencen. Por entre los árboles la luna llena deja colar un rayo que ilumina mi camisa ensangrentada.  No comprendo. Trato de incorporarme.  Caigo de cara al agua dónde, como dando tumbos, se acerca flotando la cabeza de una horrenda anciana, atravesada por un trozo esférico de cristal, ¡como si la bola, cual pompa de jabón, emergiera de su ojo blanquecino por la cataratas!... Trato de levantarme, de correr, de huir de aquel macabro esperpento, pero las fuerzas no me ayudan.  El agua, ¡sabia cómplice inocente!, hace su trabajo y la arrastra río abajo.  Siento que vuelvo a desmayarme, no sin antes oír una voz que ríe y me susurra: ¡Muerteee!...

B. Osiris Bocaney 

Le pregunté a la hechicera

 Le pregunté a la hechicera

Qué me iba a pasar
Veo muerte en tu futuro.
Te lo puedo asegurar 
No sé si hoy o mañana
En un año 
O algo más 
De que te mueres 
Te mueres
"Te lo puedo asegurar."
Jajajajaja
Yo, escribiendo magistralmente.

Patricia Lara Pachón

Era ella una mujer


Era ella una mujer entrada en carnes. Había enviudado muy joven y de aquella unión había quedado un niño.

Cuando la conocí vivía con un muchacho que fácilmente habría podido ser su hijo. Además de joven, era atlético y de muy buen ver.
Las vecinas la criticaban, y hablaban a sus espaldas. En realidad no era amiga de ninguna de ellas.  A lo mejor, quizá algo de envidia le tenían.
Hoy por algún motivo que ignoro la recordé. ¿Estará aún con su muchacho?  ¿Será feliz?

Patricia Lara P

Me despierto en la madrugada


Me despierto en la madrugada, escucho un silencio total. No pasa un auto ni una moto y las aves y los perros duermen. Intento entonces escuchar mis ruidos corporales. Nada. A veces mi intestino suena pero hoy no, está madrugada no. Pienso en mi corazón y me sorprendo, nada. El pausado tan tan tan tan no se escucha. Me asombro, generalmente lo oigo o/y lo siento en el pecho. En este momento no. Empiezo a preguntarme si fue que me morí en la noche. De pronto siento algo así como un gorgoteo... Grr gr grr gr. Es raro, tan raro que pongo más atención aún. Dejo de respirar para escuchar ese suave sonido que parte de mi pecho grr grr gr grr y de pronto y como al descuido tan tan tan tan. Hmmm ahora sí suena mi corazón como acostumbra. No es que me sienta feliz ni nada. Solo que lo cotidiano es tranquilizador. Estoy viva de nuevo. Viva, viva. No como esas gentes que andan por las calles sin ver, autómatas. No, yo estoy viva y pienso y siento y me molesto o me alegro.

Pues si... Estoy viva.
Yo.

Patricia Lara P

Tenía mucho miedo

Tenía mucho miedo. La casa me parecía fantasmagórica, la gente que allí vivía hablaba poco, se movía menos y de sonreír ni hablar.

Me limitaba a estar en el cuarto que me había sido asignado. Me recostaba en la cama a rumiar mi soledad mientras comía una a una las semillas de una curuba.
No sé porqué elegí esa fruta. Nunca fue mi favorita.
Me sentía como una intrusa obligada a serlo.
El tiempo transcurría y yo me iba no sé si adaptando o resignando. Hacia lo que debía hacer y me encerraba de nuevo.
Vivía sintiéndome una de esas plantas silvestres que se recogen en si mismas temerosas de la más leve brisa.
Hoy por hoy que lo recordé de pronto. Me di cuenta. Que hay más de un recuerdo enterrado en mi memoria. 
Yo que me jacto tanto de no olvidar nada. De no querer olvidar nada. 
No sé entonces si es que me dolió mucho ese momento de me historia, o si fue tan poco significativo que no ocupó espacio en mi memoria.
Hoy regresó el recuerdo, trataré de olvidarlo de nuevo.

Patricia Lara P

Coman caca

Es que el dólar está subiendo en todas partes. Si, muy cierto. Pero no tanto como aquí.

Es que los impuestos caros se pagan en todas partes. Claro que sí, el estado solo genera gastos no dinero.
Y si las cosas están igual en todas partes porqué los que votaron por ese siniestro personaje, no están aquí. Generando empleo aquí, haciendo crecer el país aquí.
Es que hablar de lo que sucede aquí, estando allí es bien sencillo.
C.M.

Patricia Lara P

martes, 25 de octubre de 2022

Reflejos

 Por el rabillo del ojo veo en el espejo el reflejo de una mujer anciana, greñuda, ojerosa.

Me miró de frente y me detallo un poco más. Suelto el moño de pelo anudado en la coronilla de mi cabeza.
Me miro con crudeza y hasta con un tanto de crueldad.
Soy una mujer que se ama. Así que me detengo de nuevo y me observo mejor.
Toco con suavidad mis pómulos, mi barbilla. Miro  mis labios y me sonrío con el cariño de siempre.
Las arrugas que van poblando mis ojos se suavizan.
Me ducho. Lavo con suavidad mis cabellos, dejo que el agua y la espuma que me bañan se lleven la vejez incipiente.
Seco mi cuerpo con suavidad. Paso un cepillo por mis cabellos húmedos. 
Me miró con el rabillo del ojo primero y luego desplazo mi cabeza y me miro de frente. 
Sonrío.
De nuevo soy quien soy.

Patricia Lara P

Esperando la muerte

 Se sentó a esperar que la muerte llegara

La esperó con paciencia primero
Impacientemente después
Esperó y esperó y esperó tanto
Que la muerte pasó por su lado
Una vez y otra vez
Y una más
Sin verla siquiera
Ella
Aún 
Espera y desespera
Los años la cubrieron de ramas
De líquenes
De polvo
Hoy
Es una roca más al lado de un camino.

Patricia Lara P

jueves, 20 de octubre de 2022

Impresionante

Impresionante la forma en que nos vamos vaciando.

La piel antes tersa y llena de vida deja de contenerla, se despoja de ella. Y se convierte en un saco aún tibio que solo contiene huesos. Los colores también se marchan y los grises la habitan en gran profusión. Manchas y arrugas. En eso terminan todos los que logran vivir mucho. Tristemente, la sabiduría de los años también desaparece en algunos y solo las vivencias que más los marcaron se quedan causando tristezas y desencantos.
Pesimismo. No lo creo así. Yo le temo mucho a la vejez.

Patricia Lara Pachón

Gustavo, Laura

 


Hoy al regresar de hacer unas compras escucho a un hombre gritar mientras gira el rostro "Laura". Vuelvo la mirada y observo a una perrita correr hacia él. Yo sonrío y le comento al hombre que le tengo una tocaya en mi casa y continuo diciéndole que mi hija se llama así. Antes de que el hombre se sienta apenado yo le cuento que mi gato se llamaba Gustavo Adolfo. Bueno, lo curioso de la historia es que él señor me dice que él se llama Gustavo. 
Cómo es la vida de rara. Bueno ... Por supuesto él tampoco se molestó.
Yo;
Aquí contándoles bobada y media.
Patricia Lara Pachón.

El día a un no despierta

 

El día aún no despierta plenamente. Una suave bruma deambula por la calle solitaria. He tenido que sacar a pasear a Capitán y lo espero pacientemente a que marque y remarque la calle. De pronto, un grupo de individuos aparece en la esquina y avanza. Es un número relativamente grande de personas. Las cuento... Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, Díez, once, doce y trece. Hmmm es un número que no me gusta mucho. Aquello de los agüeros me desasosiega un tanto.  Vuelvo a contar y el mismo número es el resultado. Trece.

Empiezo a observarlos mejor mientras se me aproximan. Caminan lentamente y murmuran frases ininteligibles. Siento así como algo de temor y camino en el mismo sentido en el que vienen para alejarme de ellos. Notó, no con sorpresa que se detienen y nos observan.  Así que me veo obligada a desandar mis pasos pues mi casa es en frente de dónde ahora están parados ellos.
Los miro con temor, Capitán baja orejas y cola.
Bueno. No hay de otra. Camino hacia ellos por el andén derecho.
No dejo de mirarlos. Visten todos de negro. Sus ojos son  cuencos  oscuros que brillan con intensidad. La tez  blanca e iridiscente. Las manos igual de albas y con dedos largos ganchudos.
Se me eriza la piel, no deseo mirarlos pero tampoco quiero dejar de hacerlo. 
Un suave viento barre la bruma que antes se enseñoreaba en la calle. Y con el se van evaporando también los trece personajes.
No sé por qué se ocurre pensar que fue un paseo lúgubre de seres que se han ido. Que extrañan las gentes y el bullicio de las calles. Y que aprovechando octubre salen de sus tumbas a pasear un poco.
Hoy yo los vi. Mañana quizá alguien más los vea y me de la razón.  Los muertos ya son muchos, así que toman turnos para salir un rato y fingir que la vida aún los llena. Y éste mes... Es el más indicado.
Yo 
Patricia Lara Pachón 

Sueña

 Sueña


Sueña que todos se han ido y que, al fin sola, puede gozar de esta quietud. Sueña que duerme en la suave y tibia grama otoñal, disfrutando de la brisa que ya empieza a enfriar un poco.  Siente que una suave cosquilla le recorre el cuerpo y luego comienza a aguijonearle, como si le arrancaran la piel a pequeños pellizcos.  Sueña que flota levemente sobre la grama y se desplaza por encima de ella lenta y suavemente. Sueña que no sueña, que aquí, sobre el verdor de su frondoso jardín, un ejército de hormigas se da un festín con su cuerpo, que ya exhala su último hálito. Sueña que no sueña, que es el sopor del veneno de las hormigas y, en su sopor, alcanza a ver sobre su rostro a una que les familiar, cosa extraña porque -hasta ese momento- todas las hormigas le parecieron iguales. En ese instante de mutuo reconocimiento, la mente de Isis -una prolija jardinera que siempre odió y combatió a las hormigas que invadían y amenazaban su jardín- viaja al momento en que, hace dos meses, luego de inundar dos enormes hormigueros, sintió compasión y salvó del agua a la única de aquella masa rojinegra que, combativa, sobrevivió a sus múltiples intentos por sumergirla en el agua. -"¡Eres tú!"-, sueña que le dice.  Sueña, siente y piensa que la encontrarán dentro de dos días, despedazada a diminutos mordiscos, entre capachos, rosas y claveles, habitada y devorada por aquel ejército de hormigas.  -"Choque anafiláctico"- dirá el forense.  ¡Las hormigas!, gritan a coro las flores de su jardín, pero nadie puede oírlas, excepto el viento que juguetea y trae el zumbido de un enjambre de moscas que revolotea alrededor de las picaduras hinchadas y supurantes. Con una sonrisa torcida por el dolor y la ironía, Isis yace cerca del quicio del ventanal que da al jardín. Ya no sueña

B. Osiris Bocaney 

Seca, mustia y vacía

 No me había dado cuenta pero desde hace ya muchos días no logro escribir nada.

Estoy en una sequía tal que estoy absorta. Dedicada a ser nada.
Yo sé que hay momentos para todo, pero este instante en la historia. Este momento seco, lleno de vacío. No es bueno.
El caudal agotado destruye lo que antes era vida. Lo que antes vibraba ahora estático se reseca y se muere.
Horripilante imagen me posee.
Seca, mustia, vacía.

Patricia Lara P

Ella sin ser ella

 Ella siendo ella y sin ser ella. Estando allí estática sin estar realmente. Yaciendo en un rincón sin percibirse.

Ella invisible ante el mundo, ante ella. Objeto inanimado que a veces cobra vida un instante, y al siguiente no es ella, no es nada.
Ella. 

Patricia Lara P

Desconfiados

 


¿Nos hemos vuelto muy desconfiados? 
Les cuento. Salí a caminar como todos los días. Voy saludando aquí y allí con una gran sonrisa. Me cruzo a una pareja que pasea sendos perritos. De pronto el señor se voltea y me dice: "Señora. ¿Me hace un favor?". ¿Qué sería? Respondo. "Me recibe ésta botella de agua. Es que compré dos y vengo encartado con ellas". Me da pena,  no aceptarla. La tomo en mi mano y doy las gracias. Retomo mi camino pensando lo extraño de la situación. Hoy en día a uno le da miedo recibir alimentos de desconocidos. 
La botella está perfectamente cerrada. No sé ve en ella nada extraño. Pero... ¿Ustedes la beberían? Yo no. Ahora se la pondré a unas plantas.
Yo.

Patricia Lara P

domingo, 9 de octubre de 2022

Ella siendo ella

 Ella siendo ella y sin ser ella. Estando allí estática sin estar realmente. Yaciendo en un rincón sin percibirse.

Ella invisible ante el mundo, ante ella. Objeto inanimado que a veces cobra vida un instante, y al siguiente no es ella y no es nada.
Ella. 

Patricia Lara P

Yo

 


Me he lastimado mucho últimamente. Tengo pequeñas heridas, quemaduras y laceraciones en las manos. Morados minúsculos en las rodillas y un corte en un pie.
Hay épocas que somos propensos a los accidentes. 
Menos mal pequeños accidentes.
Feliz día. ¿Todos bien?
¿Todo bien?
Yo 
Patricia Lara Pachón

Zary Güeya

Les cuento. Porque contar es mi sino que hace unos días mi hijo dijo que había escuchado en la madrugada a un animal caminando en el techo (tercer piso).

Anoche pasadas las dos de la madrugada, mi hijo llegó a mi cuarto a decirme que había un bebé zarigüeya en la terraza. Subí a ver qué podíamos hacer para que no fuera atacado por los gatos. Luego de un rato subió por esa instalación eléctrica y lo perdimos de vista.
Regresamos a las camas intentando retomar el sueño y empezamos a sentir ruidos de nuevo. Ahí si, se rompió un vaso y oímos caminar de nuevo.
Subí y ya el bichito estaba en la cocina. Intentamos atraparlo pero con temor de ser mordidos debido a la rabia, que puede ser mortal.
Por fin salió y se metió entre las plantas. Ahí me dio susto un bajante ya que podría quedar atrapado. Le puse fruta y nos fuimos a dormir.
No dormimos mucho la verdad. Que precioso animalito. Ya lo quiero de mascota jajajajaja.
Feliz día.
Bendiciones.
Yo.
Patricia Lara Pachón

lunes, 19 de septiembre de 2022

Esa pequeña niña que me habita

 


Es que hay una niña pequeña que me habita. A ratos sale por el rabillo de mis ojos y se enternece o disfruta con las cosas que mi yo adulta vive.
He mantenido viva esa niña, la he mimado, le he regalado pequeñas cosas que la hacen feliz.
Siempre la veo con ojos de madre y la visto con trajes bonitos, le pongo hermosos zapatitos de charol, y le hago bucles en el pelo hasta que se duerme. Mi niña interior ama que le acaricien la cabeza, que le digan cosas dulces y que piensen en ella.
Ella es tan importante para mí hoy como lo fui ayer. Cuando ella en sus ensoñaciones me intuía.
Yo.
Patricia Lara Pachón

Ejemplificante ejemplo

 


Veo al fondo del platito de comida de Bástian una sola, única y abandonada croqueta. Es pequeña. Noto con sorpresa que alimentándose de ella hay unas diez hormigas. Yo les traigo como pereza a esos insectos. Son abusivos y sucios. Me lleno de indignación y decido asesinarlas una a una. Proceso a hacerlo con mucha satisfacción de mi parte. 
Miro bien y yacen al descuido los cadáveres. De pronto veo a una de ellas correr por su vida. Mi instinto me dice: "aplástala". Pero mi sentido común. Que es el más común de mis sentidos se opone, pues cree que es mejor dejar una con vida, para que les cuente a las demás y se alejen. Obviamente los cadáveres de las otras estarán por allí como ejemplificante "ejemplo".
Quizá algún día me decida a contarles porque las hormigas no son de mis afectos.
Yo.
Patricia Lara Pachón

Dos fracturas... dos

Les cuento que gracias a una radiografía que me practicaron hace unos días. Me enteré que tuve una fractura en la muñeca izquierda que sanó sola. Al parecer el hueso quedó desplazado. 

No recuerdo cómo pudo pasar. A lo mejor era aún muy niñita.
Me quedo desconcertada, pues debió doler, inflamarse y quién sabe que más cosas.
Claro que hace unos años me fracturé un dedo y tampoco me dolió.
Bueno... Aquí estoy... Desvelada y pensando pensamientos.
Yo.
Patricia Lara Pachón

Gourmet

 


Gourmet

Gunard, emocionado, siempre le cuenta a la gente que desde los seis supo que quería ser excrementólogo. Y así fue. Ya de adulto, logró desarrollar un sistema de letrinas secas, usadas en países del primer mundo como primer paso para el compostaje a partir de desechos sólidos. Luego quiso hacer más, así que empezó a recuperar los nutrientes de las heces y aguas residuales, logrando producir abonos muy eficientes. ¡Todo un éxito! Aún así, siempre seguía sintiendo que podía hacer más. Esa idea no lo dejaba dormir hasta que, durante el primer año de la pandemia, la vida le cambió por completo. Subiéndose a la ola de las startups del momento, desarrolló su marca y por fin logró llegar a lo que considera su destino. Hoy triunfa con un servicio de catering orgánico de bombones sin gluten ni aditivos. Es famoso, y sus productos exclusivos, muy cotizados en el mercado. Un precio excesivo, podría decirse, para comer pellets de heces refinadas, ¡pero, de gustos y colores, por ahí dicen que no han escrito los autores!
B. Osiris Bocaney 

Lengua viperina

 Así, a simple vista se veía normal. Ya al momento de verla con mayor detenimiento se podía observar la boca torcida en un rictus de quiero eso, debería ser mío, yo lo merezco. Y luego al abrirla, se podía ver una lengua larga, delgada, partida por el medio y tan ágil y rápida como los malos deseos de su poseedora.

Lengua viperina le decían. Y era un calificativo bien merecido y ganado a pulso entre conocidos, vecinos y amigos.
No entendía porque le iba mal en la vida. Pero para tener algo hay que ganarlo. Y la envidia que residía en su corazón le apartaba muchas cosas y personas buenas.
He dicho.
Yo.

Patricia Lara P

Por favor no

 Hace unos días acudí al servicio de atención médica. Tenía mi cita programada y esperaba en la sala "de espera".

Un doctor salía de su consultorio y en voz inaudible llamaba a una paciente. Una vez, dos veces y hasta tres. El hombre regresaba al consultorio arrastrando los pies y con la cabeza gacha.
En la segunda oportunidad llamó poderosamente mi atención ya que según mi criterio parecía muerto en vida.
Para la tercera vez mi mente suplicaba. "Que no me toque con él, que no me toque".
No sé ustedes que pensaran. Pero yo sentí y siento que no debe ser muy bueno en lo que hace, porque le falta vida, le falta pasión para atender a sus pacientes.
No, no me tocó con él. A lo mejor me habría sorprendido.
Yo.
Patricia Lara Pachón

La difunta

 La Difunta


Su muerte fue absurda y ridícula, como su vida toda. Su familia no se sorprendió al ver el rostro de la difunta, distorsionado por lo que debió ser un súbito y profundo dolor, pero adornado con aquella sonrisa triste de la que hacía gala cuando los locos espasmos que la agobiaban de tanto en tanto hacían presa de su cuerpo.  Se acostumbró a vivir con ellos, a dejarse sorprender y bromear a su costa, a que hiciesen parte de su vida, sin que se  convirtieran en protagonistas de ella.  Y así, sucesivamente, fueron haciendo propios y extraños de su entorno cercano, para disfrutar de una tertulia en su compañía, sin dejarse avasallar por los a veces muy inoportunos espasmos que, ya amenazaban con derramar el café dibujando una elipse en el aire con la taza entre uno y otro sorbo, arrojar el teléfono celular por los aires, o bien hacerle ver como si quisiera saltar de la silla con un afán levitatorio que para nada obedecía a su voluntad. Sí, se adaptó incluso a las novedades de su aparición y optó por sonreír con cada "estreno", a pesar del dolor ante cada conquista que lograban, haciéndola consciente de músculos y articulaciones cuya existencia, de no ser por el dolor o por aquellos súbitos movimientos y chasquidos, ni siquiera recordaría conscientemente.  También de eso se mofaba, mientras le era posible pues, cuando creía que ya no tenía un lugar de su cuerpo para invadir, ¡zas!, un nuevo espasmo conquistaba el territorio desconocido que ya se le hacía su cuerpo.  Y allí apoltronada en uno de sus sillones favoritos, tal vez mirando la montaña y disfrutando de su brisa fresca, o escudriñando las verdades y mentiras de un documental, posiblemente la sorprendió el más letal de aquellos "estrenos".  Allí, desde su etérea nueva vida, observa el cuerpo cansado, compañero de aventuras y desventuras de tanto tiempo que yace inerte con una rotación cefálica de casi ciento ochenta grados.  Lo mira y sonríe.  Y en el aire resuena su última y primera carcajada burlona, mientras una ráfaga de viento azota puertas y ventanas en todo el edificio.  

*Final 1*
Descubre que la brisa la bambolea, la estremece, pero no hay dolor.   En un vuelo suave envuelve a sus amados, que celebran la vida de esa a quien por acuerdo tácito nadie llama por su nombre y a la que se refieren como "La Difunta".  En amorosa despedida les acaricia y, mientras sonríe y les abraza, se vuelve una con la energía universal.

*Final 2*
Y cuentan los vecinos que, en noches de luna nueva, cuando nada alumbra el cielo y la oscuridad campea en el viejo edificio de apartamentos, con cada ráfaga de viento que sopla al caer la tarde, se oye su risa histérica por los pasillos y el frío cala hasta los huesos. Nadie dice su nombre, pero todos saben que es ella, "La Difunta" en su diario recorrido.

B. Osiris Bocaney 

Eres

 Este lo escribí para Greis hace días:


Eres

Mi luna, mi sol
mi plenilunio inspirador
y mi eclipse favorito.

Eres 
perseidas de sonrisas, 
acuáridas de suspiros.

Eres
agujero negro de mis incertidumbres,
tierra firme para mirar
y disfrutar el universo.

Eres,
en pocas palabras,
el Norte y el Sur de mis afectos.

B. Osiris Bocaney 

Nocturno I

 Nocturno I


Él le pidió, entre besos y suspiros, que perpetuaran la entrega de sus noches de pasión. Ella, ilusionada, empacó rápidamente algunas prendas, unos pocos accesorios y se dispuso a partir junto a su amado.  Al despuntar el alba, entre sábanas revueltas, él despertó

B. Osiris Bocaney 

Diluvio

 Diluvio

Caen a borbotones
en húmeda avanzada 
que rocía la ciudad.
Caminan a prisa 
los transeúntes rezagados,
las vestiduras empapadas,
la voluntad ardiendo -o no-
y la pausa,
ocio paternal obligado,
compele al pensamiento.
Llueven sin cesar
las ideas que pendian del hilo del tiempo.
Es el diluvio... que se desgrana,
del río de la cavilación,
al largo cauce de la incertidumbre que,
como la fría niebla de esta tarde gris,
es promesa en claroscuro de un nuevo tiempo
(¡quién sabe, si mejor o peor!)
Llueve.
Y, si el temporal amaina afuera,
adentro, en los oscuros rincones 
de este páramo que soy, las nubes negras campean... ¡Y llueve!

B. Osiris Bocaney 

Obligatoria la caridad

 No entiendo en qué momento se volvió obligatorio hacer caridad.

Pasa un tipo vendiendo papelitos con la virgen. Le digo que no me interesa, entonces me pide que le dé algo de dinero pues es "desplazado". Le digo de nuevo que no. Así que agrega que tiene sed y hambre. Que le dé comida. Respondo de nuevo que no y me mira asombrado. Entonces me dice que Dios me bendiga y me multiplique el dinero y los alimentos. Cómo no respondo nada él mismo dice "amén para las ánimas del purgatorio".
Me quedo pensando pues pensar es una de esas cosas que hago. Prefiero alimentar a mi familia y a mis conocidos.
¿En serio que sucede con esas personas?
En qué momento se volvió obligatorio mantener extraños. 

Patricia Lara P

Margot y el cumpleaños

 Margot y el cumpleaños (Causa y Efecto)


Entre cantos y felicitaciones, Margot sopla las velas. El vino es bueno, los pasapalos y la compañía también; son pocos quienes le rodean en la celebración, sus afectos más preciados y cercanos.

La conversación salta de uno a otro tópico común en las celebraciones de natalicios, hasta que, al calor del vino se dicen verdades -o ingratitudes- inconfesas.  Margot defiende su punto, ríe, alega, -¡ustedes ni saben..!- espeta, cuando se refiere a las vivencias de su pasado, poco edulcorado, a pesar de los años transcurridos.

Por un momento se va hacia el ventanal y, entre un sorbo de la primera copa de vino tinto que aún no se acaba y un suspiro, abre la puerta a la remembranza; esa a la que siempre evita atender porque las ocupaciones del día a día piden más atención.

Al fondo de la calle ve con ternura a una niña cuya mirada silente le  habla de verdades y dolores no contados. Es el encuentro furtivo y fugaz  con una niña interna que aún está herida y de una mujer que creyendo haber sanado, se voltea a verla para descubrir, sorprendida y triste, que aún está convaleciendo en ese pasado que se hace presente en esa mirada mutua; un encuentro -tardío para una, muy temprano para la otra- en el que se ven, se entienden, se saben una, y dos, causa y efecto. Margot la deja ir con la niebla suave de la calle (¿o de sus ojos?), sonríe y canta, tararea un bolero que, dice, aprendió en su niñez... Canta y sonríe, a sabiendas de que ahora son dos las tristezas ocultas bajo sus ojos café. Come pastel y suspira para enfocarse y encontrar, entre los recuerdos amargos la dulzura del pastel, ¡del  momento!

B. Osiris Bocaney 

Cada vez que pienso en ella

 Cada vez que pienso en ella

siento un dolor tan profundo
tan callado
que además de que no quiero, no sabría cómo expresar.
Y pienso en esos cabellos largos
rubios
en ese dedo en la boca
en esa mirada larga
que no ve nada afuera
que flota en esos mares que no se atreve a dejar fluir
Cada vez que la recuerdo
que pienso en ella
me duele tanto
Y hoy que la miro desde acá
desde la mujer que soy
debido a lo que fui
yo quiero consolarla
consolarme
Y desearía hoy
haber sanado sus heridas
para no cometer los mismos errores
no conmigo
con los otros
Cada vez que pienso en ella
en mi
me duelo mucho
Y las heridas que sanaron superficialmente
sangran.

Patricia Lara P

Hormigas abducidas

Estoy poniéndole agua a mis plantas. De pronto veo que una hormiga camina por la vasija. Al parecer estaba en una de mis matas y accidentalmente fue abducida. Voy a la cocina y pienso que al volver la voy a dejar en algún sitio de mi jardín. 

La olvido, pues todos esos pensamientos son momentáneos. Al regresar por más agua, veo dos hormigas flotando en ella. Me digo: "Ahora caerán y no terminarán ahogadas las pobres."
En éste momento no se que fue de ellas. Estoy preocupada. 😕🥲😉
Fin.
Posdata.
¿Qué pensaran de mi las hormigas?
Yo.
Patricia Lara Pachón

Harta o loca

Se hartó de vivir con la gente, de soportar su olor y su conversación insulsa.

Muchos creyeron que estaba loca. Yo creo que era un ser superior y sublime.
La gente, qué haremos con la gente.

Patricia Lara P

Las oportunidades

Las oportunidades están ahí. Las puedes tomar. Hay buenas y malas. No existen las intermedias. Uno va por la vida eligiendo. No se puede tener todo, pero puedes tener lo que decidas.

Así, que lo que eres ahora y lo que serás después, dependió y dependerá de ti únicamente.
Haz lo que te haga feliz, pero procura no ser la infelicidad de nadie. Eso del karma es real.
Ah, al final... No te arrepientas.

Patricia Lara P

Me dices que te vas

Me dices que te vas, que he sido mucha vida malgastada.

Que las caricias se murieron de hastío en tus manos.
Que las miradas cansadas de mirar se dirigieron a otras que si ansiaron y como mariposas en vuelo hasta ellas llegaron.
Me dices que te vas, que no hay retorno. Que si algo hubo, murió hace ya años.
Yo, dejó de respirar unos segundos porque el golpe fue artero.
Adiós, y es un respiro. El último de todos, porque en ese momento moriste para mí, ya no hay retorno. 

Patricia Lara P

sábado, 13 de agosto de 2022

Te vas

 Me dices que te vas, que he sido mucha vida malgastada.

Que las caricias se murieron de hastío en tus manos.
Que las miradas cansadas de mirar se dirigieron a otras que si ansiaron y como mariposas en vuelo hasta ella llegaron.
Me dices que te vas, que no hay retorno. Que si algo hubo murió hace ya años.
Yo, dejó de respirar unos segundos porque el golpe fue artero.
Adiós, y es un respiro. El último de todos, porque en ese momento moriste para mí, ya no hay retorno. 

Patricia Lara P

Regresar el tiempo

 Y él le dice: "Me gustaría regresar el tiempo, lo siento tanto". Y ella le responde: "A mí también me gustaría".

Y mi mente continúa... Para no haberte conocido, para esquivar el camino que nos condujo a este momento y hora.
Y luego mis pensamientos opinan que muchas de las cosas de la vida, que la hicieron feliz. Nacieron en ese momento. Y entonces me doy cuenta que no todo tiene que ser aciertos. Que la vida está llena de situaciones y de cosas y que toda esa sumatoria nos llevó a éste momento.
Así que aquí me quedo pensando.
Yo.
Patricia Lara Pachón


Condena eterna

 Últimamente he tenido un terror horrible de morirme y no enterarme. Y seguir en mis labores cotidianas por los siglos de los siglos. ¿Eso sería condenación eterna? Jajajajajaja. Porque lo ideal sería ir al cielo para hacer diabluritas.

Bueno. Les pido por favor, que cuando me muera, y piensen en mi, me lo informen y me indiquen dirigirme a la luz.
He dicho.
Gracias.

Patricia Lara P

Caminar

De pronto y sin haber mediado pensamiento alguno, ella empezó a caminar. Pensó en los tobillos inflamados y en el cansancio que la embargaba desde hacía ya un tiempo. Pero no importó. Siguió caminando y caminando. Pensó en parar, respirar profundo y dejar de caminar. Pero no pudo.

Hoy ella sigue avanzando mientras piensa y repiensa.
Si la ves... Bueno, no creo que la veas. Las gente que camina se hace invisible.
Gracias.

Patricia Lara P

Evadirse

La tarde la sorprendió con los ojos fuertemente cerrados. Intentó por un buen rato no respirar, pero no lo logró.

Estuvo quieta, inerte. Deseando pasar desapercibida pero llamó aún  más la atención.
No quería nada. La vida en adelante le pareció siniestra. Tuvo miedo. Tanto que en serio deseó la muerte.
El problema mayor es que la muerte solo llega cuando toca, no la víspera.
Fin.

Patricia Lara P

La vida sigue

 No es que no lo supiese, ella siempre lo había sabido. Al principio había sido intuición, pero después fue una certeza. Algo tan cierto como que el agua moja y el fuego quema. Él jamás la había amado. Ella había sido una gran molestia en su vida.  Toda ella, su vida miserable; opacada y desdibujada desde siempre por su presencia.

Ella soportó el desamor y la certidumbre pues no sabía que debía hacer. Era mejor levantar la nariz y hacer que lo ignoraba todo. Era mejor cerrar los ojos y fingirse ciega, era mejor tapar con ambas manos los oídos y fingir que jamás escuchó la frase más fatídica: "Te odio" y luego un arsenal de palabras que se volvieron armas que la apuñalaron toda.
Hoy vaga por la casa, por la vida. Con una sonrisa sempiterna y un brillo minúsculo en las comisuras de los ojos. 
Murió, en ese instante y hora ella murió. Hoy vaga por la casa como un fantasma en vida.
Fin.

Patricia Lara P

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...