sábado, 30 de abril de 2011

Dolor

Tengo un dolor

hay días en que la vida me duele

el alma se me apachurra

los ojos miran sin ver

y solo escucho;

Me escucho

Tengo un dolor

mi piel se sensibiliza

los recuerdos se ahondan

las palabras golpean

los suspiros ahogan

las manos se tienden

y aun estando no estás.

Tengo un dolor

el corazón se me hace chiquitico

el espíritu estrecho

intenta salir

romper el duro cascarón

y renacer

Nacer de nuevo

Tengo un dolor.

jueves, 28 de abril de 2011

Siempre hay cosas

Hay cosas que me molestan.

He procurado decir algunas

y he guardado en un baúl secreto otras tantas.

Hay cosas que me duelen.

Entonces

he procurado curar mis heridas

Lamiéndolas, rumiándolas.

Hay cosas que me dan alegrías

y sonrío al pensarlas,

al recordarlas,

al revivirlas lentamente en mis recuerdos

y también al contarlas.

Hay cosas que me afectan

y procuro esconderlas,

fingir que no existen, que jamás existieron.

Hay cosas que me causan un dolor profundo

inmisericorde

que de pronto llegan a mis pensamientos

a mis ojos

y se resbalan, se deslizan;

no en lágrimas

sino en recuerdos dolorosos.

Hay cosas...

Siempre hay cosas.

Tú siempre lo recuerdas

¿Recuerdas?

El tiempo que pasamos

juntos

Las locuras que hablamos

y todo lo que nos reímos

juntos

¿Recuerdas?

Que compartimos todo

las lágrimas y el llanto

juntos

Las risas, las locuras

juntos

¿Recuerdas?

que fuimos uno solo

y que solos éramos

dos

siempre

juntos.

Recordándote tanto

El día esta frío, gris. Los árboles dejan caer desde sus hojas bellas gotas de lluvia. No llueve pero hay rezagos de humedad en el ambiente; el pasto verde e inclinado aún por la presión que ejerció el agua al caer tiembla un poco. Tengo frío y me dan ganas de un café caliente, negro. Inmediatamente llega a mi memoria el olor del café recién colado en casa de la abuela María la O. ¡Tan bella!

Los olores nos llevan a otros sitios, nos desplazan casi siempre a lugares donde los recuerdos son cálidos y nos sentimos arrullados, amados… tan queridos…

Escucho a los polluelos en sus nidos exigirles alimento a sus padres y veo a mi abuela -dulce abuela- llegar con un canasto lleno de mangos jugosos, amarillos y tan dulces como ella. Escucho entonces el sonido del río Cauca tan apacible a veces, pero tan peligroso hoy que baja cargado de agua sucia inundándolo todo.

Preparo mi café. No sabe para nada al café del recuerdo pero si trajo a mi memoria a mí dulce y tierna abuela María La O.

martes, 26 de abril de 2011

Solo un momento

Se fueron juntos

se tomaron de la mano

y mirando al frente;

jamás atrás

partieron

No sintieron remordimientos de conciencia

ni derramaron lágrimas.

Su sonrisa empañó el brillo del sol,

las nubes explotaron

y desaparecieron.

Ellos fueron felices un instante

que pareció una eternidad.

La vida los alcanzó luego

pero ese momento

fue suficiente

para una vida.

lunes, 25 de abril de 2011

Catira

Ese vicio tan feo de quererte

a pesar de las risas y de las tristezas

sin importar lo bueno o lo malo

Viviendo de retazos de momentos

de risas compartidas

de lágrimas enjugadas

de dolores metidos en los huesos

en el alma.

Ese vicio tan feo de quererte

de no permitir que termines

en el cuarto de los trebejos

de los chécheres viejos

que por algún motivo rehusamos

tirarlos, olvidarlos.

Ese vicio tan feo de quererte Catira.

(Patita)

Este vicio tan feo de quererte
que nació de risas y tristezas
sigue vivo, presente, y- con certeza-
se hace día con día aún más fuerte.
El cariño que se gana en esta vida
no se lanza al abandono con trebejos
se amalgama y madura, buena amiga,
y acrecienta su valor cual vino viejo.
Este vicio tan feo de quererte
que reclama mi presencia junto a ti
te recuerda que el cariño limpio, fuerte,
no se tira ni se arruma por ahí.
Mis dolores, mis penas –y las tuyas-
compartimos muchas tardes entre bullas,
risas, burlas, chistes malos…
y a la tristeza juntas muchas veces dimos palo
y de allí nació este lindo vicio de quererte
No lo llames feo; ¡no, señora!,
pues tarde o temprano llegará la hora
en que podamos volver a la cháchara de siempre.
Yo :)

(Osiris Bocaney)

domingo, 24 de abril de 2011

Hoy es uno de esos días

Estoy en uno de esos días

de quiero y no quiero.

Uno de esos días

Indescriptibles

Indescifrables

Inexpugnables.

Estoy en uno de esos días

que soy y no soy

que existo

Subsisto

y persisto.

Estoy en uno de esos días

en los que todo pasa

pero nada sucede

Uno de esos días

fríos por fuera y por dentro.

Estoy en uno de esos días

que ni soy ni estoy

Pero… de todas formas;

estoy en uno de esos días.

En cualquier momento se va

Uno llega a una edad en la cual

los hijos, los nietos, la familia

empiezan a cuestionarse…

"En cualquier momento se va"

y entonces Te acompañan

en los cumpleaños,

Te dan regalos y abrazos

Te festejan y te felicitan.

El día del padre o de la madre

no dejan de acompañarte.

La gente te tiene "más" en cuenta.

Pero pasa y sucede

que cualquiera de nosotros

incluidos los niños, los bebés

hombres o mujeres

en cualquier momento nos vamos

¿Porqué No festejarnos

siempre?

amarnos, cuidarnos y obsequiarnos

no sólo con objetos

también con compañía y con abrazos

siempre

festejarnos por todo lo bueno que hagamos

siempre

No solo los viejos se van

Los otros

el resto de mortales

en cualquier momento

nos vamos.

A veces es la ausencia de la muerte

Y otras una ausencia aún peor

Pues es la del abandono

La de las despedidas tristes

Sin retorno aparente.

Ya que los vivos tenemos esa opción

Y en cualquier momento

Nos vamos.

viernes, 22 de abril de 2011

Piénsame

Y entonces recuerda que me amaste

Que fue mío tu primer pensamiento al despertar

y tu sonrisa y el suspiro de antes de dormir

también me pertenecían.

Piénsame

Y entonces recuerda que fue mío tu corazón

y que soñaste futuros compartidos

y construiste poemas con mi nombre

y que tu corazón se llenaba con mi esencia

y mi aroma poblaba todas tus fantasías

y tus mejores recuerdos.

Piénsame

Recuerda entonces que me amaste

que construiste castillos que habitaríamos juntos

que dibujaste en una playa lejana

Tú corazón y adentro nuestros nombres.

Piénsame

Y al pensar en todos esos sueños compartidos

recuerda entonces que me amaste

… y por qué me amaste.

miércoles, 20 de abril de 2011

Amor, amor, amor

La llenó de regalos y ella confundió el poder adquisitivo del hombre con el amor. Pensó erradamente que le daba tantas joyas y ropas porque la amaba y no entendió que lo que aquel hombre tenía era dinero y que con el dinero podía comprar lo que deseara; incluso amor. Ella equivocadamente creyó que la amaba y no pensó que igual que la "amaba" a ella podía amar a tantas otras y que esas tantas otras también podían creer equivocadamente que eran amadas.

Pero él amaba el dinero tanto como amaba el amor pues solo eran; el dinero y el amor un medio para atesorar lo que él más deseaba... muñecas vivas.

sábado, 16 de abril de 2011

María libre de pecado

María cometió su primera gran equivocación al nacer. Ella no lo sabía pero años después fue que se enteró... Ella habría podido nacer en una cuna de blanca pluma, en un hogar con padres acomodados; "pudientes" en una hermosa casa con jardín y hasta un perro o un gato bien bonito habría podido tener por mascota. Pero no; ella nació en la pobreza más grande y entre el frío y la suciedad más espantosa.

María creció en las calles en brazos de una madre drogadicta que conseguía dinero primero para el vicio y si algo quedaba para un mendrugo de pan viejo y seco. Así que sobrevivió de milagro. Aprendió a gatear entre seres viciosos, enfermos y viles y perros famélicos que en algunos momentos no le negaron calor e incluso un mendrugo de la comida que sus amos les arrojaban entre risas y regocijo al ver la niña flaca y ojerosa peleando por un trozo.

Su madre para no verla llorar; pues se desesperaba empezó a darle a oler pegante y en algunas ocasiones uno que otro trago de un licor que quemaba pero daba calor y sueño y por lo tanto se olvidaban las penas. Increíble que una bebé como María pudiera tener penas; pero si... las tenía.

Tendría a lo sumo once años María cuando cometió uno más de sus tantos errores. Se fijó en el señorito bonito que trabajaba en la panadería y el cual si ella se dejaba acariciar un poco le regalaba pasteles y golosinas y claro como era amable y amoroso y olía tan bien –a pan caliente y pasteles de lindos colores- se sentía en la gloria con él. Un día la citó en la noche y ella sin ningún temor se presentó, pero cuál sería su sorpresa al ver que había un ser inmundo esperando por ella. Sintió temor pero el hombre sonrió y le ofreció un dulce y un juguete para vencer su resistencia para luego acariciarla tan fuerte que le causaba dolor… mucho dolor. De todas formas recibió alimentos y hasta ropa y se fue acostumbrando de tal manera a la situación que acudía a la cita sin temor. Podría pensarse que incluso llegó a disfrutar de esos momentos.

Un día se sintió tan mal que acudió a la cita pero para pedir ayuda y al contar lo que sentía fue arrojada con palabras soeces y empellones. No entendía lo que pasaba pero decidió desplazarse hasta un centro médico donde después de hacerla esperar horas le dijeron que estaba embarazada. No sabía qué era eso, no entendía las palabras y menos las caras de las personas que se mostraron preocupadas y deseosas de saber cuántos años tenía - ¡ja!, eso ni ella misma lo sabía-. También deseaban saber quien era el padre de su hijo. Apenas si lograba ver los rostros cuando gruesas lágrimas calientes y saladas corrieron por su cara. No era extraño para ella el llanto pero si la sensación de desaliento y soledad que la embargaba. Por primera vez en su vida notaba que se preocupaban por ella y le prodigaban cuidados, atención y algo que ella no supo comprender pero pensó que sería eso que llamaban amor fraterno.

Pasó el tiempo y su barriga creció y creció y notaba que algo se movía en ella, luego de un cólico terrible pudo ver que de su vientre surgía algo que chillaba y lloraba. Sintió pena… mucha pena pues sabía que el mundo está lleno de ese sentimiento y que la gente no para de sufrir. Al ponerle esa criatura en sus brazos no pudo comprender que sucedía y lo alejaba diciendo que no era suyo que no lo quería. Trataron de explicarle, de hacerle ver que era su hijo, pero ella cerraba los ojos con más fuerza y lo entregaba a quien deseara recibirlo.

De más está decir que en el hospital hasta se alegraron de sacar aquel bebé de las calles ya que María era muy grande y no habría una familia que la deseara adoptar, pero también era muy chica para responsabilizarse de otra vida. Así que muy seguramente ella regresaría a ese mundo oscuro y sucio de las calles y sus gentes oscuras y sucias también.

Su hijo jamás volvió a estar en su mente ni siquiera en sus pesadillas diurnas y nocturnas. Se olvidó de él y regresó a la vida turbia que la esperaba. ¿Su madre? Nunca la había tenido y la persona que fue más amable con ella fue el chico de la panadería, así que regresó a él.

La encontró mayor y más madura y ofreció ayudarle a conseguir un empleo. Nunca había trabajado pero su amigo opinaba que no tenía que hacer nada que ya no supiera hacer.

La llevó con un hombre que tenía un bar de mala muerte el cual le ofreció trabajar como mesera y si deseaba ganarse unos pesos extras también podía atender con más amabilidad a algunos de los clientes. A ella no le pareció difícil ni complicado y decidió empezar a ganarse la vida pensando –soñando- en tener algo propio, un espacio para ella sola en el cual pudiera cerrar los ojos y dormir sin sentir manos que la acosaban. Soñaba despierta viendo un futuro más amable a la vuelta de la esquina.

Empezó a trabajar y desde que lo hizo cometió uno más de los tantos pecados que cometería en su vida. Confió en el hombre de nuevo, este le ofreció dinero para comprar ropa y zapatos y luego para maquillarse y también un sitio para vivir y fue sumando y sumando; nunca restando de tal manera que María le debía tanto dinero que ni trabajando de mesera la vida entera podría pagar, así que tuvo que empezar a atender con más “delicadeza” hombres burdos, sucios, mal trajeados, mal hablados, malolientes, perversos. Hombres que la maltrataban, que la quemaban con cigarrillos, que la obligaban a beber y a sonreír mientras las mismas lágrimas de siempre corrían por su cara.

Esta vez cuando sospecharon que estaba embarazada la llevaron a un centro médico sucio, en una calle sucia, donde un “médico” sucio y una enfermera más sucia aún le arrancaron las entrañas y con ellas a su nuevo hijo. Se alegró incluso pensando que no llegarían más seres indefensos a sufrir en esta vida de mierda y privaciones.

Ya recuperada regresó al “trabajo” y para soportarlo se emborrachó y se drogó y dejó con ello de llorar y de sentir.

Ese fue el peor error que cometió María. Permitir que otros mataran sus sueños y sus ilusiones e incluso sus sentimientos.

María pasó de mano en mano, de error en error; de caída en caída, un traspié tras otro traspié la conducía a uno nuevo. Estuvo varías veces en la cárcel, robo para comer y comió para vivir o sobrevivir pero un día cansada ya se recostó en la puerta de una casa, cerró los ojos sin desear abrirlos nunca más. Sintió frío, hambre, sintió animales que caminaban sobre ella, incluso un perro sucio se acostó a su lado para luego dejarla sola y seguir su propio camino. Ella no abrió los ojos, sintió la lluvia cubriéndola y el sol secándola de nuevo. Ella todo lo sintió pero no deseaba cometer más errores, estaba cansada de cometer errores. Se quedó allí quieta sin respirar casi hasta que de pronto algo cálido la cobijó. Le habló directo al corazón y le dijo. “Cometiste tantas y tantas equivocaciones María que he venido por ti a recogerte”.

Ella sonrío con temor de estar errando de nuevo y exhaló un último suspiro al hacerlo.

Hoy María se cuida pensar, ser y sentir por miedo a equivocarse otra vez.

Me acuerdo (II) El velorio

 El velorio  Me acuerdo cuando  en la casa de la abuela velaron esa niña recién nacida. Me acuerdo que le pusieron mi vestido y zapatos de b...