miércoles, 20 de julio de 2022

Y me desperté contenta

 Y me desperté contenta

a pesar de los pesares
y sonreí muy gustosa
y me llené los pulmones
y mis ojos caramelo
brillaron como brasas encendidas
y mis mejillas tan blancas
con la caricia del viento
dichosas se sonrojaron.
Ante tanta plenitud
no falta quien la destroce
y de un solo manotón
como un mago malvado
hace que todo se evapore.

Patricia Lara P

Cosas imposibles de hacer

 Cosas que son difíciles, casi imposibles de hacer en esta vida.

- Poner el papel higiénico en porta papel del baño.
- Encontrar el jabón, destaparlo y votar la caja en la papelera.
- Dejar la toalla abierta, no arrugada, para que no coja mal olor.
- Tender la cama.
- Poner la loza sucia en el lavaplatos.
- Dejar las cosas en su sitio.



Patricia Lara P

Vejentudes

 Y sí.  Uno se hace viejo todos los días. Al principio no se nota pues te haces niño, joven, adulto y adulto "mayor". Ahí uno da un suspiro audible y pum. Eres un viejo. En mi caso en particular pasé de "mamasita" a "madresita". Así de golpe, y sin pena ni gloria. Bueno... Uno le hace la lucha a las arrugas, a las canas, a la barriga incipiente primero y prominente después. Pero... ¿A esos dolores en los huesos, a la tensión alta, a los problemas de la tiroides qué? Jajajajaja. Nada qué hacer. Uno suspira y ya es un anciano que insiste en que se siente de cuarenta. He dicho. Tapo, remacho y no digo más, ya que mis pensamientos pensantes, esos que sirven para salvar al mundo, al parecer han envejecido también.

Yo.

Patricia Lara P

Capitán 2

 *Capitán (2)*


Azabache dormilón y consentido
que devuelve con presencia la atención
que derramas desde tu corazón
al perrito bonachón que has acogido.

Llegó lánguido y clamando por cariño
y tu familia, en pleno, para variar,
de inmediato le reservó un sitial
acogiéndolo cual si fuera un niño.

Hoy no deja de caminar a tu lado,
nada ya los puede separar
¡intentarlo, siquiera, es un pecado!
Capitán ya es familia (y es hogar).

Este negro es un negro afortunado
que trajo dicha y dicha consiguió
a una familia noble que asumió
que en cuatro patas el cariño había llegado.

B. Osiris Bocaney 

Hablado del lenguaje

Veo crímenes mayores y hay una cadávera en el piso. Se le notan demasiade les prótesis mamaries. Hay coses cómo eses que no saben envejecer. Oh, no se me de muche el lenguaje inclusive.

O se use pare unes coses si y otros ne.
Uy, ¿Si me entendieren?

Patricia Lara P

Cuatro botones

 Cuatro botones


Cuatro botones tenía su traje
Cuatro botones y un listón azul.
Cuatro botones y un cuello rosa.
Cuatro botones y un poco más.
Un botón se arrancó de cuajo
El otro de un hilo pendió
El tercero se aferró con saña
Y un arañazo en su mano dejó.
El cuarto botón desapareció.
El listón azul la garganta apretó, tanto tan fuerte que el cuello rosa de rojo tiñó.
Cuatro botones fueron los testigos del horrendo drama que le aconteció.

Patricia Lara P

Sueños

 Soñé un montón de cosas. Los políticos por estos días me traen más loca que siempre. 

Soñé que entraba en auto a un escenario en el cual el "bojote" nos hablaría. El auto tuvo una falla y estuvo a punto de no subir esa rampa larga y pendiente. Logramos entrar y tomé la tercera fila de sillas. El distinguido personaje brillaba por su ausencia, el calor me consumía y yo estaba a punto de irme. Creo que lo que me lo impedía era pensar en la enorme fila de autos.
Cómo estaré de molesta con toda esta situación actual de mi país que ya hasta pesadillas tengo.
Asco de personajes.
Yo.  Cómo siempre contándoles mis tonterías.
Gracias por estar, por leer y por consolarme.

Patricia Lara P

La ratoncita pis-pas

 La Ratoncita (¡pis -pas!)


Vino a mi ventana,
hoy por la mañana,
una ratoncita
blanca y rosadita
que traía flores
y (en mi fantasía)
sus frescos olores
a este nuevo día
le dieron color.

Miró aquí, miró allá
caminó adelante,
y luego un poco atrás
y, después de un rato,
con un grácil salto,
se perdió con rastros
de ¡pis-pas, pis-pas!

Me dibujó una sonrisa
y por un instante fugaz
se disiparon las penas
reflejadas en mi faz
gracias a la ratoncita,
sus flores y sus "pis-pas"

B. Osiris Bocaney 

Promesas

 La primera impresión es que Dios nos había abandonado. Me enojé mucho con él. Lo recriminé, le dije todo lo que me estaba ahogando y bullía en mi interior. Todo me parecía negro, el futuro para nada se veía halagüeño. Él -Dios padre- me escuchó sin interrupciones, solo mirándome con esos ojos cargados de amor. 

Al final, ya vacía de toda aquella amargura me dijo. Eres la primera en mi lista, te he amado siempre. Mis planes para ti son perfectos. Respira y sigue.
No me dijo que pasará a futuro. Pero me miró con sus ojos brillantes y sentí paz.
Aquí estoy yo de nuevo... Confiando y trabajando.
Dios nos bendice.

Patricia Lara P

De antes de las elecciones

 Ayer cuando ví que Federico era sobrepasado en votos por el ingeniero, casi me da un infarto. Luego lo pensé con cabeza fría y entendí que Dios había metido sus manos. La mayoría de nosotros los que le temenos a la izquierda le habíamos pedido que sucediera lo mejor para Colombia. Y exactamente eso fue lo que sucedió.

Los petristes no van a tener argumentos para destruir el país.  Y petro jamás será presidente. 
Le seguiré pidiendo a Dios por mi País e incluso por el ingeniero para que haga lo mejor que pueda por la patria.

Patricia Lara P

El mundo inmisericorde

 Miras el mundo desde lo alto, bebes una cerveza muy fría... Tan fría como el mundo que crees que te mira cuando en realidad es él quien te observa.

¿Quién se comerá a quién?
Puedes morder un poco o un mucho, pero siempre; indefectiblemente es él el que te engulle.

Patricia Lara P

Tornillos y tuercas

 

Ayer fui a Homecenter. Dos tornillos, dos tuercas, dos arandelas y dos empaques, en un paquete bien hecho, costaron un poco menos de 18.000 pesos colombianos. Cuando fui a pagar le dije a la cajera que habría sido mejor cambiar el baño. Nos reímos pues en realidad aunque era muy caro, obviamente el baño lo era aún más.
Vine, puse los tornillos y "listo el pollo". Es decir, solucionado el goteo. 
Ayer mi trabajo fue de fontanera. 
Qué será lo que nosotras no podemos hacer jajajajajaja.

Patricia Lara P

Eterna juventud


 Enloquecía por mantenerse joven, era del criterio de que la sangre de niños, derramada directamente sobre su rostro y cuerpo era el remedio más eficaz. Pero, porque todo tiene un pero... No sé atrevía a robarse un niño y luego asesinarlo. Así que, recurrió a medidas no tan extremas. Hizo negocio con el sepulturero, el cual le suministraba grasa de sus clientes más sanos y rubicundos. Obviamente muertos.  Cada tanto el hombre llegaba con un paquete a su puerta, el cual era recibido con regocijo.  Unos días después, la piel tersa de la mujer, demostraba sus beneficios.


Patricia Lara P

Abrazan recuerdos

 Ahí está. Es el niño que salió de sus entrañas, el niño que vio crecer, pero no tanto como ella quería. El niño que un arrebato de la vida le quitó. Tan pronto, tan rápido que no se enteró siquiera. Hoy lo abrazaba y reía a su lado y luego, en un segundo apenas, lo lloraba en su tumba, le llevaba flores y oraba y  maldecía. Llantos y penas. 

Esa era la vida de ella y la de tantas otras madres que tan solo abrazaban recuerdos.

Patricia Lara P

Fugaces

 Fugaces

Vienen y van, a medias o muy complejos; las más de las veces, con detalles sórdidos, jocosos, impactantes o muy cómicos.  Los más completos son un distractor que casi siempre deviene en una quemadura, o un líquido derramado (y en una sonrisa, a pesar del percance). Son muchos, pero efímeros, ¡fugaces!, como para tener una grabadora de pensamientos que capturara tantas historias, tantos cuentos no natos que no llegan a ser... Uno es el ocaso de otro, o su alborada, y viceversa. Y sonrío, egoísta, por el placer del refugio que me brindan; y triste, por lo fugaz de su pasajera compañía.
Y me pregunto ¿a dónde van a morir las historias que no contamos?

B. Osiris Bocaney 

Cuando me muera

Cuando yo me muera no pienso hacer nada. No digan que cuide a alguien, o que interceda por ustedes. 

Voy a estar reclinada en una nube haciendo burbujas con la saliva y escupiendo de cuando en vez.  Jajajajajajaja.
Yo como siempre, empleando bien mis pensamientos pensantes jajajaja.

Patricia Lara P

La paternidad y el amor


"Algunas personas opinan que no se puede comparar el amor que siente una madre por su hijo, al amor que podría llegar a sentir un padre por él. Dicen que la vida de una mujer cambia, su cuerpo cambia, sacrifica cada pequeño nutriente con el que cuenta, para ofrecérselo al bebé.

Lo que no entienden es que el tipo de amor de una madre y de un padre podrá llegar a ser distinto, más nunca inferior. Aquellas personas no entienden que el cuerpo del hombre también se transforma, su mente jamás vuelve a ser la misma. No entienden que, mientras la madre se dedica 24/7 a cuidar a su hijo, ayudándolo a sobrevivir, el padre se dedica en cuerpo y alma a su vez, a ayudarles a los dos para que, en esta lucha, no les falte nada.

La madre inicia su batalla: ser la mejor mamá del mundo. El padre inicia su propia batalla: cuidar de ellos. Y así comienzan las amplias jornadas laborales, las noches en vela buscando mejores alternativas para construir un futuro mejor, los ausentismos mentales e incluso físicos, apostándole todo al trabajo, porque en el fondo sabe que, en ese momento, es la mejor forma que encuentra para combatir sus miedos. Porque ser padre conlleva la misma meta: la madre cuida eternamente a sus hijos, el padre cuida eternamente a su familia.

Algunas personas no entienden que, dentro de la parentalidad, no existe la competencia. Solo existe el amor y el trabajo en equipo".  FELIZ DÍA DEL PADRE.
(Autor desconocido)


Odiativa

 Dice una mala lengua que soy 'odiativa'. Pero siento que no. Yo no odio a nadie, jamás he dejado de hablarle a ninguna persona. A veces, lo que hago es alejarme. ¿Pero quién no lo haría para no salir herido de nuevo?

La palabra "odio" como tal, me parece muy dura. Diría yo que hasta le temo. 
No me gustaría pensar que yo le inspiro ese sentimiento a alguien, que de alguna forma le envenenó su alma. Por lo tanto, mucho menos deseo sentir algo como eso.


Patricia Lara P

Condena


Este era un pueblo tan diferente del nuestro y tan "extraño". Que el único día del año que no festejaba y estaban de luto, era justamente el del día del cumpleaños de cada uno de sus habitantes. Y no lo hacía, ya que ese mismo  día habían sido condenados a muerte.

Fin.

Patricia Lara P

Don Borges

 Don Borges


El mi ñeto gatuno. Es el hijo de mi hijo. 
Borges es un gato enérgico, está lleno de actitudes lindas.
Le gusta hacer regalos, que consisten en cosas que hace.
El ama saltar de pared en pared y a mi eso me encanta. Así que de cuando en vez el se cerciora de que yo lo vea.
Hoy mientras preparaba el desayuno para los humanos el me observaba con detenimiento. Tan pronto creyó que yo bajaría las escaleras, corrió hacia ellas, noté que se detuvo tan pronto percibió que yo no iría hacia allá. Sucedió de nuevo y noté que el tendría paciencia y esperaría por mi. Para el momento en que me decidí a bajar, el se cercioró de que efectivamente iba a bajar las escaleras, así que tomó impulso y me regaló su maravilloso parkour. Yo grito, hago escándalo y le hago saber que estoy feliz.
Es que en serio esas piruetas de mi ñeto me hacen sentir amada.

Patricia Lara P

El clima si importa

 El clima si importa.

Me importa a mí que estoy ahora bajo un buen techo, en un barrio que no se inunda.
Le importa a aquel que tiene su casa en la montaña o a su vera, y teme constantemente que ella se empiece a desmoronar y la destruya, y con ella las vidas de todos aquellos que el ama.
Se preocupa por él, el que vigila día a día, minuto a minuto la quebrada que se pone bravía y brama y ulula en noches de poca o de ninguna luna.
Se preocupa también aquel que debe tomar un camino que conoce o que desconoce, aquel que debe llegar a un sitio y sabe que un imprevisto puede pasar y que quizá jamás, nunca pueda llegar a su destino.
Incluso se preocupa el que espera con ansia que alguien llegue. Teme no recibir jamás aquel o aquello que añora.

Patricia Lara P

La vecina

 


La ví cruzar la calle y avanzar hacia mí, arrastraba más el pie derecho que el izquierdo. Lentamente se fue acercando, ví el brillo intenso, casi febril de sus ojos. Un poco antes de darle las buenas noches, recordé con espanto que llevaba ya, casi tres días muerta.
A lo mejor, quien sabe quiso ella despedirse. 

Yo, Patricia Lara Pachón.

El fuego

 El fuego

Danza, crepita, chisporrotea.
Alegre ante mis ojos baila
Yo lo quiero asir, abrazar, agarrar. Pero es él quien me abrasa.
El fuego embriaga, domina mis sentidos, me hace parte de él y al danzar somos uno.

Patricia Lara P

Cosas que pasan

Después de haberse sentido tan maltratada y vilipendiada. Después de haber permitido tanta humillación.

Después de haber visto pasar el tiempo.
Recordó.
Como cuando uno recuerda. Los cuchillos aquellos que le habían regalado en la competencia de cocina en la que participó un día.
Fue al cuarto de San alejo, y empezó a buscarlos. Primero desesperadamente. Luego con una paciencia infinita. Una que ella desconocía.
Abrió una caja aquí y fue sacando uno a uno los objetos. Hizo un montón a su derecha con las cosas para conservar, y otro a la izquierda con más cosas para desechar.
Volvió a introducir en la caja lo útil, lo necesario y en una bolsa negra lo que consideró basura.
Tomó otra caja e hizo lo mismo. Fue acomodando las cajas buenas y fue sacando las bolsas malas.
Olvidó por completo lo que buscaba. Sé sintió muy orgullosa de sí misma pues en tantos años no había logrado separarse de ningún objeto que había llegado a sus manos.  Sé sintió liberada y limpia y por fin recordó que los cuchillos del famoso concurso los había perdido el mismo día que los consiguió. Los dejó olvidados en el taxi en el cual regresó a su casa.

Patricia Lara P

Azalea

 Azalea


Azalea era una mujer, hermosa, conversadora y muy activa, pero con un dejo de tristeza inmanente que ella misma no comprendía. Lloraba para adentro, entre suspiros y mordeduras de labio. Por sus males, por los males del mundo (los presentes, los futuros y -de vez en cuando- por los pasados).  Su lugar favorito para ello era el invernadero. Allí, a solas, siempre al alba -y uno que otro día al atardecer- entre suspiros y flores, drenaba sus angustias en silencio, mientras sembraba, podaba, transplantaba y reproducía flores para ella y para sus amigos y clientes.  

Un buen día, Azalea, así, sin ton ni son, en medio de sus labores de cuidar sus plantas, rompió en llanto con unas lágrimas azules, enormes y brillantes. Fue un hecho inusitado que la sorprendió, no solo por el tamaño y color de sus lágrimas, sino también por la copiosidad con que manaban, sin que ella lograra hacer nada por detenerlas. En un momento todo estuvo empapado de aquel líquido azul brillante: su vestido blanco de gasa, el pañuelo fino que llevaba al cuello, sus zapatillas a juego y el trayecto del pasillo que recorría.  De inmediato se percató del pequeño pero fluido torrente que empezaba a formarse a su alrededor y tomó los paños de limpieza para tratar de secar y contener su curso.  Las lágrimas, que no cesaban de fluir, parecían dibujar unas manchas muy particulares en los paños con los que azarosamente -y sin ningún resultado efectivo- Azalea trataba de secar todo cuanto iba bañando a su paso.  Ajetreada, como estaba, no se percató de que el chisporroteo de sus lágrimas, al caer, semejaba unas hermosas flores azules en el borde inferior de la falda de su vestido y en el ala de su sombrero.  Azalea no podía reparar -¡para nada!- en cuán fresca y primaveral lucía su apariencia, en medio de su caótica situación. 

Temerosa de inundar su único lugar  de solaz, y viendo que ya se formaba  ese cauce prístino de lágrimas azules, se hizo con porrones y jarras, macetas y jarrones, tinajas y floreros de todo tipo y los dispuso en el lugar más profundo del invernadero de forma que circularan, derramándose muy poco.  También, en una particular forma de precaución, colocó pequeños tiestos de barro cerca de la puerta, a modo de muro de contención, para retardar la salida de aquella masa de lágrimas que ya se paseaba afablemente por casi toda la estancia.  Luego, con resignación, se sentó aún más al fondo, cual madre natura pariendo un río, con la esperanza de que todos aquellos recipientes contuvieran aquel afluente que no dejaba de asombrarla. Azalea, suspiró, se concentró en pensar en ideas alegres, y hasta trató de apretar fuertemente sus ojos pero, más allá de una gran presión en sus párpados, no obtuvo ningún resultado: sus lágrimas, cual cascada celeste, fluían sin cesar. 

De pronto, agotada, se distrajo mirando los reflejos que los rayos de sol causaban sobre el pequeño estanque que ya se formaba en aquel rincón, maravillándola por lo novedoso y enigmático de la situación.  En ese mismo momento, y como si lo acaecido hasta el momento fuera poco, notó cómo bajo sus pies y en el piso de los pasillos del invernadero por donde discurría el cauce de sus lágrimas, empezaba a crecer con impresionante rapidez un terso follaje que alfombraba el lugar, desplazándose por las columnas y las patas de las mesas de trabajo,  llegando hasta los tiestos de la entrada, donde también retoñaron unas hermosas flores azules de los más diversos tonos.  Atónita, Azalea irguió su espalda, hasta el momento encorvada por el peso de la angustia de tan insólita situación, y se dedicó a disfrutar la metamorfosis de su refugio tan querido, al tiempo que -sin notarlo- el flujo de sus lágrimas iba disminuyendo paulatinamente. Y, aunque momentos antes había decidido no moverse de aquel rincón para encauzar el incontenible torrente de sus lágrimas, al notar que estas dejaban de emanar, se atrevió a desplazarse por el nuevo paisaje que se vislumbraba ante sus ojos.  Paulatinamente disminuyó el lagrimeo y, las pocas gotas que caían, se tornaban rápidamente en plantas de hermosas flores blancas, azules, índigo, violeta y una que otra púrpura, matizando aún mas el panorama de aquel jardín que se había renovado bajo el techo del invernadero.

Al caer el sol, Azalea ya había asumido el nuevo escenario que la rodeaba y, agradecida, notó cómo ya no salía ninguna lágrima de sus ojos.  Paseó pausadamente entre las nuevas floraciones, les habló, dándoles la bienvenida y las piropeó por la belleza, sedosidad y brillo de sus pétalos.

Camino a la puerta, reordenó algunos tiestos y bailó entre las inflorescencias, disfrutando de su aroma tan diverso e intenso y pensando que este sería su secreto: de hoy en más todos podrían apreciar esta nueva apariencia del invernadero, pero la naturaleza del origen de su cambio lo guardaría como un recuerdo muy personal. Al llegar al portal principal, una ola de calor le inundó el rostro y Azalea tomó su sombrero para ventilarse un poco observando que, al agitarlo, en mágico revuelo, brotaron del ala unas mariposas que se alejaron, unas rumbo al horizonte, otras, hacia el fondo del recinto.

Desde ese día, cada cierto tiempo, Azalea se desgranaba en llanto, uno productivo y renovador, puntual y no contenido, que remozaba el lugar y le daba un nuevo aire. También cantaba (ahora mucho más), para alejar las penas y angustias -que no eran menos, pero sí más llevaderas- y agitaba su sombrero, que unas veces soltaba mariposas, otras, golondrinas y ruiseñores, azulejos, turpiales, colibríes y cardenales; y otras, simplemente una buena porción rocío y brisa fresca. Así, entre cantos y suspiros, acompañados de "una que otra lágrima", Azalea decidió florecer a una nueva vida que renacía cada día y se adornaba de aromas y colores que salían de sí misma, se cultivaban en el invernadero y viajaban por la región en las manos de los vecinos y viandantes que compraban sus flores, sus plantas y macetas.
B. Osiris Bocaney 

Mal paga el diablo a quien bien le sirve

 Mal paga el diablo a quien bien le sirve.

Los deseos personales que pasan por encima de los otros, para beneficio propio y/o particular son de esos.  Así que a pesar de que nos sintamos bien con lo que hacemos hoy, muy seguramente no quedarán sin su justa recompensa. Teniendo en cuenta que esta; no siempre es beneficiosa.
Así que siempre debemos actuar en concordancia con lo que deseamos para nuestra vida. Independientemente de que sea lo que queremos.
No sé si soy clara o de si sencillamente estoy escribiendo esto para mi propia comprensión.
He dicho.
Tacho, remacho y aquí me quedo.
Punto.
Yo, Patricia Lara Pachón.

Demostraciones mínimas que se hacen máximas


Hay días en los que la menor demostración de cariño te llena el alma y una sonrisa se posa con delicadeza en los labios.

Somos fáciles de complacer muy seguramente. Ahí es cuando uno entiende que el dinero no da la felicidad. Da tranquilidad y eso es casi igual de bueno.
Aquí me quedo pensando pensamientos pensantes. De esos que nos ponen a sonreír.
Yo
Patricia Lara Pachón

Minúsculo


 Hoy, al regresar de caminar. Sentí que algo deambulaba por mi brazo. Miré, pasé mi mano por él y pensé en otra cosa. Al cabo de un minuto o dos. La misma sensación extraña. Me pongo las gafas, miro detenidamente, paso mi mano por el brazo y nada.

Dos minutos después, lo mismo. Siento que me estoy volviendo loca, pienso en quizá alguna alergia. Pongo mis gafas ante mis ojos. Observo con detenimiento y ahí, caminando como si nada fuera hay un insecto. El más minúsculo que he logrado ver hasta el momento. 
Fui al balcón y le di libertad. Ojalá logre encontrar pareja, tener hijos y una vida longeva y feliz.
Cuando uno no tiene nada para escribir.  Escribe cosas como ésta.
Yo. 
Patricia Lara Pachón

No sé

 No sé

Me quedo ahí pensando en tantas cosas
En lo que debo hacer
En lo que quiero hacer
En lo que necesito hacer
Y no hago nada.
No sé
Quiero escribir un poco
Bordar un poco
Tejer un poco
Leer un poco
Y poco hago
Es que la vida cuesta
Y coger impulso
A ratos no es sencillo.
No sé.

Patricia Lara P

Aquí estoy

 


Aquí estoy
viendo cómo se desliza la vida
despacio
y de pronto
doy un parpadeo 
y estoy en otro momento y hora
y me sorprendo.
Para que desesperarse
la vida es eso
aquí y ahora.
Yo, viendo sin ver un partido, mientras observo las gentes. Aleladas, mirando en una pantalla unos hombres, niños que corretean una pelota. Ahí, en ese instante nada más cuenta.
Ni modo, aquí me quedo pensando pensamientos.

Patricia Lara Pachón

Ausentes

 A veces una persona se aleja de ti, y duele, duele mucho. Al cabo de un tiempo de semi-oscuridad y de dolor te vas acostumbrando a la pérdida. El tiempo, sigue; cura tus heridas, las cicatriza y de pronto el dolor cesa. Y la paz se instala. Hay momentos en que llegan los recuerdos y con ellos las sonrisas. Y por fin te das cuenta de que como dice el refrán... "No hay mal que por bien no venga". 

Es maravilloso, recordarlos sin dolor.  Es una bendición seguir y ser feliz a pesar de las ausencias definitivas.
Yo, como siempre pensando pensamientos pensantes, en éste caso pensamientos sanadores.

Patricia Lara Pachón.

De lo malo lo peor

Bueno... Y qué les digo yo. Que el país pasa por al parecer y según mi desconocimiento por el mismo momento que tantos otros países.  En el cual cansados de lo mismo malo terminan "eligiendo" algo "peor". 

Así que yo hoy le pido iluminación personal e iluminación grupal al espíritu Santo. Para que nos ayude a optar por la mejor elección posible. Aquella que nos saque adelante como país.
Bendiciones.

Patricia Lara P

Capitán

 Capitán.


No sé si lo recuerdan.  Pero Capitán fue dejado con su plato de agua y comida debajo de mi naranjo. Un 20 de enero por dar más señas.  Ese mismo día intenté adoptarlo pero no sé dejó agarrar. Así que acudí a mis vecinos por ayuda. Les dije que si lo atrapaban yo estaba dispuesta a adoptarlo.  Dos días después él ya era miembro importante de mi familia.  
Al parecer algo de temor tenemos de que llegue algún miembro de su familia anterior a recuperarlo, ya que mi hija me dijo esta mañana que había soñado que habían venido a reclamarlo. Dijo que había llorado amargamente ese suceso.
Yo me quedé preguntándome qué pensaría Capitán llegado ese caso.  No será que en sus recuerdos tiene el momento en que lo atraparon y a la fuerza casi lo dejaron en mis brazos. Se que me ama. ¿Pero será que puede llegar a pensar que tiene el síndrome de Estocolmo?
Yo sé con seguridad absoluta que aún queriéndose él ir, yo no sé lo permitiría. Es que ya Capitán Arturo es el perrito que me ladra y al que yo jamás dejaría de extrañar.

Patricia Lara P

Perdón por esto


Ayer o antes de ayer fui de afán al baño. Pensé que me iba a poposear a medio metro de distancia. Me senté y pummmmmmpurrumplumplum. De pronto un olor terrible invadió el aposento, es decir, el baño. Me asusté creyendo que había cagado sin enterarme jajajaj, pero no. Era solo un espíritu burlón explosivo. Jajajajaja.


Patricia Lara P

Y se apagó la luz

 Y se apagó la luz

Así de pronto
Jamás lo había sospechado
Aún cuando era una certeza constante
Desde que naces tienes tu tiempo contado
Decían
Y así era
De un momento a otro
En un instante
Sin sospecharlo siquiera
Se hizo la nada.

Patricia Lara P

Las minúsculas cosas

 Las minúsculas cosas


Y entonces el día se va abriendo lentamente y los sonidos tenues se van haciendo grandes. Y la vida despierta cargada de infinidad de pequeñísima cosas. Tan pequeñas que casi no se notan. Y uno empieza como minúscula hormiga a ejecutarlas todas, en rápida o lenta sucesión, lo cual no importa. Ya que el día sigue en su lento transcurrir si prisa y sin pausa. Y la tarde llega y uno sigue o descansa mientras las cosas mínimas se hacen o esperan, entonces la noche se aproxima y quién sabe si lo lograste todo. A lo mejor, quizá. Ya al cerrar los ojos, la lista interminable a veces pasa rauda, y uno suspira y duerme. Hmmmm. ¡Ah infinidad de minúsculas cosas¡
Un día, a lo mejor un día.
Yo aquí... Viendo pasar la vida.

Patricia Lara Pachón

Ladrones

Oigan. Eso de tumbarlo (robarlo) a uno, ha hecho carrera de una manera inverosímil. 

Les cuento. Hoy hablaba con algunas personas mientras me hacía la pedicura. Saltábamos de tema en tema ya que éramos varías personas y las mentes hacen conexiones bien variadas y curiosas.
Por algún motivo llegamos al tema del costo de la vida y de los alimentos. De pronto, un señor que está afilando los instrumentos comenta que hay algunos pícaros que remojan los frijoles secos y los venden a precios más altos como frijoles verdes recién desgranados. Yo me quedé boquiabierta. ¿En qué cabeza cabe tanta maña? No, si es que a uno le meten chucha por liebre y se queda sano.
Que pereza que los seres humanos lleguen hasta niveles tan absurdos para robar al otro.
Ahí les dejo pues esa historia.
Yo.

Patricia Lara P

Gentes

 Gentes


Hay gentes que se quedan pegadas en el pasado y no hacen más que añorar lo que tuvieron, perdieron y por tanto  extrañan. La vida se les va de entre las manos deseando los tiempos pasados.
Hasta que llega el momento en que lo que tienen empieza a desaparecer también y se van de nuevo acumulado añoranzas. Son gentes que dejan de vivir el presente, de alegrarse por lo que tienen y solo se dan cuenta que lo perdieron sin disfrutarlo a cabalidad, cuando lo añoran.
Hay gentes que dejan de vivir por dedicarse a añorar.
Lógicamente, y quizás afortunadamente, sólo algunas gentes.

Patricia Lara P

Lloraba

 Lloraba


Lloraba como si el mundo se estuviera acabando. Y si, su mundo se estaba acabando. Todo aquello que amaba acababa de irse y con ello se iban también sus sueños y sus esperanzas.
Las lágrimas no solucionaban nada, pero limpiaban el alma.

Patricia Lara P

Estocolmo musical

 ESTOCOLMO MUSICAL


Entonces me sorprendí tarareando esa estúpida canción. ¿En qué momento había empezado a gustarme ese tipo de música? Me parecía estridente y vulgar, apta solo para caribeños a los que únicamente les gusta perder el tiempo; sin embargo, ahora no podía resistirme a tararearla, como si las notas del acordeón me recordaran algún amor furtivo y perpetuo, como el de Florentino Ariza. 
Algo muy similar deben sentir aquellos que se enamoran de sus captores. Los odian profundamente por haberles privado de la utopía que todos creemos anhelar, pero con la que no sabemos qué hacer cuando nos llega; y aprenden a amarlos porque son su única fuente de oxígeno cuando la quietud y la costumbre se vuelven asfixiantes. Síndrome de Estocolmo, le llaman, en honor a un evento documentado durante el hurto a un banco de esa ciudad; yo lo llamaré Estocolmo musical, porque terminó por convertirme en vallenatera cuando por mi espíritu en realidad corría sangre cumbiera.
¿Qué es el matrimonio sino un secuestro? Desde la religión nos venden la idea de que es la bendición divina sobre un vínculo que se vuelve sagrado, y desde la ley nos convencen de que es un contrato consensuado; aunque no es otra cosa que la certeza escondida de perderse en la música que le gusta al otro, un abuso de la posición dominante.
Un suave empujón me sacó de mis divagaciones matrimoniales - ¿O no, doña Alicia? Increpó el consorte y como no tenía idea de cuál había sido la pregunta, solo atiné a soltar una de mis risotadas habituales y asentí sin convicción. Él llevaba treinta y cinco años intentando hacerse el gracioso para tapar sus embarradas, así que siempre funcionaba. Era un pacto tácito, de esos que terminan por sostener en silencio los días de extrema costumbre. Funcionó.  
Afuera el sol se reflejaba en la cajuela de todos los carros parqueados en hilera frente a las carpas de fritanga, en cuyos alrededores el calor rechinaba un aroma a empanadas con ají y a domingo desperdiciado. Adentro, los hijos comunes ya ni siquiera hacían muecas de desagrado o el gesto de taparse los oídos cuando su papá aumentaba el volumen de cualquier canción de Alejo Durán. Su resignación era casi comparable con la mía, que lograba engañar a los foráneos, disfrazando de disfrute el conformismo y de sonrisa la más profunda desidia.  
Nos estacionamos detrás de un Mercedes blanco, de esos que uno no espera ver en una calle popular de un barrio popular, y mucho menos junto al puesto de frituras; y de grandes zancadas atravesamos las carpas hasta alcanzar la mesa del extremo opuesto, la que le gustaba al señor de la casa: junto a las arepas con mondongo –decía él- pero casualmente cerca de Milena, la cuarentona esbelta que vendía papas criollas –pensaba yo-. 
Al fondo del local sonaba a toda potencia un bafle cuadrado, de los que retumbaban las paredes de los barrios en los noventas. Tal para cual, de Joe Arroyo, invadía el aire vacío entre las cabezas y los techos, y se escapaba por entre los cuatro postes que sostenían las carpas. – Camilo detesta al Joe; espetó Luisa de la nada. – Pues fíjate más bien en la música que sí le gusta, porque va a ser la que estés tarareando en unos años, muriéndote del calor dentro de un carro con el aire acondicionado dañado mientras te diriges a que tu marido se coma cuánta fritura se le atraviesa, excepto una papa criolla.

Lina Marcela Gabelo

Suicida

 Suicida


Decidido a arrojarse al vacío
Subió y subió tanto
Que al contemplar el panorama
Que se abrió en frente de sus ojos
Lo vio todo tan bello
Tan hermoso
Que el corazón henchido de pasión
Desestimó la idea.

Patricia Lara P

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...