Enloquecía por mantenerse joven, era del criterio de que la sangre de niños, derramada directamente sobre su rostro y cuerpo era el remedio más eficaz. Pero, porque todo tiene un pero... No sé atrevía a robarse un niño y luego asesinarlo. Así que, recurrió a medidas no tan extremas. Hizo negocio con el sepulturero, el cual le suministraba grasa de sus clientes más sanos y rubicundos. Obviamente muertos. Cada tanto el hombre llegaba con un paquete a su puerta, el cual era recibido con regocijo. Unos días después, la piel tersa de la mujer, demostraba sus beneficios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Mi tristeza
Mi tristeza Se dibujará sólo un instante en un brillo o en un oscurecimiento de mi mirada. De ahí en más. Si alguna vez acaso, se asoma po...
-
Tengo todos los agüeros... todos -Eso es lo que yo en mi infinita ignorancia- creía. Pues no. Hoy estuvo el jardinero en cas...
-
Un mosquito feliz mordía y succionaba aquí y allí una gota de sangre deliciosa extraía de la niña hermosa una gota de sangre azu...
-
A mi tía la llevaron al convento de la madre Anatolia. De ese claustro y de la madre se dijeron muchas cosas. Que la madre no era mad...
No hay comentarios:
Publicar un comentario