jueves, 28 de abril de 2011

Recordándote tanto

El día esta frío, gris. Los árboles dejan caer desde sus hojas bellas gotas de lluvia. No llueve pero hay rezagos de humedad en el ambiente; el pasto verde e inclinado aún por la presión que ejerció el agua al caer tiembla un poco. Tengo frío y me dan ganas de un café caliente, negro. Inmediatamente llega a mi memoria el olor del café recién colado en casa de la abuela María la O. ¡Tan bella!

Los olores nos llevan a otros sitios, nos desplazan casi siempre a lugares donde los recuerdos son cálidos y nos sentimos arrullados, amados… tan queridos…

Escucho a los polluelos en sus nidos exigirles alimento a sus padres y veo a mi abuela -dulce abuela- llegar con un canasto lleno de mangos jugosos, amarillos y tan dulces como ella. Escucho entonces el sonido del río Cauca tan apacible a veces, pero tan peligroso hoy que baja cargado de agua sucia inundándolo todo.

Preparo mi café. No sabe para nada al café del recuerdo pero si trajo a mi memoria a mí dulce y tierna abuela María La O.

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