El hombre del auto
Todas las mañanas excepto la del domingo lo veo. Sentado frente al volante de un auto a veces, otra limpiándolo, en otras oportunidades con el capó levantando tal vez haciéndole alguna reparación.
Es curiosa esa actitud. Al parecer espera a alguien.
Yo, con mi mente que vuela. De alguna forma le tengo miedo.
La verdad el físico no le ayuda mucho. Cabello largo, grasoso, peinado prolijamente y muy ensortijado. Cara vieja, amarillenta, mirada huidisa y siniestra.
El miedo es por lo que de él, creo.
Imagino que lleva al trabajo a una mujer no muy mayor, bonita, atractiva a sus ojos y a los de los demás. Celoso como es, teme dejarla sola. No quiere que se escape, así que no le pierde pie ni pisada.
Desde donde el espera ve ambas salidas y él parece un perro viejo que al tener la presa entre los dientes no la suelta. Si alguien quiere quitársela aprieta más y más. ¿Y qué creen? La víctima indefectiblemente siempre es y será ella.
Cuántas mujeres están atrapadas en relaciones similares. Cuántas no ven la forma de escapar. Cuántas son esclavas de sus decisiones de antaño.
Ojalá alguien la ayude. Y este perro viejo se duerma un día para que ella pueda escapar para no volver jamás.