Y me quedé allí,
atrapada en aquella casa.
A pesar de intentar ir hacia la luz
me fue imposible.
Poner un pie afuera de la puerta
causó un dolor tan grande,
tan insoportable.
Que fue imposible hacerlo.
Condena eterna.
Por apegos malsanos,
por insatisfacciones,
por rencores no resueltos.
A pesar de desear hacerlo,
fue imposible.
¿Hoy yo disfruto?
Del horror reflejado en los ojos al sentir mi presencia.
De las manos que aferran al pecho.
De las respiraciones contenidas.
De los gritos ahogados.
Castigada yo;
y tú,
y ellos.
Castigados todos.
Unos por la impasibilidad ante mi dolor,
y otros por causarlo.
Yo;
por soportarlo,
por creerme invencible,
por dármelas de fuerte.
Por estúpida.
Condenada a una eternidad...
Totalmente insufrible.
Patricia Lara P.