viernes, 31 de octubre de 2014

Microsentimientos



Al principio fue un dolor indescriptible, ya que de un manotazo y sin aviso previo mató sus más hermosos recuerdos.  Luego el sentimiento se transformó en ira; se sintió herida y de alguna forma traicionada.  Después, llegó la comprensión; no la aceptación; por supuesto.
P.L.P.

Feliz noche de brujitas


Gracias doña Yolanda de la Colina Flores

jueves, 30 de octubre de 2014

El último beso




Aquel día funesto, conocedora que recibiría  el último beso que él le daría.  Lo recibió con gusto, sin prisa.  Lo saboreó despacio y antes de que se disolviera en un recuerdo o en un suspiro, con las manos lo agarró.  Corrió al jardín apurada y en una maceta previamente  preparada con amor y gran cuidado; ella  lo depositó.  Con tierra muy abonada cual cobija lo cubrió.  No fue necesaria agua pues lágrimas de dolor, abundantes le brotaron y remojaron la tierra, que con amor sin igual, acunaban aquel beso; ese su beso final.
Al cabo de un par de días, de cuidar y remojar vio con asombro sincero que de la tierra brotaban un par de hojitas minúsculas con forma de corazón. Que fueron creciendo iguales, entrelazadas y bellas, al cabo de un mes exacto la plantica floreció.  Una flor de un rojo intenso que como labios se abrió.
Patricia Lara P.

Aquelarreando ando





Yolanda, María del Carmen, María Teresa, Gilda, Lupita, Sandra, Elvia, Laura (dos por mas señas), Kathy, Doris, Osiris, Gabriela, Claudia, y la Patricia, también. Eran señoras normales que habitaban  en casas normales con gente normal y mascotas normales.
Lo que nadie sabía era que en Octubre ellas empezaban a dejarse crecer los pelos del lunar de su nariz y su barbilla.  Las cejas en desorden proliferaban, las uñas les crecían sin medida y algo negras lucían.
Se las veía ir de un lado para el otro, compraban telas muy negras y cintas y mucho encaje.  Las veía uno pasar al mercado popular a comprarse una escoba.  ¡Era raro!  Buscaban y rebujaban hasta que  por fin encontraban una muy enrevesada.  El palo largo y torcido y las mechas despeinadas.
Se las veía mirando por el rabillo del ojo y empezaban a cojear y a renguear sin ton ni son. 
Veían a los niñitos de sus vecinas cercanas y jugosos en su mente ellas, los imaginaban. 
Tenían todas una apuesta y la reina del festín sería aquella señora que mejor cocido llevara, el más grasoso y salado, el más lleno de menjunjes, el que se acabara pronto y que todas más quisieran.
¡Era raro!  Muy, muy raro pues ya para fin de mes, el treinta y uno seguro.  Muy ancianas se veían.  Muy sucias; desarregladas.
La gente no imaginaba que a media noche de ese día; ellas cambiaban sus nombres Por unos más adecuados: Yolanduja, Maruja, Terruja, Lupituja, Sandruja, Lauruja, Kattuja, Doruja, Gabruja, Clauduja y Patuja.
Y esa noche, horripilante para unos, y la más feliz para ellas.  Disfrutaban el cocido del niñito de al lado –sabroso estaba por cierto-, de la niña de las trenzas y de ojitos dormilones (jaja), sazonaban las arañas, las ratas eran confitadas.  Y danzaban toda la noche siempre bien acompañadas.
Se dormían agotadas y feas como satán y despertaban hermosas, lozanas y femeninas.  20 años remozadas y restauradas también. 
E iniciaban el año alegremente y pensando entre sus dientes “el otro será mejor”.
Ya sus mentes se disponen a idear y maquinar, cuál será el niño más rico, más sabroso, más jugoso y delicado al paladar.
Los vecinos se preguntan porque estas señoras un día tan maltratadas al siguiente están tan bellas, tan sonrientes, delicadas.
Tirurin tirurado este cuento ha terminado.
(No esperen más de mí este año, que los sesos me quedaron exprimidos y arrugados) (jajajajaja)

Patricia Lara Pachón.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Triste

"Triste cuando uno de esos recuerdos en los que te acurrucabas cuando estabas sintiendote solo o mal se muere"
P.L.P

lunes, 27 de octubre de 2014

Basura




Uno guarda unas cosas porque quizá en un momento las necesite. Otras; porque las desea mandar a arreglar o componer.  Unas más porque son recuerdos invaluables.  Otras cosas son absolutamente necesarias y así.  La casa se llena de trebejos varios que a veces ni alcanza uno a limpiar y van acumulando polvo y telarañas.  Eso; en lo físico.  Pero ya hablando de la mente, la cosa es otra.  Uno a veces desea enterrar los recuerdos, olvidarlos por siempre y de pronto retornan a hacer daño unos y otros a alegrar el espíritu.  Uno sonríe como bobo a ratos y se siente feliz.  Otros por el contrario; el decaimiento es tal que lo apachurra a uno.  A veces es la ira que regresa igualita que antaño o hasta más grandecita; como si hubiera sido cuidada con amor y abonada.  ¡Hijuemadre!
No sé por qué me toca, cada tanto relamer los recuerdos.  Esto de agarrar un objeto y dejarlo en una caja o pensar en tirarlo o agarrar un cajón y observar lo que tiene adentro y  confesar el alma.  Hablar con uno mismo y empezar de nuevo o de viejo.  Pues las cosas están ahí; se quedaron guardadas esperando que las retome un día; y nada.
Patricia Lara P.

Aquellas cosas que no me gustan

 Aquellas cosas que no me gustan Aquellas cosas que no me gustan, sencillamente porque soy cansona. Trato de odiar poco, así que esa palabra...