sábado, 25 de febrero de 2017

La otra piel

La otra piel

Todos lloraban frente al cadáver de Juan, había permanecido en el agua por tres días.  Su piel, colgaba macilenta y la expresión de su cara era terrorífica.  Se notaba que morir le había causado gran dolor.  Yo, a su lado y aún vivo; respirando con dificultad pero vivo.  Apenas si era notado.  Nadie se acercaba a ayudarme, a auxiliarme.  A darme un sorbo de agua aun cuando también como Juan, había permanecido tres días entre el río.  Flotando a ratos, sumergido otros, golpeado contra las rocas unos más.
Asombrado miraba cómo todos se condolían por el muerto, mientras yo que aun respiraba; lento y muy mal, yacía ahí solo, abandonado de Dios y del mundo.
De pronto, y como en un arranque, saqué fuerzas de donde no las tenía y me puse de pie y aun sintiendo millones de agujetas y dolores terribles  en las piernas logré también caminar. 
Aproximarme a Juan, a su cadáver hinchado y corrompido.  Yo pude ante la mirada horrorizada de la gente.  Quitarle la piel integra y vestirme con ella. 
¿Sería que ahora sí me prestarían atención?
Patricia Lara P.


 >^-^<

jueves, 23 de febrero de 2017

Llueve



Llueve

El alma a veces llueve.
Llueve implacablemente,
Irreparablemente.
Causando inundaciones
Que se van ​desbordando;
por los ojos,
las palabras;
la vida.
Llueve
Y el alma se va limpiando
 Y el corazón golpeado, maltratado antes,
cobra vida de nuevo.
Es para renacer;
que adentro llueve.

Patricia Lara P.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Surcos

Surcos,
infinidad de surcos
cruzan su rostro, su cuerpo, sus manos.
Huellas indelebles del paso del tiempo,
de la vida.
¿Se podría leer en ellos acaso nuestra historia?
Surcos, huellas de vida.

Patricia Lara P.

Suspiro

 
No es que no lo hubiera visto antes.
Es que había pasado desapercibido a sus ojos.
No por gris,
No por triste,
No por solo.
Era ella;
La que voluntariamente ignoraba su entorno.
No veía.
No podía ver a nadie más que no fuera aquel que llenaba su mente
Aquel por quién ella suspiraba.

Patricia Lara P.

Y fue entonces

 
Y fue entonces
que la vida se paró de pronto
ni una hoja del árbol que miraba
se movió en la rama.
El silencio fue tal
Que resultaba ensordecedor 
para su alma afligida.
Sólo acató a bajar la mirada,
lentamente
hasta depositarla en el ave
estática
que yacía en la grama.
Jamás...
Jamás volvería a usar esa cauchera.
Jamás...
Jamás le cortaría la vida a otro ser.
Jamás...
Jamás volvería a sentir ese extraño dolor
Esa terrible opresión.
Esas ganas de llorar sin fin, sin fondo.


Patricia Lara P.

martes, 21 de febrero de 2017

(III) Cartas a Nadie

(III) Cartas a Nadie

Hola a veces sencillamente no tengo nada que contar.  A lo mejor sí, pero la vida transcurre tan lentamente a prisa que me voy quedando sin aliento.  A veces, lo único que quiero es flotar como una nube o una de esas semillas que buscan un hogar... ¿Buscan?  No, ellas flotan y caen y se arraigan o no.  Algunas de ellas se convierten en árboles enormes y otras cuando son apenas un retoño, un brote; son arrancadas de los brazos de la madre tierra.  Ella, la planta muere sin saber si vivió y Ella la madre, suspira y retorna a la tarea de arrojar semillas para reverdecer este mundo que se vuelve cada vez más triste y más gris.  Ella; la madre no cesa en su empeño de que todo sea hermoso, brillante, lleno de vida.
A veces quisiera ser un sorbo de agua que aplaque la sed de un sediento, la gota que rebosa el vaso o la que ayuda a exhalar un último suspiro y así retornar al principio y al fin.
A veces sólo quiero, ser una chispa ardiente que inicia un gran fuego, que enciende una pasión, que destruye y construye.
A veces pretendería ser ese brillo en los ojos, ese punto en la comisura de los labios que define una mueca o una sonrisa. Algo transitorio y quizá para algunos es menospreciable, pero significante al fin pues determina la vida, la alegría, las ganas de vivir o una tristeza infinita.
También quisiera ser un rayo de sol.  El primero del día, el último en la noche.  Una noche cerrada, con un firmamento lleno de estrellas, que traigan esperanzas, que despierten placeres, que estén llenas de promesas por ser cumplidas. 
Como bien dije; a veces no tengo muchas cosas para contar y entonces me voy por los linderos de la mente y divago.
Espero que algún día... Me cuentes algo.
Patricia Lara P.



 >^-^<

Tonteando ando

En un sobre que llegó
hice un dibujo ¿bonito?
pinté una casita hermosa
un río y tres arbolitos.
Agregué nubes flotantes
y una chimenea con humo.
Me regresé a la infancia
y sentí como hace años,
que esa imagen reflejaba
la paz, la tranquilidad
que todos necesitamos
para vivir y soñar.

Patricia Lara P.

Corazón de alcachofa

 Corazón de alcachofa

Soñé que era una alcachofa y me iba quitando pétalo tras pétalo hasta que sólo quedó mi corazón.

Patricia Lara P.

Jajajajajajaja
No se diga que no sueño romántica-mente jajajaja

sábado, 18 de febrero de 2017

Milagros cotidianos


Hay cosas que me llenan la cara de sonrisas y de admiración.  Al lado de la albahaca nacieron además de un hermoso trébol, esa otra planta minúscula que floreció para mí.  Milagros cotidianos pero no por ello menos fantástico.
Patricia Lara P.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Pobre hombre


Pobre hombre. 

Pobre hombre; La vida nunca le había parecido demasiado.  No entendía las sonrisas ni el brillo en los ojos de algunos.  Para él todo era tristeza, desolación  y desencanto.
Intentó varias veces quitársela, pero algo siempre; el destino quizá, se lo impedía.  El veneno se derramaba.  El revolver no disparaba.  No le permitieron subir al piso desde el que pensaba arrojarse.  Cortarse las venas le pareció muy doloroso y quería matarse sin dolor alguno o por el mínimo posible.  Es que masoquista no era.
Un día entre tantos recibió una noticia que al principio lo llenó de alegría y luego de desasosiego.  El médico le informó que le  quedaban tres meses de vida.  Empezó a preocuparse por cómo sería su deceso.  El galeno le prometió que sencillamente se dormiría y partiría sin dolor alguno.  Pero, él; no podía creerlo.
Se preocupó tanto que en un almanaque marcaba los días.  Y al ver cómo se iban agotando el temor le llenaba el alma.  Ya pensaba que la vida valía la pena, que no había hecho nada que lo hiciera significativo ante el mundo.  No había tenido hijos, no había escrito ni una línea siquiera ya que la lectura siempre le había resultado molesta y de sembrar algo ni hablar.  ¡Jardinero no era!.  Partiría de este mundo sin dolor, sin pena ni gloria y sintiéndose total a absolutamente estúpido.

Patricia Lara P.

 >^-^<

La vendedora



La vendedora

Camino por el parque y veo en un toldo  unas mandarinas hermosas.  Me acerco a la vendedora y le pregunto por el precio.  Me responde que 4 en dos mil.  Las pago, las pongo en mi bolso ecológico y sigo caminando.  Le pregunto a Ricardo si quiere una y ante su respuesta afirmativa tomo una y al hacerlo me doy cuenta que está demasiado blanda.  Regreso a donde la señora y al manifestarle mi inquietud, ella con toda la tranquilidad me responde que todas están igual.  Yo regreso muerta de la risa, al ver la socarronería de la vendedora se lo cuento a mi acompañante y él, completa la frase de la señora diciendo "fue que me dio pesar tirarlas a la basura".  Yo me reí mucho ante su ocurrencia.  
En realidad estaban dulces y muy ricas.  Por algún motivo se desprendieron dentro de la cáscara sin romperse.
Una anécdota de sábado.

Patricia Lara P.

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...