miércoles, 11 de enero de 2023

Lavanderas


Ayer, en una conversa con la doña. Por WhatsApp, mensaje de voz viene. Mensaje de voz, va. Le canté el cumpleaños feliz a su bebé ya una mujercita hermosa, con el ruido de fondo de mi lavadora. 
Recordó la doña entonces los cánticos de lavanderas en el río y ahí, en ese mismo instante mi corazón memorioso me llevó a la quebrada que recorría un camino tortuoso hacia el río Cauca.
Vi un grupo hermoso y colorido de mujeres y niños. Ellas hablando a gritos para poder ser escuchadas por todas, mientras remojaban la ropa, le ponían jabón y la golpeaban contra las rocas. Los niños saltando de piedra en piedra, o sumergiendo los pies en el agua, rompiendo las burbujas vibrantes, brillantes y tornasoladas que el jabón de tantos golpes construía bellamente.
Esa imagen vibró en mi memoria, mi corazón se pausó un instante y luego saltó feliz, regocijado por ese hermoso momento.
Vi a mi abuela, con esos ojos brillantes, una sonrisa medio dibujada debido al cigarrillo que tenía entre los labios. (Creo que fue la única vez que la vi fumando). Vi su piel tersa, sus manos bellas a pesar de las duras labores que desempeñaba. Vi su falda remangada para evitar mojarla. Y ví su amor por mí.
Ay Dios, con los años me he dado cuenta cuánto amé a mi abuela María la O.
Mamita siempre tendrás un nido en mi corazón. Y sé, con seguridad absoluta que anido tiernamente en el tuyo.
Yo aquí, llenándome de tu ternura.
Patricia Lara Pachón.

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