martes, 14 de octubre de 2014

Arrebol



(una ilustración de doña Yolanda de la Colina Flores)

En serio me gustaría tener una escoba voladora y barredora.
Volar en las noches tibias y barrer en las mañanas frías.
Volar y conocer gentes, lugares.
Barrer lo que molesta, lo que duele, lo que mortifica.

Un día tocan a mi puerta y...  ¿Qué creen?  Hay una escoba abandonada en ella.  Seguro fue una escoba con familia, que se cansó de cuidarla y decidió encontrarle a un buen hogar.
Por un motivo que desconozco pensaron, intuyeron o a lo mejor su dueña adivinó que yo podría cuidarla. 
Si soy una buena mamá para mis hijos;  puedo ser una buena madre para una linda y ya ajada escoba; un poco maltratada por el tiempo y los vuelos; muy seguramente largos;  realizados.  Además no voy a salir mucho de paseo así que será ella misma, ya ansiosa de cielo,  la que me diga "volemos".
Mi escoba en la nota que trae pegada dice llamarse "Arrebol".  Me encanta su nombre.  Miro a los lados y no hay nadie.  O bien su dueña anterior se ocultó o corrió y ya no hay forma de alcanzarla.  A lo mejor también, es posible, consiguió una escoba nueva.  Un modelo actual más rápido y menos ruidoso. 
Amorosamente entro a Arrebol en mis brazos.  La miro, la contemplo arrobada y me doy cuenta que es la escoba con la que siempre he soñado.  Esta noche empezaré a hablarle, a prepararla, a hacer que me conozca, a acariciarla  y conocerla pues el último día de este mes viajaremos muy lejos.
Ya saben, si me ven pasar rauda entre las nubes y cerca de las estrellas;  recuerden que Arrebol va conmigo.  Dígannos adiós con una mano y con la otra, no olviden regalarnos un beso.

Patricia Lara P.

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