miércoles, 11 de enero de 2023

Como saber que hay uvas

 Como saber que hay uvas

Y que están verdes
Puedo decir
Que vivir es una trampa
De la que únicamente se sale por la puerta de atrás
Aquella que abrirá la parca
Dicen
Los que saben
Que nadie se muere la víspera
Así
Que algunos 
Al intentar salir
Sin fecha ni hora
Se pueden condenar a suplicios
Inimaginables
Ya 
Que si era malo antes
Seguir
Contrahecho o desecho o maltrecho
Quizá destrozado, desfigurado y desolado
Seguro será aún peor
Hmmmm
Yo me entiendo.

Patricia Lara P

Fractura/ruptura

 Fractura/ruptura 


Se fracturó cada uno de sus huesos
La piel estalló por diferentes partes.
Alguna rota por huesos puntiagudos
Otra por el golpe infrahumano.
El corazón roto estaba desde antes.
El acantilado fue su única solución.

Patricia Lara P

Don Borges

 Escucho a un gato chillar lastimeramente. Corro al balcón a ver si lo veo. Borges grita desesperado, está el triple de tamaño de lo que es debido a lo erizado que se encuentra.

No me percato del vecino intentarlo calmarlo.
Bajo las escalas corriendo. Abro la puerta y él entre feliz y enojado entra.
Lo abrazo preguntándole porqué estaba en la calle. 
Al parecer saltó desde el balcón pero está arrepentido.
Allá está al lado de su platito comiendo para tranquilizarse.
Estos mininos curiosos. 
Afortunadamente no pasó nada malo y el ya está en casa de nuevo.
¿Aprendería algo?
Yo.
Patricia Lara Pachón

Sepulcros blanqueados

 A veces la gente ora, va a misa, se confiesa, hace actos de contrición, se arrepiente quizá de boca para afuera. Se siente mejor que los otros. 

A lo mejor en serio piensa que obra bien, que hace lo correcto.
Pero... 
Está en un error terrible.

Patricia Lara P

El

 Él

 _(o cómo destruir un escrito de la Doña con mi locura delirante)_ 

Todo está a oscuras. Ya es de día, pero aún no despunta el alba. El silencio es casi total. El mundo duerme. Escucho una respiración pausada, profunda que me recorre la espalda.
Ya Él vino a exigir su comida. Se paró, como hace tiempo no hacía, frente a mi cara y con su etérea mano acarició mi rostro. Él sabe lo que quiere y cómo lograrlo. Obviamente, lo consiguió. Además, recibió un par de besos en la cabeza y el estremecimiento de mi excitado cuerpo, que ya añoraba su visita. Amé, como siempre, al pequeño halo que me invadía, mientras me hacía ronditas por las piernas. Se llevó su beso también (y una que otra caricia enardecida), junto a su acostumbrada provisión de sangre.
Hay gente que se molesta porque -con su frío espectral y sus ojos vidriosos- llegan madrugados a pedir ser atendidos. Yo no. No es que no me dé trabajo levantarme (¡cada visita me agota sobremanera), es que lo prefiero en mi vida a pesar de las despertadas temprano, del afilar de uñas en mi espalda, de los temblores sobre la cama, del 
aullido suavecito de un lobezno que ansía complacerme a lo grande.
Bueno... Ya lo saben todo. Él es la causa de mi placer y mi agotamiento, de mis noches de excitante dolor, de mi placer y mi cansancio después de cada luna llena . Amo a mi espectro.

B. Osiris Bocaney 

El mundo duerme

El silencio es casi total. El mundo duerme. Escucho la respiración pausada.

Ya Bástian vino a exigir su comida. Se paró frente a mi cara y con su manita me acarició el rostro. Obviamente la consiguió. Además de ella recibió un par de besos en la cabeza. Alimenté al pequeño mientras me hacía ronditas por las piernas. Se llevó su beso también.
Hay gente que se molesta porque llegan madrugados a pedir ser atendidos. Yo no. No es que no me de trabajo levantarme, es que los prefiero en mi vida a pesar de las despertadas temprano, del afilar de uñas en la cama, del maullido chiquito que se podría convertir en grande.
Bueno... Ya lo saben todo. Amo a mis gatos.
Yo,
Patricia Lara Pachón

Lavanderas


Ayer, en una conversa con la doña. Por WhatsApp, mensaje de voz viene. Mensaje de voz, va. Le canté el cumpleaños feliz a su bebé ya una mujercita hermosa, con el ruido de fondo de mi lavadora. 
Recordó la doña entonces los cánticos de lavanderas en el río y ahí, en ese mismo instante mi corazón memorioso me llevó a la quebrada que recorría un camino tortuoso hacia el río Cauca.
Vi un grupo hermoso y colorido de mujeres y niños. Ellas hablando a gritos para poder ser escuchadas por todas, mientras remojaban la ropa, le ponían jabón y la golpeaban contra las rocas. Los niños saltando de piedra en piedra, o sumergiendo los pies en el agua, rompiendo las burbujas vibrantes, brillantes y tornasoladas que el jabón de tantos golpes construía bellamente.
Esa imagen vibró en mi memoria, mi corazón se pausó un instante y luego saltó feliz, regocijado por ese hermoso momento.
Vi a mi abuela, con esos ojos brillantes, una sonrisa medio dibujada debido al cigarrillo que tenía entre los labios. (Creo que fue la única vez que la vi fumando). Vi su piel tersa, sus manos bellas a pesar de las duras labores que desempeñaba. Vi su falda remangada para evitar mojarla. Y ví su amor por mí.
Ay Dios, con los años me he dado cuenta cuánto amé a mi abuela María la O.
Mamita siempre tendrás un nido en mi corazón. Y sé, con seguridad absoluta que anido tiernamente en el tuyo.
Yo aquí, llenándome de tu ternura.
Patricia Lara Pachón.

Un tamal gordo y popocho

Este era un tamal gordo y popocho que decidió un día que viviría eternamente. Agarro sus bártulos y se dió a la tarea de llegar al polo norte. Pensaba él quizá erróneamente que el frío polar la permitiría hacerlo.
Cómo no disponía de otros recursos que sus hojas y su cabuya decidió ofrecerlas al mejor postor.
Una anciana se quedó con la pita de cáñamo que usó para atarse una alpargata que ya se le caía de los pies.
Un fraile se quedó con la hoja de viao, la cual cortó primorosamente y uso como separadores en sus libros de cabecera.
Ya desnudo nuestro tamal y expeliendo todas sus fragancias y aromas fue devorado en segundos por la vieja y el fraile. Los cuales se decidieron a ahorrarse unos cuantos "riales" desapareciendolo.
Bueno... No siempre de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. El camino al polo norte no fue la excepción.

Patricia Lara P

Las aventuras de la hallaca viajera

 Las Aventuras de la Hallaca Viajera


Érase una vez, una hallaca que tenía un rollo de pabilo por mascota.  Como no quería ser comida en Navidad, el 21 de diciembre, apenas salió el sol, ¡chácata!, saltó de la olla, cogió sus macundales y, pabilo en mano, se fue a recorrer mundo y a conocer a otros platos navideños rebeldes.  Dicen que iba a pasar por casa de Adriana, recogiendo unos bollos que están calientes con el tema de que ella dizque anda haciendo dieta y los preparó con afrecho y harina integral... !pero eso es cuento para otro día!

🤭🤭

B. Osiris Bocaney 

Rutina de desvarios

Pretendía darte esto como felicitación y regalo de aniversario.  Al final, egoísta -o distraída- yo, ni te felicité, ni te obsequié... Van mis felicitaciones... Y mi regalo (impropio, por demás) 🤭🤭


Rutina de Desvaríos (4)
Soy un corazón solitario que se asolea en las playas de esta isla.   A pocos metros de mí, cinco delfines chapotean en las cálidas aguas tropicales. Desde el cocotero, una bandada de pericos parece cantar conmigo la melodía que tarareo, mientras a mi alrededor crecen ocho margaritas de color rosa.  Un intenso olor a coco y cacao me inunda el pecho.  En el calor sofocante, me derrito lentamente y soy una con la playa.  La playa de chocolate con adornos de delfines.  Soy un corazón, medio corazón que sangra sirope de fresa. Canto y sonrío mientras miro mi reflejo en el prístino cristal de esta copa de helado.  No es arena lo que arde bajo mis pies, trozos dispares que han de cantar una crocante melodía en tu boca.  Salto desde el borde de la copa justo a tiempo para pagar el servicio. Me sujeto fuerte de tu brazo y, tarareando mi canción, me dejo acompañar por las aves y los delfines que se vinieron a vivir en mi estómago.  Suspiro.  El aire huele a sirope de fresas y chocolate.  Camino y, de tu mano, me derrito inundando el pasillo con chocolate amargo y el sirope que me regalaste en un beso.

B. Osiris Bocaney 

Ahí pensando


Yo escuchando mis canciones favoritas y cantando a grito herido. Miro a mi hijo que ya sabe una otra letra. "¿No dices que no te gustan?".

"No me gustan". Responde inmediatamente... Al principio pensaba que era un horror despertarme así todos los días. Hoy por hoy pienso en lo terrible que será cuando eso no suceda. 😭😞☺️

Patricia Lara P

Tóxica

 Tóxica

Tóxica, resentida, egoísta, mimada... y otros tantos calificativos, nocivos, nefastos.
Loca, inventiva, viendo cosas donde no las hay.
Imaginando.
Cuestión de vida o muerte.
Me hieres y te hiero y lo hago porque tengo que hacerlo en defensa propia.
No odio, pero pongo un pare en el camino y me alejo por lo menos emocionalmente.
Me hieres, me defiendo.
Si eso es ser tóxica... Lo soy.

Patricia Lara P

Ops

 

Y dice mi hijo mientras vemos una serie en la televisión. "Esa mujer me encanta". Y yo le respondo... "pero si tiene cara de batea"

Un mini segundo de silencio. Y luego el dice: "Sí ".
Ahí me quedo así como plop. Y pienso... Que hijuemadre criticadera la mía.
Jajajajajaja
Me gana la lengua. Tengo que aprender a controlarla.
Yo aquí pensando pensamientos pensantes, pensado en que debo ser mejor jajajaja
Claro que para ser sincera, mejor es imposible jajajajaja
Yo.
Patricia Lara Pachón

Esa niña que yo tanto cuido


A veces la niña que fui sale y baila con el viento,salta sobre las hojas secas y deja que el sol dore sus cabellos.

A veces la bruja que soy brilla por su ausencia y yo la necesito aquí... Odiativa.
La mayoría de las veces la que está aquí es éste cascarón tan lleno de nada y tan vacío de todo. Y siente que solo está sobreviviendo.

Patricia Lara P

Una candelita

 Una Candelita


El 8 de diciembre, desde el amanecer, Jade dispuso todo para la festividad: el flan, las masitas secas, el _"calentaíto"_ que espantaba el frío y cada año sumaba fama en la cuadra por su particular sabor cítrico y hasta unas tarjetitas personalizadas con mensajes alusivos a la festividad, al Adviento y a la Navidad, elaboradas todas con el papel artesanal de colores pasteles, que tan afanosamente producía en su taller con lindos detalles de hojas, pétalos, insectos y semillas.

A mediodía ya la sala y el zaguán eran un primor y, al caer la tarde, tal como era su costumbre cada Día de la Inmaculada Concepción, Jade se sentó en el quicio de la puerta y cantó dulces melodías a la Virgen, agradando a los vecinos y viandantes que se fueron sumando a la velada.  A las ocho, luego de la celebración de la Palabra, rezaron una novena, entonaron cánticos religiosos y compartieron sus dulces y viandas y el consabido _calentaíto_, porque el clima, así como la fama de su sabor y aroma demandaban su obligada degustación.

A las diez y media, ya los efluvios de la bebida espirituosa hacían su efecto. Las risas se oían a lo largo de la calle en cuyos brocales ya se habían apagado muchas velitas, colocadas con fervor para la ocasión, y se encendía el ánimo de quienes aún se congregaban en torno a la puerta y el jardín de Jade.  Ella, sonriente, servía entremeses que parecían no acabarse nunca y nadie notaba en qué momento soltaba la guitarra para ir zaguán adentro, regresar aprovisionada de una nueva bandeja de delicatesses locales y retomar la música y el canto, que ya hacía evocar a una noche de boleros en íntimo, con complacencias, cuentos de historias compartidas y más risas que fueron siendo menores alrededor de las 12.

Con la misma agilidad y sutileza, cuando todos se hubieron marchado a sus casas, Jade tuvo todo limpio y en orden.  Sonriendo nostálgicamente, se sirvió una copa del vino tinto que guardaba para ocasiones especiales.  Escanció uno, dos , tres tragos y allí, sentada en la sala de su casa, prendió una última velita y conversó con su suegra, entrañable amiga de tantos años y compañera consuetudinaria de los meses recientes, desde el inicio de la pandemia.  Bromearon -como era su costumbre- sobre la vida, la muerte y los avatares de la existencia en los tiempos modernos.  Volvieron a reír.  Las mejillas de Jade estaban coloradas y la habitación se sentía extrañamente cálida cuando Doña Encarnación se despidió de Jade que, en el sopor del momento internalizó que aquella escena que le era tan grata tenía algo particularmente sobrenatural.  Doña Encarnación dio un abrazo a Jade, quien volvió a bromear con el halo de frío que rodeaba a la anciana, a pesar del calor reinante en la salita y por un instante pensó en la diafanidad de esta vieja amiga que ya venía casi a diario a acompañar sus veladas, preguntándose en silencio cómo se sentiría eso de estar muerta. La suegra, sonriendo socarrona y tiernamente, le dijo: "¡Pronto lo sabrás!, y despareció por el zaguán, rumbo a la puerta de la casa. Jade sonrió, suspiró y vació el oscuro liquido que aún quedaba en la copa.

Aunque en la habitación el calor era intenso,  Jade sentía las manos heladas. A pesar de ello, sus ojos centelleaban y no alcanzaba a ver más allá de uno o dos metros, porque el resplandor la enceguecía.  El frío era como un fluido metálico que la atravesaba en todas las direcciones. Sopló sus manos para darse calor y en un momento se vio volar en millones dé partículas, calle abajo, dispersa, como el resto de las cenizas de la que hasta ayer fuera su última morada.

B. Osiris Bocaney 

Sueños o pesadillas

Desde el miércoles en la noche sentí que tenía la garganta afectada. Igual encendimos las velitas para iluminar el camino de la virgen María.

Ayer me sentía mal pero no tanto. Ya por la noche y entendiendo las velas de nuevo, el malestar fue mayor.
Me acosté a dormir y me tomé un acetaminofén. 
Soñé, soñé con mi suegra. Doña Leo llegaba a un sitio en el que yo cuidaba una enferma. Habían muchas personas. Cuando la ví le pregunté muchas veces si estaba ella bien. Me respondía que sí,  así como malgeniada  un poco debido a mi insistencia. De pronto yo caí en cuenta que ahora en ese cuarto estábamos solo nosotras dos. Y entendí con un poco de sorpresa, que ella llevaba varios años fallecida.
En eso la iluminación llegó pues ella me dijo, estoy bien... Ahora mismo tu lo vas a ver.
Hmmmm
Siempre pensé que cuando fuera yo a trascender vendría por mí mi abuela María. Y pues no. 
Yo aquí recordando mi sueño y pensando pensamientos pensantes.

Patricia Lara P

Pesebres con amor

 Decidida como estaba y llena de ardor navideño se introdujo con dificultad en ese espacio atiborrado de cosas. Ahí descansaban desprolijamente los adornos que habían decorado muchas navidades pasadas.

Con cuidado sacó una a una las cajas ya maltrechas por el uso y el abuso. Encontró tambien ramas del árbol navideño que desde hacía tiempo habían destrozado los gatos. Muy a pesar de eso ella amaba su pino pues con el tiempo se había vuelto único y personal.
Los dos últimos diciembres había hecho lo mínimo posible y al momento de recoger lo había hecho de manera similar. Así que en este momento decidió hacerlo sin prisa y sin pausa.
Encontró cosas que no veía hacia ya tiempo. 
Amó sus objetos de nuevo. Muchos de ellos confeccionados con sus propias manos.
Puso luces, acomodó minúsculos pesebres. Armó dos más, muy pequeños. 
Limpio, sacudió y después al ver su obra su corazón saltó de alegría.
Fin.

Patricia Lara P

Cuando él

Cuando él daba los abrazos de año nuevo no se le cruzó por la mente que eran los últimos que daría.
Jamás se lo habría imaginado ya que pensaba que moriría de viejo, en su propia cama y rodeado de toda la familia.
De haberlo intuirlo, habría dado abrazos más largos y apretados.  Habría mirado directamente a los ojos y de sus labios habrían brotado más palabras de amor.
Incluso, habría pedido perdón por todo. Por lo malo, por lo regular e incluso por lo bueno.
Habría tenido temor por ellos. No por él. 
El tiempo restante lo habría usado para prepararlos para la vida solos.
De haber sabido que sería su último año nuevo habría muy seguramente amado más y mejor.

Patricia Lara P

Ya no salgo bien en las fotos

Fui a un paseo en éstos días. Estaba sentada viendo mi celular mientras le prestaba sin querer queriendo oído a las conversaciones a mi alrededor.

De pronto escucho a una señora que dice: "ya no salgo bien en las fotos" "cada día estoy más fea" "estos años me están cayendo muy mal".
Levanto mi cara y la miro. Una mujer normal y corriente.
Ella sigue: "ésta pantaloneta se me ve muy mal" "habría que recortar de foto de la cintura para abajo a ver si funciona algo"
Dejé de prestar atención pues me quedé pensando en lo malas que somos con nosotras mismas. Total los años no pasan en vano y nos cobran con canas, manchas y arrugas. Y eso sin hablar de unas cositas peores.
Yo
Aquí pensando pensamientos.

Patricia Lara P

El sastrecillo valiente

 El sastrecillo valiente


El pueblo estaba siendo desolado por un grupo de asaltantes. Eran alrededor de 10 maleantes que no dudaban ni un instante en asesinar a cualquiera que se opusiera o interfiriera en su camino.
No muy lejos de allí vivía un chiquillo, nieto de una anciana algo ciega y algo loca.
Un día la abuela dejó sobre el mesón de la cocina la cena del muchachito, el cual al llegar a tomarla la vio llena de hormigas culonas. Enormes ellas, con sus pinzas afiladas dispuestas a herirlo a la mejor provocación. 
El niño las vio y sintió mucho miedo, así que agarró un limpión de la cocina y temeroso y todo apachurró de un manotazo 7 hormigas.
Las otras huyeron despavoridas, llevando en sus espaldas un par de cadáveres.
El muchachito se sintió envalentonado y muy fuerte, así que en el mismo trapo escribió con letra contrahecha.  "Maté siete de un golpe".
Sonreía feliz mientras la gente del pueblo se arremolinaba para ver quién había realizado tamaño hazaña.
Obviamente la gente desconocía la realidad de la situación, así que su historia empezó a recorrer caminos.
Y fue tan renombrada que llegó hasta el pueblo vecino, en dónde la necesidad de protección contra los maleantes era tanta que no dudaron ni un instante siquiera en llamar el chiquillo.
Prontamente fueron por el a su casa y le pidieron por favor que los defendiera de los asaltantes de caminos.
Obviamente y como bobo no era salió huyendo del pueblo.
Corrió y corrió tanto que solo se veía el polvero.
¿Era el en realidad el sastrecillo valiente?

Patricia Lara P

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...