sábado, 23 de diciembre de 2023

Una selección "aleatoria" de apartes de mi vida


 



















Fantasmas de las navidades pasadas

 

Han llegado los fantasmas de las navidades pasadas... Y duelen.

Éste tiempo no es para nada alegre y venturoso. Por lo menos para mí no lo es.
Me siento tan triste en éste momento. Así... De la nada, por nada. A lo mejor soy malagradecida. A lo mejor dormir tan mal me está cobrando factura.
Bueno... Pondré mi mejor sonrisa como siempre. Ahí voy...
Yo, la pesioptimista.

Patricia Lara P

Los sueños sueños son


En el principio de mis tiempos yo no soñaba. Bueno, si lo hacía. Eran sueños mientras dormía. Pero no imaginaba mucho el futuro. 

La vida me fue llevando, así como sin querer.
De pronto un día empecé a soñar, a desear, a imaginar el futuro. Mi futuro.
No se si es egoísmo. Pero ahora pienso en lo que quiero en mi vida. Y me veo, me visualizo.
No se si sea pronto o no. Pero de que consigo lo que quiero... Lo consigo.
Yo aquí...
Viéndome.

Patricia Lara P.

Valió la pena

 

Al tomarle las manos las sintió húmedas; heladas, recordó entonces su infancia en las tierras frías. Cuando salía muy temprano en la mañana a ver las huellas de los caracoles y babosas, para seguirlos, tomarlos en sus manos y jugar un rato con ellos. Fue una niñez trágicamente igual a esa sensación momentánea. Que de todas formas no le pareció en ese mismo momento dolorosa, ya que los ojos que observaba, eran brillantes y a pesar del miedo atrevidos.

Olvidó entonces esas manos y se dedicó a ver sus ojos, su respingada nariz y su boca humeda y dispuesta al beso.
En ese mismo instante la infancia y juventud se vieron venturosas. Le habían conducido a éste instante y por lo tanto, todo había valido la pena.

Patricia Lara P

Esos momentos

 

Existen esos momentos en la vida en los cuales uno siente que las cosas van a cambiar. Obvio uno se resiste. Pero... A veces no es una opción que uno pueda tomar o no. La vida es así... Indescriptible. Como que lo va orillando a uno. Como que lo empuja, lo "obliga" a tomar decisiones sí o sí.

No quiere decir que los cambios sean malos. 
Empezamos cada día así que reiniciarse es lo nuestro. Uno se muere cuando se muere, así que mientras hay vida hay que ir por ella. A veces plácidamente, otras de tumbo en tumbo.
Bueno... Aquí estoy yo, pensando que lo conocido puede quedarse atrás y habrá que emprender nuevos caminos.
Yo aquí.
Elucubrando, pensando, llenándome de arrestos para seguir.

Patricia Lara P.

La píedra

 La piedra, María la O y yo


Pues qué les cuento. Que llena de desolación salí a caminar. Sin darle cuenta apenas, encuentro ese camino de tierra, llano; árboles, arbustos, rastrojo, hojas secas y demás, y al borde del camino, allí a un lado y como perdida en el paisaje estaba esa enorme piedra. La miro primero como al descuido y luego con asombro. Me aproximo, la rodeo, la palpo. Busco en ella el hueco que quien sabe quién taladró un día.
Era yo una nena aún, y en la entrada de la casa de mi abuela, estaba ella. Bueno... Estaban ellas. Mi abuela María la O y la piedra.
La usábamos para entre otras cosas sentarnos. Yo además, jugaba a plantar maticas en el susodicho orificio. Ponía en él huevecillos de lagartijas, y a veces escupía allí queriendo hacer un pozo.
Los niños nos entreteníamos con gran facilidad en muchas pequeñas cosas.
Bueno, regreso al tema... Ahí estaba la piedra tal y como yo la recordaba. Y al fondo del camino también estaba la casita blanca de puerta y ventana rojas. Y sí, en la minúscula cocina de fogón de leña estaba también ella. Mi hermosa abuela. Mi querida María la O.
Curiosamente, cada vez que ella en su infinito amor y sabiduría sabía que yo estaba triste, sola, descolocada. Ella se daba mañas, y llegaba. Llegaba a mí para consolarme, para decirme que las cosas pasaban por algo. Que la vida era eso y que pronto todo estaría bien.
Así era ella, así es ella.
Lindo además. Que llevara a mi camino la piedra. Para decirme muy seguramente, que lo que me pasaba era incluso hoy, un juego de niños.

Patricia Lara P

Irremediable

Fue amor a primera vista, verse y amarse. Irremediablemente perdidos en el tiempo y en la distancia. Curiosamente pasaban frente a un motel. Y al cruzarse sus manos se agarraron y caminaron hacía la puerta, y de allí a un cuarto indefinible. Se amaron lentamente primero y con un loco frenesí después.  Se vistieron despacio. Él en el baño y también él recogiendo sus ropas que fueron arrojadas al piso, a la cama igual que palomas muertas.

Salieron juntos de allí, aun tomados de la mano y luego y sin verse siquiera, se dieron la espalda mutuamente.
Cada uno prosiguió su camino. Ninguno supo el nombre, el apellido, el teléfono, o dirección alguna del otro.
El amor murió así como nació. Igual nadie puede dudar que fue a primera vista.

Patricia Lara P

Cada cosa en su lugar

 

Todas las cosas tienen un lugar. Me imagino que en todos los hogares del mundo se hace lo mismo.

Una cosa llega e inmediatamente se ubica en un sitio. Puede ser temporal mientras se le busca su espacio definitivo o por lo menos, más definitivo. 
Lo cierto del caso es que en mi casa, no se si en todos los hogares del mundo mundial. Algunos, que no quiero nombrar pero que miro con resquemor; sacan los elementos, los usan y después se quedan olvidados ahí o en cualquier otro espacio indescifrable.
Bueno... ¿Porqué es tan difícil poner las cosas en su lugar? 
Últimamente siento que es el desorden mental el que impide el orden físico. 
Adicionalmente es casi imposible para una sola persona acomodar todas las cosas y recordar luego dónde lo hizo.
Termina uno escondiendo el desorden.
¡Ah bestia!
Yo aquí... Pensando pensamientos pensantes luego de poner la sal en su sitio, la salsa soya, el afilador de cuchillos, los residuos de verduras y otras cositas más. Y eso solo fue en la cocina...
Yo.
La quejumbrosa,
Patricia Lara P

Y me encantaron

Los vi caminar lentamente, tomados de las manos. Entre los dos, fácilmente 170 años.

Cachucha negra, camisa blanca, pantalón negro, cargaderas y tenis.  Babuchas, jeans, blusa estampada en minúsculas rosas rosas, cabello corto ensortijado y casi todo blanco, ella.
Los vi caminar lento pero sin pausa, tomados de las manos. Con la familiaridad de los años, de lo cotidiano. La familiaridad de haber recorrido casi toda la vida... Juntos.
Fueron una imagen desplazándose frente al árbol de navidad del aeropuerto. Casi una aparición magnífica.
Tenían la seguridad de alcanzar ese avión, pues la vida los habia enseñado a salir con tiempo. 
Mas ahora por cierto. Ya que los años no les permitían esos afanes.
Los vi y me encantaron.

Patricia Lara P

Las torres II

 Ahí están ellas dos. Iguales y distintas. Una caducó en el tiempo mientras la otra, joven y ¿Bella? se apropia del espacio. Ni disculpas pidió.  Llegó para quedarse. ¿Por cuánto tiempo? No se sabe, ni ella misma lo sabe. Pero la certeza está allí; mirándola en lontananza. Es como si le avisaran que por mas joven que sea, llegará el momento en que envejecerá... Caducará. Y claro. Vendrá otra como ella, quizá igual a ella. Pero cargada de belleza y juventud.

Sucede en todas las situaciones, tan real como la vida misma.

Patricia Lara P

Las torres

 Ahí están ellas dos. Inhiestas. Absurdamente hermosas y altivas. La segunda reemplazó a la primera en funciones. La segunda y moderna cumplirá con sus funciones a cabalidad durante un buen tiempo. 

Aquí estoy también yo. Después de mi madre y ella antes que mi abuela y claro, también está mi hija.

Patricia Lara P

Soy pero no soy

Paso por aquí para confirmarles lo que siempre les he dicho. La mujer de mis fotografías no soy exactamente yo. Es decir, soy pero no soy. Por un lado la belleza que ya traen implícitas las cámaras y por el otro lado, las mil y una tomas para elegir una. Aquella yo, que tenga la mejor sonrisa, la mas tierna mirada, la piel mas tersa.

Paso a recordarles que la vida está aquí; desde donde escribo. Y que la que se ve en las redes sociales es una construcción propia. Es una mujer sonriente y divertida tooodo el tiempo. Diferente de la del cotidiano. La que limpia y cocina, la que se va de tiendas, la que es madre y esposa. La real.
He dicho.
Yo.
Patricia Lara P.

Gotas de lluvia

 Llueve, escucho las gotas caer una tras otra. A veces rápido, otras muy lentas. Bailan, se toman de sus preciosas manecitas y lo mojan todo. La tierra, los cuerpos, las almas. Ellas siguen así.  Bailando y cantando. Yo, me dejo llevar y sin pensarlo tanto en gotas de lluvia me transformo.


Patricia Lara P

Y ya no veo

 


Les cuento. Porque contar es lo mío (igual a el Conde Contar). Que tuve que dejar de depilarme las cejas porque ya no veo. Es decir, con gafas si, pero sin ellas no y como ellas están en la línea de las cejas pues pailas. Jajajajaja. Bueno, ya les conté la triste historia. Claro que aun no termino. El maquillaje tampoco se logra jajajaja. Me río por no llorar. Ahí está... Esa es la historia de hoy.
Yo. 
Como siempre hablando de cosas muy importantes.
Patricia Lara P

El avión

 El avión, el avión

gritaba Tatú en la sala, esperando a que los clientes desembarcaran.
El avión, el avión
gritan los niños al lado de la pista de aterrizaje.
El avión y saltan
El avión y daban palmas
El avión y los gritos alegres resuenan.
Quizá algún día, puedan dar palmas y reír a carcajadas adentro de un avión.
Quizá ver por las ventanillas las nubes blancas y esponjosas los llene de alegría.
Ver casas y edificios minúsculos.
Y personas como hormigas.
Quizá sea mas pronto que tarde tanta felicidad 


Patricia Lara P

Aferrada a algo

 Se aferró a ella con todas las fuerzas de su alma. Ya en el cuerpo no le quedaban muchas. Era solo unos alambres prácticamente oxidados y unos trozos de tela que colgaban desmadejadamente. Girones antaño multicolores.

Se aferró a ella como si la vida le fuera en conservar aquella sombrilla que le recordaba los tiempos de libertad y que en el cautiverio le servía para guarecerse de la lluvia o del sol.
Bueno, en realidad hoy no prestaba mas servicio que el de hacerla sentir que tenía algo. Que era dueña de algo.
En momentos como estos en los que amenazaban con quitársela, ella pensaba que prefería la muerte a perderla. Así que se aferró a ella con toda el alma.

Patricia Lara P

Integra

 Aquí estoy... Integra, entera. 

Quisiste destruirme, convertirme en las ruinas que tu mismo eres. Pero no. Soy mas fuerte que tú. Si un pedazo de mi se cayera, renacería de nuevo. El fénix es quien  se parece a mí, yo no a él.
Aquí estoy... Imperterrita. Viendo como te asombras. Tus pataditas de ahogado no me alteran. A mi nada me amilana. Las tempestades solo despeinan mi melena y quizá la enreden un poco. Pero mas que eso; nada.
Aquí estoy. Mírame nacer y renacer, brillar.
Tu conmigo no puedes.
Patricia Lara P

Piensa de más


Tiene unas enormes ganas de correr, de caminar al menos, un paso al frente cada vez. Pero, algo se lo impide. Quizá ella misma. ¿Habrá desarrollado acaso el síndrome de Estocolmo? Jajajajaja. 

Seguro no lo es, pero igual ella misma se impide caminar, correr, arrojarse al vacío.
La vida es eso que pasa mientras dudas. (Seguro que alguien ya lo dijo. Y muy seguramente lo dijo mejor).
Bueno, las ganas de correr cada momento se acumulan más. ¿Tendrá similitud con la gota que rebosa la copa?
Cuándo hay cosas que decir, se dicen. Cuando hay cosas que hacer se hacen. Ese ha sido su lema, pero al momento de caminar sin mirar atrás, ahí no hay lema que valga.
Y sigue y sigue divagando...
Esa es ella... Una mujer que piensa mas de la cuenta.

Patricia Lara P

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...