lunes, 30 de noviembre de 2009

En ti

Estoy ahí a tu lado
sin que tu lo sospeches
yo te abrazo en silencio
y te beso despacio
acaricio tu frente
tu cabello.
Y camino a tu lado
tomada de tu mano.
Me meto entre tus sábanas,
me acurruco
acaricio tu cuello
y beso suavemente tu espalda
mis manos te recorren
te llevo a mis dominios
te poseo
suspiras en mi pecho
aspiras mi olor.
te siento respirar
ahogar gemidos.
Tus manos afanosas
me buscan a tu lado
pero yo estoy en ti
adentro tuyo.
Despiertas suavemente
sintiendo mi perfume,
sabiéndome cercana
y como siempre tuya.

Me ofrezco.

Ofrézcome de amada.
Seré Helena de Troya
O Dulcinea del Toboso
Ofrézcome de inspiradora de poemas
De amor y de erotismo
Ofrézcome de visitante nocturna,
Virgen en altar florido
Seré inalcanzable si así tú lo deseas
Crea poemas para mí
abrazado a tu almohada
suéñame lentamente
inspírate en mi olor, en mi cabello
crea oscuros escritos para mi piel blanca
y poemas sencillos para mis suaves mejillas.
Inspírate en mi nombre, en mi apellido
en el color de mis ojos, mi cabello.
Inspírate en mi aliento
suspira por mi amor, cree en el mío.
Me ofrezco de adorada

domingo, 29 de noviembre de 2009

Cotidiano


El pan nuestro de cada día dádnoslo hoy Dios, Padre misericordioso. A mí, que desde aquí observo. Y al señor que en su auto y con el ceño fruncido; conduce. A la señorita casi niña que llora y habla con un joven casi niño también mientras se toca el vientre y él, asustado la acaricia y abraza. A la mujer que sonríe y piensa quizá en amores. A la pareja que allá, en ese túnel húmedo del río elaboran un árbol y un pesebre para ese niño que sobre las tablas gatea y feliz juega.

jueves, 26 de noviembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Niña Mujer

Fue nada más verla para comprender que estaría irremediablemente enamorado de esta bella mujer hasta el final de sus días.
Intentó acercarse a ella por todos los medios posibles pero un cuidado excesivo por parte de sus padres, amigos y familiares se lo impedía. Desde lejos ella le sonreía con un poco de picardía en los labios y la mirada.
Pasó el tiempo y un día, después de haberla seguido un poco se le acercó en misa, la miró a la cara y tomándole una mano tibia y suave se presentó. “Gonzalo Londoño a su servicio señorita” Ella con la sonrisa de siempre en la cara, la mirada un poco perdida en la distancia, pero sin atinar a decir nada retiro la mano y la depositó suavemente en las de su madre que al otro lado de la silla se encontraba.
Pidió permiso para visitarla y ahí se enteró de la noticia que en nada cambiaría su deseo de conocerla, hacerla su novia primero y esposa después. Ella padecía de un retraso mental acompañado de ataques de epilepsia, los cuales no habían podido ser controlados por los médicos con ningún medicamento existente.
Aún así pidió permiso para visitarla, comprometiéndose a pensar en lo que pretendía hacer.
Los días que viajaba por una de las carreteras en las que trabajaba ya que era conductor de tractomula lo pensaba y lo siguió pensando las noches y los días siguientes y también mientras regresaba a la ciudad en la que vivía Rosa María y al llegar aún lo pensó un poco más antes de acercarse a su casa para visitarla.
Pero Gonzalo no tuvo otra opción; el amor lo había tocado tan profundamente que entendía que su vida sin esa niña mujer no tenía sentido.
Habló con sus padres y la pidió en matrimonio. Le fue negado el consentimiento primero con rabia y al cabo del tiempo tratando de disuadirlo por los múltiples problemas que ella tenía y que suponían además sus padres le ocasionaría.
No hubo poder humano que lo convenciera de lo mala que para todo el mundo era esta decisión; así que le permitieron ser su novio con el convencimiento que con el paso del tiempo el mismo cambiaría de parecer. Empezó a visitarla y en lugar de flores llevaba muñecas de diferentes formas, tamaños, colores y materiales, vajillas de colores y animales de peluche.
Ella fue adaptándose a él, encariñándose de aquel señor que con mucha frecuencia llegaba con regalos y golosinas y que jugaba con ella en las largas horas en que la visitaba.
Al cabo de un tiempo logró vencer la resistencia paterna y los convenció de su amor por ella y de que la decisión tomada por él era real.
La amaba tanto que estaba dispuesto a cuidarla por siempre, a amar a la niña que vivía en aquel cuerpo de mujer. La mujer que amaba.
La ceremonia fue para ella de juegos y regocijo, para la madre de ella de angustia total y para la familia como una cosa de locos.
Finalmente en la noche de bodas el amor por ella era tal que la fue llevando amorosamente a sus brazos y el matrimonio se consumó.
Por lógicas razones no debían tener hijos y él se encargaba de cuidarla y de evitar que por cualquier motivo algo como eso sucediera. Además para qué podría él desear hijos si en ella tenía el compendio de todo.
Cuando salía de viaje se cuidaba de dejar siempre a alguien acompañándola en la casa, normalmente la madre o alguna de las hermanas; y sino eran ellas el posponía sus viajes o contrataba alguien que la cuidara.
Vivieron años de felicidad total, ella incluso estaba mejor cada día y los ataques epilépticos se espaciaban, tanto que solo le quedaba la dulzura que caracteriza a las personas con retraso mental.
Quién podría imaginar que la tristeza y el dolor se escondían en una curva del camino. El, apurado por llegar a los brazos de su amada se distrajo un momento y fue fatal el golpe que recibió al momento de rodar por la montaña.
Nadie podía creerlo. Siempre supusieron que ella moriría primero y luego él la seguiría pero fue al contrario.
El exhaló su último suspiro con el nombre de Rosa María en sus labios; mientras ella en su casa aun lo espera, jugando con las muñecas que él en cada viaje le traía.

Una pregunta.


Si una rosa siempre es una rosa.
Por qué tu amor no puede ser siempre mi amor?
(Imagen tomada de google)

Amaneciendo.

Amanece.
Como todos los días
pero yo soy otra
y amanezco distinta
distante
cortante
Solitaria
Gris.
Mañana
seguramente será otro día
y amanecerá como siempre
pero yo seré otra
y aún no sé
cómo amaneceré.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Amor mío

Son apenas las dos de la madrugada, me han despertado un hondo vacío en mi alma y un deseo inmenso de escribirte...
A mí alrededor solo siento un trémulo silencio alimentado por la vaga y fría noche...
Te he soñado, te he soñado de nuevo, mis ojos se nublan de agotadas lágrimas y mi corazón se desborda de una amarga tristeza.
Los rayos de la luna se filtran entre la ventana, reposan en mi pálido rostro y en este lívido papel ya mojado por el vinagre de la soledad.
Entonces... voy desnudando mi mente trayendo borrosos recuerdos de tu amor y el mío en un sueño flagrante de inocencia que la insípida realidad me roba al no dejarme fantasear infinitamente, momentos aun no marchitos de amor puro, fresco y bendecido que desea y que nunca va a alcanzar mi espíritu.
Un deseo infatigable de estar a tu lado me va abrazando llena de pena mi alma y hace inextinguible mi llanto, que en vano derramo intentando con este pagar la pena que Dios me impuso al no dejarme tenerte, te necesito a mi lado, mi alma amante, gitana y poeta clama por tus besos y abrazos, pero ahora me conformo con tus suspiros, suspiros que no son a causa mía, pero que aun así el viento me trae, para acallar la pena que siento.
Con un instante bastaría para sentir el éxtasis supremo de estrecharte en mis brazos y besar tus labios, labios que ni la más fina seda superaría jamás.
Y al recordar aquella noche, la ultima noche en que te vi... tiembla lo profundo de mi ser, pues esa noche estaba lleno de esperanza y hoy... ya no, el dolor la ha remplazado y me siento bajar a lo profundo de los infiernos... inútilmente... pues Tú amada mía habitas lo mas alto de los cielos y manejas desde allí cual diestro titiritero.... mi alma.
Ricardo Gabelo Lara.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Ha muerto.

Matamos el amor,
lo asesinamos.
Lo herimos de muerte;
sin piedad.
con palabras
más crueles,
más duras,
más mortales.
Que un arma:
Un cuchillo.
un revolver,
una flecha mortal.
Ha muerto
lo matamos

viernes, 20 de noviembre de 2009

Les cuento...

Les cuento:

Ayer elaboramos Laura y yo el pesebre.

Hay unas ovejas que tienen mas de 60 años que recibí en herencia del pesebre familiar.

El pesebre es pequeño e incluso las ovejitas son muy grandes para él; pero eso no importa. Son herencia y las quiero mucho.

Ahora en la tarde fui a encender las luces del pesebrito y que creen que encontré?
Un gato!!!!!!

Capullo en flor

El capullo que se abre
al rocío de la mañana
espera tembloroso
que el sol lo tome entre sus brazos;
 con el primer beso,
se abrirá fragante.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Solo tu piel

Solo tu piel
logra cubrir mi cuerpo
como yo mas ansío.
tiene la medida exacta
el color delicado
el aroma impactante
la textura ideal
Solo tu piel
llena mis expectativas
intimas, profundas
sensuales, personales.
Solo tu piel.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Navidad en Medellín 2009




Recibidas por correo electrónico

Fuiste mío.

Fuiste mío lo se.
Aun conservo tu mirada larga,
tu sonrisa traviesa,
tu cabello ensortijado,
el calor de tus manos
en las mías.
También y más importante
la calidez de tus besos.
Pero también conservo
en el mismo baúl de los recuerdos
un corazón roto por la despedida.
Fuiste mío lo se.

martes, 17 de noviembre de 2009

Eres tan bella...

Eres tan bella
Decías;
Y besabas con ternura infinita
mis cejas, mis parpados
la punta de mi nariz
y la comisura de mis labios.
Eres tan bella
y tomabas mis manos
y besabas despacio
uno a uno la punta mis dedos
la palma de mis manos.
Eres tan bella
y mirabas mi cara
y con tus manos recorrías
lentamente mis mejillas
el lóbulo de las orejas
y atrayéndome y metiéndome en tus brazos
me llenabas de besos.
Eres tan bella...

lunes, 16 de noviembre de 2009

Patricia.



Hace un tiempo al nacer
fui un lindo amanecer;
Colorido, florido y oloroso
a flores y perfumes.
Lleno de alas de mariposa
y mantos de hadas volátiles,
coquetas y hermosas.
Un poco después me llene de sol
de pasto verde, de montañas
y fui un día glorioso.
Crecí, amé, me reproduje.
Fui feliz, viví mucho.
Hoy estoy convirtiéndome
en un hermoso atardecer;
lleno de arreboles, de colores
de vientos suaves y acariciadores.
Y en un tiempo más seré
noche cerrada.
Llena de estrellas y satélites
flotantes y danzantes.
De lunas llenas y menguantes.
Después de eso...
Hmmm, sólo preguntas hay.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Enamorada del amor.

Enamorada del amor.
El amor no engaña,
No daña, no lástima.
El amor es infalible,
e indestructible.
Los seres humanos
podemos dañar,
El amor como amor,
por amor, jamás nos hará llorar.
Hay que enamorarse del amor
para vivir por siempre la ilusión
de amar y ser amado
en futuro, en presente,
 en pasado.
Y aquí estoy yo ahora.
Eterna enamorada.

Pajarillo

Dejemos volar al pajarillo
dejémoslo partir por la ventana abierta
dejemos que vea el mundo con ojos asombrados
dejemos que disfrute otros vientos
más suaves o quizá mas violentos
dejémoslo elegir
si desea seguir por más caminos
o prefiere quedarse aquí
conmigo...

Lo que ví hoy


Hoy mi hijo me sorprendió con ese mensajito pegado en el computador, son los dibujos que con esas manos le enseñé a hacer cuando era un bebé. Jajaja.
Hoy gracias a Dios sus manos superan esos monigoticos.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Tu voz

Dulzura
Orgásmica
mi amor...

¿Fue un sueño?

Sentí el peso de su mirada en mi cuello. No sabía si voltear a mirar o sencillamente hacer como que no pasaba nada, que no sentía nada.
Fue imposible. Volví la cara y ahí estaba Él, casi rozándome la espalda y con una sonrisa triunfal en el rostro. Luego se dio la vuelta y se alejo con ese caminar felino que lo caracterizaba.
Me volvía loca su mirada, donde quiera que iba la sentía; era como un imán que me atraía para luego sonriente retirarse.
Para él era como el juego del gato y el ratón, el lanzaba un zarpazo y me agarraba y luego me dejaba de lado y se iba feliz sintiéndose triunfante, ganador.
Cada día se fue haciendo mas intenso el juego de te busco, te encuentro y luego huyo. Cada vez aparecía en más lugares insospechados, insólitos y para mi era también cada vez más difícil dejar de verlo a los ojos y verlo de nuevo partir feliz, sonriente.
Jamás logré saber como era su voz, nunca lo oí hablar siquiera, menos saludarme, llamarme por mi nombre o decirme un hola. Sin embargo, si recuerdo su mirada y la sensación que dejaba en mi pecho de angustia y soledad cada que se alejaba.
Alguna vez al percibirlo tan cerca me decidí hablarle, preguntarle que era lo que de mí él quería y al tomar por fin, después de tanto tiempo esa decisión y al acercármele abrí los ojos y desperté del sueño.
Hasta hoy lo recuerdo, veo sus ojos y siento su sonrisa; pero ya no lo sueño. El día que tomé la decisión de hablarle el hechizo se rompió de pronto y desapareció de mi vida para siempre.
Me habría gustado hablarle, saber su nombre, conocer sus amigos, su familia y muy seguramente vivir en su sueño.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hoy.

Gracioso, muy gracioso. Mi esposo está de viaje y como el carro debe ir a revisión le pidió el favor a su amigo y compañero de trabajo que lo lleve al taller. Él vino hoy en su carro que es igual al nuestro pero de otro color.
Paró frente a mi casa, lo saludé como siempre con beso en la mejilla, abrí la puerta, sacó el carro nuestro, parqueó el suyo y partió diciéndome adiós con la mano.
Preciso en ese momento pasaban frente a la casa unos muchachos que se encargaron de los escombros en la remodelación; las caras de picardía y sonrisas burlonas eran un gusto de ver y ni que decir de la viejita de enfrente que con cara de susto y  asombro miraba toda la operación.

martes, 10 de noviembre de 2009

Ana, doña Ana.

Ana, doña Ana era una mujer oscura. Triste, gris... jamás la vi sonreír en la vida. Vivía al lado de mi casa y le molestaba todo. El ruido de los niños jugando en la calle, las conversaciones de los adultos, el paso de los carros y hasta los ladridos de los perros o el caminar felino de los gatos en el tejado.
Tuvo un hijo pero nunca se supo quien era el padre ni cómo fue engendrado el muchacho. No hubo un hombre conocido que se acercara a su casa, o que le hablara siquiera; de tal modo que siempre se creyó y se tuvo como cierto que era hijo del diablo. Por algo todos pensaban que Ana, doña Ana era una bruja.
Malencarada, siempre malhumorada; llegó al extremo de ponerle corriente eléctrica al bajante de aguas lluvias del techo de su casa, lo que hizo las delicias de la muchachería que se divertía jugando allí y pasándole corriente a los amigos. Fue peor el remedio que la enfermedad. El dichoso bajante no duró una semana instalado, ya que con los juegos los muchachos se encargaron de arrancarlo de cuajo de la pared y del techo mismo.
A la casa de Ana, doña Ana llegaban señoras "elegantes" a que ella les leyera el tabaco, el huevo, el cigarrillo, el "cuncho" del café, las cartas, el iris de los ojos y demás. Ana, doña Ana vivía de esos trabajitos ni tan esporádicos ya que la credulidad de la gente es increíble.
Un día cualquiera se escucharon gritos de terror, Ana, doña Ana chillaba en su cuarto, en su casa y oraba, pedía ayuda a todos los santos disponibles, a la virgen santísima y al niño también. De nada valieron los rezos y las suplicas de la gimiente mujer. Nadie logró entrar a su casa para rescatarla o ver sencillamente que era lo que le pasaba. Nadie tuvo el valor suficiente de intentarlo siquiera. Ese mismo día ella desapareció.
Al cabo de unos días su hijo ya mayor y casado, llevó a su mujer a vivir a aquella casa. Un cura fue llamado e intentó entrar a bendecirla, pero no logró poner siquiera un pie en el escalón de la entrada. Un viento fuerte y pestilente lo alejaba de allí, o un calor intenso amenazaba con quemarle las manos, la cara y hasta la sotana.
Han pasado los años, hoy por hoy la casa está en ruinas, el hijo dado al alcohol y su mujer loca perdida. Dice a quien la quiere oír que Ana, doña Ana se pasea o corre por la casa como alma en pena y que grita y pide socorro y que atrás de ella un hombre bien parecido, alto, con mirada de fuego y aliento candente, la sigue, la persigue.
Desde fuera realmente no se escucha nada pero aún hoy nadie se atreve a entrar a la casa de Ana, doña Ana.

Palenque México




Fotografías de José A. Burgos

Una dulce receta

Galleta azucarada con forma de corazón.
Pastel de chocolate melcochudo y dulzón.
Hojaldre y miel de arce, mantequilla y limón.
Milhojas, mermelada y pie de melón.
Esa soy yo.
Destilando tu amor.

El mar-océano

Eres un profundo e infinito mar-océano
aquel en el que quiero naufragar
perderme en ti, en tus profundidades
Conocer tus secretos marinos
Mecerme en tus aguas tibias y flotar.
Que tus algas recorran mi piel,
Me acaricien despacio y me hagan soñar.
Y estar ahí yo, cuando haya tormenta
Y naufragar en ti, en tu pasión violenta
Y por fin encontrar el tesoro.
tu amor escondido, mío solo mío.
(Egoístamente mío)

Estrella

Y fui como una estrella
lejana inalcanzable.
Tus miedos te impidieron
Llegar y a mi y tocarme.
No sé si fue mi culpa.
O fue culpa de los dos.
No estaba tan lejana,
Como lo estoy hoy.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Dolores

Parada allí en el terminal de transportes no sabía que camino tomar. Había llegado a ese lugar porque así lo quiso el destino, pero igual habría podido ser a cualquier otro sitio de este país tan bello y tan sufrido.
Pensaba allí en lo que acababa de dejar atrás, su hogar, su casa, su padre, su madre, sus hermanos. Incluso la vaca aquella que le regalaron para su cumpleaños número quince. Tan cercano en el tiempo pero tan lejano en la memoria.
Recordó con lágrimas en los ojos el día que salió a lavar la ropa en la quebrada, y aquel par de hombres la tomaron por la fuerza, e hicieron con ella cosas que prefería olvidar.
Pensó en aquel pececito que nadaba en su vientre y por el que decidió escapar. Sabía que sería repudiada por todos y el hazme reír de sus amigos y familiares. Jamás les contó del ataque del que fue víctima y menos podría contar ahora que esperaba un hijo de aquel acto de barbarie y crueldad.
Por más que deseaba olvidar aquel momento no podía odiar a ese ser que llevaba dentro, lo amó desde siempre. Fue como una luz que iluminaría su vida.
No tuvo otra opción, tomó unos pesos y en la carretera paró un bus cualquiera que la conduciría a cualquier sitio, pero lejos, muy lejos de todo, de todos.
Ahora se encontraba allí parada en un terminal de transportes, con una bolsa en la que había guardado dos mudas de ropa, un par de zapatos, unos pesos y muchas lágrimas.
Se sentó en un rincón sin saber que hacer; tenía hambre y frío, mucho frío. Una señora la observaba desde uno de los negocios de comidas y bebidas, después de un rato se le acercó con una taza de café caliente y dulce. Se lo brindó y le preguntó qué le pasaba. Ella, que nunca había hablado con un extraño no supo que decir, que hacer, lloró amargamente por un buen rato, la señora apiadada esperó su respuesta y al saber que estaba escapada de su casa le brindó cobijo en la suya mientras tomaba una decisión.
Llegó a una casa grande en un barrio de clase media, tan hermosa como no había visto una jamás, fue instalada en un cuarto cerca al patio y la cocina; con baño privado y se sintió una reina.
Pronto empezó a limpiar la casa para pagar el alojamiento y la comida, también a lavar la ropa, planchar, cocinar y demás. Se convirtió en una esclava sin paga siquiera. Maltratada de palabra y obra, mientras le decían que comía de más y por eso se engordaba tanto.
Una noche sintió unos dolores espantosos, lloró, gritó hasta que los dueños de la casa, “los buenos samaritanos” la escucharon y atendieron, la llevaron un hospital de caridad y allí la dejaron. Tuvo un hermoso niño, la luz de sus ojos. Un regalo enviado por Dios para acompañarla en la oscuridad de la vida triste y amarga.
Sus patrones regresaron al cabo de unos días, seguro no encontraron otra empleada que trabajara por tan poco, por casi nada, la llevaron de regreso a la casa y la maltrataron aun más. Ahora debía trabajar el doble pues tenía que pagar la comida de una boca más; la de su hijo.
Los días fueron pasando, las semanas y los meses y el bebé crecía feliz y sonreía, ella con eso tenía para sentirse bien y contenta.
El era su rayo de luna, su pedacito de cielo. Lo único valioso por lo que valía la pena vivir, trabajar y hasta sufrir.
El bebe gateaba por la casa cuando los patrones no estaban, pues no les gustaba verlo por ahí “ensuciándolo todo”. Un día se encontró un frasco bonito con unos colores bellos que lo alegraron mucho, así que lo llevó al cuarto al lado de la cocina, el sitio que compartía con su madre, lo destapó y olía rico, así que tomó un poco, al sentir el sabor lo arrojo lejos rompiendo el frasco y derramando por consiguiente todo el perfume. Su madre amorosamente lo reprendió y lo confinó al cuarto de servicio. La dueña se molestó muchísimo e hizo que le pagaran su loción.
Poco tiempo después el niño recibió de regalo unas canicas, heredadas de uno de los hijos de la dueña de casa. Coloridas y brillantes; rojas, verdes, azules, amarillas. Tan bellas que hicieron sus delicias. Se divertía arrojándolas y viéndolas resbalar por todos lados. El sonido al caer y chocar por el piso lo hacía reír.
La madre ocupada como siempre en miles de deberes lo dejó en el cuarto jugando con ellas, al cabo de un buen rato regresó y lo encontró dormido en el piso. Lo recogió amorosamente y lo depositó en la cama arropándolo con todo su amor y llenándolo de besos. En ese momento se percató que una de las canicas salió de sus labios morados y vio con horror que no respiraba.
Lloró y gritó de nuevo, como cuando llegó al mundo su rayo de luz. Antes por dolor físico hoy por uno más intenso aún, más desgarrador. El dolor de la pérdida.
Lo acunó en sus brazos con el amor de siempre y supo que ya no tenía ningún motivo para vivir. Entendió que la vida es un camino de espinas y que al final ya no había nada bueno para ella.
No podía ni quería regresar a su hogar, ¿Además, cómo podría hacerlo? No tenía dinero, no sabía en que sitio se encontraba ya que desde que llegó a allí solo había estado en el hospital y en esa casa prisión con trabajos forzados.
Buscó entre las herramientas del patrón y encontró lo que buscaba. Un lazo fuerte que seguro resistiría su peso y el de su tesoro.
En el patio de la casa había un sauce llorón enorme y atando con cuidado el lazo a una de sus ramas lo amarro también a su cuello, en su pecho atado con una sábana contra su corazón estaba su tesoro, su único y verdadero amor.
La noche era oscura, sus patrones estaban en una de las tantas fiestas a las que acudían. Mientras ella con su niño se mecían en la noche.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Sin ti


Una rosa.
sin tu amor,
no es rosa.

Suspiro.

Ese suspiro allá adentro,
al fondo de mi alma, a la derecha.
Pugna por salir.
Por ir a ti,
eres su dueño, su amor, su todo.
Toma impulso, flota y sale...
Va, volando a ti;
a tu encuentro, a tu abrazo.
Te recorre entero,
te acaricia.
Con alas de mariposa.
con perfume de rosa roja,
penetra en ti; suavemente,
y se queda dormido de nuevo
ahora en ti, en tu alma
al lado izquierdo de tu corazón,
allí donde habita tu amor por mi;
Su nido, su hogar en ti.
De pronto siente urgencia de nuevo
Y regresa a mi;
y se duerme de nuevo esperando.
Pronto, muy pronto hará su viaje de retorno.

viernes, 6 de noviembre de 2009

¿Recuerdan el currucucao?

En realidad no se si lo conocerán con el mismo nombre con el que yo aprendí a temerle en la infancia.
El currucucao o currucao es sencilla y llanamente un búho. Siendo muy niña nos criaban con tantos temores que uno más a un animal tan hermoso como este no tenía nada de raro.
Para forzarnos a estar temprano en la casa y que no jugáramos hasta un poco tarde en la noche con nuestros amigos, nos decían que si al regresar a la casa –de campo, pueblo- donde pasábamos las vacaciones y escuchábamos al currucao muy seguramente estaría por ahí el “peligroso animal” listo y dispuesto a sacarnos los ojos.
Miedos terribles los que sufríamos cuando por alguna casualidad se nos hacia tarde en las jugarretas de decenas de muchachitos cazando lagartijas, pescando y jugando chucha en colores, en carritos, escondidijo y demás.
Recuerdo la entrada a la casa de mi abuela; un corredor largo de tierra perfectamente pisada y barrido diariamente; con árboles a lado y lado y de una profundidad de unos treinta metros.
Rompíamos record de carreras en esos momentos y el corazón se nos salía del pecho de tanto miedo que pasábamos.
Años después, conocí personalmente al currucao. Para nada era espantoso, para nada era terrible y menos era peligroso. Por lo menos para mi no lo era; a lo mejor un ratoncito lo viera con los mismos ojos que yo lo veía en mi infancia.
Estaba embarazada, el calor era intenso y andábamos perdidos en medio de la nada. Éramos tres compañeros de la universidad. Yo con una barriga ya de varios meses y todos muy preocupados por mi, menos yo misma.
De pronto vemos una cerca de alambre a lo lejos. Pensamos; si hay una cerca debe haber una casa y lógicamente personas, gente. Llegamos y hay una puerta en el alambrado, por la que escasamente cabe mi barriga y sobre uno de los travesaños de guadua hay una hermosa ave blanca. La observo y ella a mi. Me mira con esos enormes e imponentes ojos grandes y bellos.
Preguntó que animalito es y me dicen que es un bebe búho. El temerario currucao esta frente a mis ojos. Que injusticias cometemos algunas veces los adultos no solo con los niños sino también con los animalitos e incluso con el hombre de la bolsa o el costal o el loco o que se yo cuantos seres más.
¿Y qué opinan del temor al diablo o a la bruja?
Y pensar que casi todas las mujeres terminamos siendo una y peor aún, por casi toda la vida.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Te odio.

También me odio
por eso...
Te odio, destruiste mi vida,
acabaste con mis sueños
me volviste prisionero de tus antojos
soy una sombra de lo que fui
y te odio por eso.

Anónimo.

Mi hermanita.

A Ángela, mi hermanita
Los ojos grandes de mi hermanita
Tan llenos de bondad
que callan tantas cosas
y dicen otras muchas más.
Las manos cálidas de mi hermanita
acariciadoras y prontas siempre a dar.
El corazón inmenso de mi hermanita
nadie lo sabe llenar
y es tan sencillo hacerlo.
Solo hay que saberla amar.

Navidad

Me desperté temprano, sabía que había mucho que hacer. Limpiar la casa, meterme bajo las escaleras, donde queda el “cuarto inútil”. ¿Se han dado cuenta de la cantidad de cosas que uno va acumulando en el transcurso de la vida y que guarda pacientemente esperando el momento de usar y jamás usa? Por eso llamo al cuarto ese de trebejos, el cuarto inútil, claro que en este caso si hay cosas importantes. Toda la navidad descansa allí por meses, y al final del año en Noviembre más o menos, empieza a alegrarse por la proximidad del brillo, del fulgor e incluso casi del rubor pues será usada de nuevo y con mucha alegría y amor.
Como les decía; limpié la casa, la perfume concienzudamente con canela y limón y cuando brillaba y resplandecía empecé a sacar de las cajas los adornos que siempre decoran nuestra dulce navidad.
Lo primero fue el árbol, tan verde. Con paciencia fuimos colocando una a una las ramas, identificándolas por los colores para que al final en realidad imitara un pino magnífico. Después y siempre con cuidado y esmero fueron saliendo de sus cajas originales, aun cuando tengan años conmigo las bolas de múltiples colores, formas y tamaños. Mi orgullo siempre ha sido el “árbol de siempre”, el multicolor y atiborrado de cosas. Cuando alguien por algún motivo comenta que le gustan solo de moños, o rojos, o azules, o cualquier otro color yo insisto. Mi árbol es multicolor, festivo. No por nada me sacaron con espejitos de la montaña oscura y lejana.
Ya he puesto las luces, muchas, cientos, ahora están colocadas las bolas, en cantidades astronómicas, el pie de árbol contiene muñecos navideños casi tan coloridos como el árbol mismo, y hay regalos en su base. Cajas nada más, ninguno real por si a alguien se le ocurre destapar alguno.
Miro y remiro con orgullo, puede que no sea el más bello de todos, puede que no sea el más elegante de todos, pero es mi árbol de navidad.
Ahora prosigo. Busco las cajas que contienen el pesebre, los pesebres. Los voy ubicando estratégicamente por toda la casa. Pero hay uno especial, el que tiene las ovejas de mi infancia. Mi orgullo. Hecho a mano por todos; cada uno presenta una idea. El lago aquí, un bosque por allí, y el pastor con estas ovejas en este sitio. El pueblo con sus casitas minúsculas y claras; y el puente, el río y mas allá en el sitio más importante el establo.
En el sitio más alto y con brillos como mi navidad, brillante, resplandeciente. Sobre él, el ángel precedido por la estrella de belén.
Continuo poniendo serpentinas y adornos por la casa, miro y remiro, adorno el balcón. El otro día encontré unos adornos baratísimos pero que recordaron mi infancia y claro, los compré. Hoy por hoy están en el balcón iluminados por las luces de colores y acompañando Ángeles y muñecos de nieve. Salgo a la calle y lo miro de nuevo, quiero estar orgullosa de él. Que esté simétrico y bonito.
Regreso a la casa y me paseo por ella, acomodando un detalle aquí y otro allí.
Estoy cansada, agotada, el día ha sido largo y fructífero. Mi hogar brilla, reluce como me gusta. Me voy a dormir.
Despierto no sé a que hora y escucho ruidos provenientes del primer piso. Me sorprendo un poco pero pienso que son mis hijos aun despiertos jugando o viendo televisión.
Me levanto despacio y veo a mi esposo dormir placidamente a mi lado, voy al cuarto de mi niña y duerme descobijada y atravesada en la cama, Rex levanta un poco la cabeza y al darse cuenta que soy yo duerme de nuevo.
Veo el cuarto de mi hijo cerrado, abro silenciosamente y él reposa descuida y tranquilamente también. Gustavo esta enroscado a sus pies y ronronea al verme.
Me pregunto por el ruido, parece fiesta y es en la casa, no afuera. –Curioso que nadie mas se despertara con la algarabía-
Bajo en silencio y todo está en movimiento, las luces del árbol apagadas antes de acostarme brillan intermitentemente, los papás Noel caminan de un lado al otro exhibiendo sus voluminosas pancitas y sus cachetes rosados, las ovejas pastan tranquilamente y los pastores cenan mientras hablan y cantan algunas tonadas.
El río suavemente susurra sus notas mientras el bosque se deja mecer por el viento acariciador. El pueblo tiene vida propia, se comercian alimentos y las gallinas picotean entre el pasto y la arena. Solo hay un sitio en silencio. El establo donde un burro y una mula mastican calladamente su alimento.
Observó con asombro todo lo que sucede en mi casa esa noche y veo en mi pesebre el camino que construimos con esmero mis hijos y yo y ahí al principio tres diminutas figuras avanzan lentamente. María sobre el burro se nota un poco agotada y José con su bastón florido. Ellos hablan, se preguntan si habrá un pueblo cercano y si encontraran alojamiento en él. Yo los miro con amor, sé que en el vientre de ella reposa también la salvación del mundo, mi salvación. Con mis manos muevo un poco la paja que recibirá al niño. En mis posibilidades no esta cambiar la historia, solo hacer más confortable su nacimiento.
Ellos continúan su camino; despacio… lentamente yo sé que aún no es tiempo, que llegaran en el momento justo al sitio justo.
Pienso que el niño muy seguramente nacerá de nuevo en mi corazón, como siempre, como cada año, como cada día.
El despertador funciona de nuevo; me trae al mundo real y despierto pensando en todas las cosas que tengo que hacer: armar el árbol, hacer el pesebre, las compras navideñas, los obsequios, la cena…

martes, 3 de noviembre de 2009

Ella, al fin feliz.

Entonces un día; tomó su sombrero rosa y sus sandalias del color del mar al atardecer. Sus favoritas. Se puso un delantal de cuadros que la transportaban a las épocas felices de la infancia, se coloreó los labios de carmín, se abrochó al cuello sus perlas amadas, tan blancas como su alma y salió a caminar. Llovía copiosamente y sintió que la lluvia empapaba su cuerpo, y sintió que las gotas de lluvia al contacto con ella se convertían en más y más perlas que la envolvían, que la acariciaban con ternura inusual. Y eran tantas y tantas que la sofocaban. Un sollozo escapó de su pecho, intentó tomar aire, nadar en medio de tanta lluvia- perla, tanto mar y no pudo.
Recostada en la arena al otro día la encontraron, jamás lograron explicarse qué fue lo que pasó. No había motivo alguno. Solo observaron que dejó de respirar mientras miraba el mar. Sus perlas ahí estaban, su labial rosa dibujaba una sonrisa eterna e infantil, el delantal de cuadros azules que le recordaba épocas tan felices de su infancia y sus ojos abiertos mirando al horizonte mientras su cabello era revuelto por el viento suave.
Ella se quedó soñando el sueño eterno mientras otros la depositaron en los brazos del mar. Allí, por fin; sus cenizas son acunadas con amor.

¡Palo de agua!

Llueve -lluevo-
a lágrima corrida
a gotas que me inundan las sonrisas idas
Está lloviendo... ¡palo de agua!
Y hay un viento fuerte
que me sacude el cuerpo
y me desgaja el pecho
me deja sin fuerzas,
inerte
Está lloviendo... ¡palo de agua!
Llueve -lluevo-
largo caudal de sentimientos
de tristezas hondas
de remordimientos
Y ya no soy sonrisa,
carcajada abierta,
sólo soy reflejo
de una honda desdicha.
Lluevo
Estoy lloviendo... ¡palo de agua!
Lluevo, me diluvio,
me inundo,
anegando todo a mi paso
y -a pesar del sol encandilante-
nuevamente
lluevo desde dos nubes-lagunas eternas
cuajadas de desdichas
Soy estanque-nube-manatial
de aguas
viejas y nuevas
que se fusionan
-diluvian-
y no hay escapatoria:
agua corre calle abajo
(como para mover norias)
calle arriba todo es grises
Lluevo a mares... ¡palo de agua!
Llueve, lluevo... ¿escamparé?
Renovada he de volver
cuando cese esta caída
de aguas tibias de mi ser
y he de ser sonrisa tibia,
plácida y serena flor
que retoña con amor
que alza su faz a la brisa
y dice
¡Gracias, Señor!

Osiris a Mares.

Certeza.

La certeza del desamor
es tal.
Que por fin,
la lágrima fluye.

Llueve

Llueve
Adentro, bien adentro llueve.
Diluvia
La lluvia no cesa de caer
Lo moja todo.
Ablanda la tierra,
Se resbala.
Destruye,

renueva
Yo espero que muy pronto
surja de nuevo el pasto
que las rosas florezcan
que se llenen de aromas
mis jardines
que las mariposas revoloteen
alrededor y me acaricien.
Que infundan en mi vida.
Nueva vida.

lunes, 2 de noviembre de 2009

A veces

A veces necesito tu abrazo
con desesperación.
Cada una de las células de mi cuerpo
te llama.
No llegas.

Esa soy yo



Mi espíritu se aleja hacia el amanecer,
mientras mi cuerpo se queda en el ocaso
-o viceversa-
Soy dos, ambivalente.
Etérea o corpórea
Alegre o infeliz
Terriblemente fea
-A veces-
Y enigmáticamente bella.
También…
-A veces-
Puedo ser la bruja malvada
O la princesa buena del cuento de hadas.
Puedo poner la cara como de limón,
O dulce y delicada, como pie de manzana.
De corazón blando como nube de algodón
O duro como diamante en la montaña lejana.
Puedo ser brillante, resplandecer como el sol
U oscura, negra como boca de león.
-Ambivalente-
dos…
Esa soy yo.

Abrazos nuevos

Todos los días te doy un abrazo
uno nuevo, uno original.
Seguro a veces pensaras
que es el mismo abrazo de ayer y
de antier, pero no...
Siempre es uno nuevo
brillante, limpito y nace
de adentro del corazón
y se va abriendo como una flor
en la mañana,
y llega a ti con todo y su aroma,
perfume de alhelí hoy,
mañana de pensamientos multicolores
y después de rosas amarillas
o rosadas y así en sucesión de formas
olores y colores.

Aquellas cosas que no me gustan

 Aquellas cosas que no me gustan Aquellas cosas que no me gustan, sencillamente porque soy cansona. Trato de odiar poco, así que esa palabra...