La otra piel
Todos lloraban frente al cadáver de Juan, había permanecido en el agua por tres días. Su piel, colgaba macilenta y la expresión de su cara era terrorífica. Se notaba que morir le había causado gran dolor. Yo, a su lado y aún vivo; respirando con dificultad pero vivo. Apenas si era notado. Nadie se acercaba a ayudarme, a auxiliarme. A darme un sorbo de agua aun cuando también como Juan, había permanecido tres días entre el río. Flotando a ratos, sumergido otros, golpeado contra las rocas unos más.
Todos lloraban frente al cadáver de Juan, había permanecido en el agua por tres días. Su piel, colgaba macilenta y la expresión de su cara era terrorífica. Se notaba que morir le había causado gran dolor. Yo, a su lado y aún vivo; respirando con dificultad pero vivo. Apenas si era notado. Nadie se acercaba a ayudarme, a auxiliarme. A darme un sorbo de agua aun cuando también como Juan, había permanecido tres días entre el río. Flotando a ratos, sumergido otros, golpeado contra las rocas unos más.
Asombrado
miraba cómo todos se condolían por el muerto, mientras yo que aun
respiraba; lento y muy mal, yacía ahí solo, abandonado de Dios y del
mundo.
De
pronto, y como en un arranque, saqué fuerzas de donde no las tenía y me
puse de pie y aun sintiendo millones de agujetas y dolores terribles
en las piernas logré también caminar.
Aproximarme a Juan, a su cadáver hinchado y corrompido. Yo pude ante la mirada horrorizada de la gente. Quitarle la piel integra y vestirme con ella.
Aproximarme a Juan, a su cadáver hinchado y corrompido. Yo pude ante la mirada horrorizada de la gente. Quitarle la piel integra y vestirme con ella.
¿Sería que ahora sí me prestarían atención?
Patricia Lara P.
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