lunes, 29 de marzo de 2010

Sombras nada más

Allá a lo lejos;
las sombras se juntan,
se reúnen,
se abrazan,
se acarician.
Aquí cerca;
los cuerpos
se alejan,
se rechazan,
se enfrentan.
¿Y los corazones?
Distantes
y cercanos.

viernes, 26 de marzo de 2010

La gata


La gata se subió al tejado
a observar a la luna;
tan etérea, tan blanca 
y tan inalcanzable.
Con ojos amarillos 
la sedujo, la enamoró
le aulló coqueta,
le juró amor eterno.
Tuvo sed en un rato
y al saciarla en un charco,
vio a la luna reflejarse en él.
La encontró sucia
temblorosa, mojada
y al verla tan terrena
perdió todo su encanto.

jueves, 25 de marzo de 2010

martes, 16 de marzo de 2010

Ganas

Necesito ganas
de tener
ganas.
(Fotografía de Ricardo Gabelo Lara)

El árbol que quería volar


Este árbol había vivido muchos inviernos y veranos. Había echado raíces profundas en la tierra a veces dura por la sequía y a veces blanda por las lluvias intensas.
En sus frondosas ramas habían empollado sus huevecillos innumerable cantidad y variedad de aves, habían lanzado al viento sus primeros trinos y habían aprendido a volar también.
Este árbol inhiesto al cielo había sido feliz. Inmensamente feliz pero soñaba con volar y creía que solo conociendo otros mundos, volando a ellos, lograría serlo completamente. Ver otros paisajes como las aves que apaciblemente contabas historias de viajes, de ciudades, de cielos, de riachuelos diferentes a lo por el conocidos desde ahí nada más.
Pensaba ensimismado lo maravilloso que sería poder sacar sus bellas y fuertes raíces de la tierra y echar a andar, recorrer ciudades y países y dejar de escucharlo para vivirlo a plenitud por sí mismo.
Pensaba y repensaba pero a nadie se atrevía a contarle su sueño. Un día un hombre se sentó a su sombra y miró el bello paisaje que había a sus pies. Y se le ocurrió que construir allí su casa sería la mejor idea posible. Pensó en sus hijos corriendo en ese valle, trepando a esos árboles y jugueteando en el río.
Compró el terreno y sin saberlo a ciencia cierta compró con el, al soñador. Construyó la casa mirando al valle y de espaldas al árbol. Obstruyendo en gran medida la vista que este tenía del mundo. Esto entristeció su corazón de madera pues ahora su sueño era volver a ver por lo menos lo conocido, su paisaje natural y no paredes blancas, con grandes ventanales y cortinas flotando al viento. Casi, casi como alas dispuestas a volar.
Pasó el tiempo y el soñador se volvió gris y su tronco y ramas empezaron a tornarse mustias y las hojas a caerse y nuestro árbol soñador-volador dejó de sonreír y de mirar al cielo y de extender sus ramas.
Un día escuchó en la casa el llanto de un niño, vio la gente entrar y salir; se llenó de curiosidad y decidió reverdecer un poco para mirar más alto y mejor y saber que era lo que allí sucedía.
Pronto una niña de trenzas y mirada perdida en el ocaso se acerco con pasos temblorosos primero, luego más ágiles, y pronto trepaba a sus ramas para ver el mundo desde arriba. Otro día colgaron un columpio y ella se meció en el complacida, después ella le contó sus cuitas, sus secretos, mientras se abrazaba a su tronco rugoso. Cerca de sus raíces guardó sus tesoros más preciados y enterró a sus mejores amigos; el perro y un canario.
Después un joven vino a hablar con ella, la beso en las manos, en la frente. Le dio el primer beso de amor y pronto; muy pronto a su sombra se casaron.
Nuestro árbol soñador por fin entendió que no había que volar muy lejos para vivir una vida plena y feliz.
La había tenido a ella y ahora en sus ramas y trepado en lo alto el hijo de su señorita, su señora mejor. Y con él viviría de nuevo más historias, más vidas, más amor.
Sin alas también se vive pensó nuestro hermoso soñador.

La bella durmiente

…Y transcurrieron cien años, mientras ella placidamente dormía. Al cabo de los cuales llegó un príncipe azul que al conocer la historia decidió convertirse en su amado rompiendo el hechizo.
Pero… al ver a la hermosa anciana dormida, temió despertarla.

domingo, 14 de marzo de 2010

Importante

Muy importante
Es para mi tu abrazo
un abrazo grande
un abrazo…
de cuerpo entero.
Sentir tu piel caliente
el aroma de tu aliento
tus manos quietas
solo abrazando,
tu cuerpo vibrando
al compás del mío.
Importante
para mi es importante
tu abrazo…
tu abrazo de cuerpo entero
de corazón a corazón
de alma con alma
de espíritus encontrados
Y mezclados.
Importante…
Para mí es importante
Tu abrazo,
Tu abrazo de cuerpo entero.

El perdón.

He decidido confesarme desde hace ya unos meses. Pensé que a lo mejor lo que le falta a mi corazón es Dios. Creo en él infinitamente, creo en su bondad, creo en un Dios padre omnipotente, pero... No creo mucho en sus representantes. Igual pensé en hacer un acto de fe y humildad y dirigirme a una iglesia para arrodillarme frente a uno de ellos y pedirle a Dios nuestro señor perdón por mis pecados. Incluidos claro los pecados por omisión.
Paso por la iglesia con alguna frecuencia y veo la puerta del templo abierta pero unas rejas con cadena y candado impiden el acceso. Una vez, otra vez y otra.
Hoy salgo del gimnasio y sudorosa como me encuentro me decido a dirigir mis pasos hacia allá.
Veo como por un milagro las puertas abiertas, las rejas abiertas y sin candados. El acceso me es permitido. Siento un poco de temor y camino hacia adentro. Curiosamente hay un confesionario casi a la entrada y aun cuando la iglesia esta sola hay un padre alto, blanco y muy anciano confesando a una mujer que se arrodilla frente a el y creo que llora. Sus hombros se mueven un poco y se lleva un pañuelo a la cara. El sacerdote pone su mano en la cabeza de la mujer y le habla, parece, siento que la consuela.
Mi frente suda y miro de nuevo, la iglesia sola, el padre confesando a la mujer y el Cristo arriba mirándome con ojos amorosos. El mismo Cristo de la infancia lejana me mira desde lo alto y siento su amor.
La mujer se levanta del confesionario. El padre dirige sus ojos a los míos y con un gesto me invita a arrodillarme frente a el. Veo sus manos blancas de dedos largos. Manos de hombre que nunca hizo un trabajo pesado. De un hombre que nunca fue carpintero por ejemplo.
Me seco el sudor de la frente con una toallita que llevo al gimnasio y me dirijo a el. Me arrodillo y siento un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos.
En otra época fui muy religiosa, incluso pensé en ser monja pero los caminos de la vida o de Dios son insospechados.
Levanto la cara y observo al hombre que tiene una mirada tan límpida como su sonrisa. Pierdo un poco el temor y logro hablar. Acúsome padre que he pecado. El me pregunta cuanto hace que no me confieso y yo haciendo un gesto indefinido digo que mucho tiempo. Que nunca me aleje de Dios (Eso creo) pero que no soy muy practicante.
Voy desgranando mis pecados uno a uno, despacio, lentamente. El me mira amorosamente notando lo humana que soy, las debilidades, las flaquezas de mi espíritu. Me pregunta si algo más; digo que no. Pregunta por mis hijos y mi esposo y me dice que su bendición se extenderá a ellos también.
Inclino la cabeza, le pido a Dios perdón por mis pecados, por todos. Le ruego que sane mi corazón, que entre en mi, y se quede para siempre conmigo. Le pido señales de su bondad y le suplico de nuevo mucha tranquilidad.
Levanto la vista. El padre me observa con esos ojos límpidos, translúcidos. Levantando su mano me da la bendición, acerca sus labios a mi frente y me da un beso. Un beso de padre amoroso a hija pecadora. Un beso de perdón.
Siento no solo el amor de ese hombre que dedico su vida al servicio de los hombres; sino también el amor de Dios.
De nuevo cierro los ojos pierdo la noción del tiempo, del momento. Siento a Dios en mí. No, no es eso. Siento a Dios, lo palpo en mí, es parte de mi esencia.
Al abrir los ojos de nuevo estoy sola. Arrodillada frente al confesionario, las lágrimas surcan mis mejillas y siento el corazón renovado y puro. El padre ya no esta, no se por donde se fue ni qué pasó con él.
No se si el perdón vino de él o de mi propio corazón adolorido pero me siento nueva.

jueves, 11 de marzo de 2010

La dueña de la casa.

Algunas veces se levanta en la noche y camina por la casa. Bata de dormir larga, descalza, el cabello recogido en una moña ya bastante deshecha. No enciende luces para no molestar a nadie.
Sale del cuarto y va al primer piso, ahí esta la sala, la cocina. Abre el refrigerador buscando algo de beber y casi con seguridad tomará leche fría y directamente de la bolsa.
Regresa a su cuarto pensando en esa mujer que fue la anterior dueña de la casa. Que padeció y murió de cáncer. La imagina con los malestares de la quimioterapia, de la radioterapia y los dolores propios de la enfermedad. La imagina caminando en silencio de un lado al otro, evitando despertar a los hijos, al esposo. La imagina sufriendo en soledad ya que la enfermedad aleja a los seres queridos, a los amigos y hasta a la familia más cercana. Es bien sabido que lo que atrae a la gente es la alegría y ella ya hace tiempo no sabe que es eso. La casa se tornó gris, callada y es una copia total de lo que ella es ahora; cruel silencio.
Piensa en su marido cada vez más lejano, sabe que no se va, que no se ha ido aún porque espera que ella se muera pronto.
Piensa en los hijos cansados ya de verle la cara lastimera, el dolor reflejado en surcos por la cara, en ojos llorosos, arrugas prematuras y en canas a granel.
La imagina pensando y sufriendo, deseando que la muerte se acuerde ya de ella, que por fin la abrace para siempre y la lleve a descansar, para quitarse de penas y quitárselas a toda su familia.
Cierra la nevera y regresa a su cuarto, a su cama sintiendo a la doliente pegada a su espalda y tiene miedo. Nadie esta exento de sufrir así. Piensa en augurios.
Se mete en su cama, se cobija. Introduce rápidamente los pies bajo la sábana temiendo se los toque y se va durmiendo lentamente. Olvidando dolores, enfermedades, sufrimientos e incluso corazones rotos.

Todo oscuro

Esta oscuro, todo es soledad, silencio y oscuridad. El mundo se hace cada vez más pequeño, parece que no cabemos todos en él. O por el contrario muy grande y uno se siente perdido o como una mota de polvo en el espacio. Mejor una mota de polvo en este mueble sucio que limpio con alguna frecuencia pero que igual nunca alanzo ver pulcro.
Por qué intentamos entender a otros, meternos en sus cabezas, en sus mentes; cuando apenas si medio logramos entendernos nosotros mismos. Y digo medio pues cambiamos constantemente de pensamientos, de ideas, de emociones.
Lo he dicho ya algunas veces; soy distinta; no diferente a los demás, distinta a mí. No soy la niña, la hija de mi madre, la hermana de mi hermana ni la nieta de mi abuela. Aun cuando de esa pequeñita quedan cosas, vestigios, partes. Quizás miradas y muchos, muchos recuerdos, pero no soy la misma.
Tampoco soy la joven que se abrió al mundo como un capullo en flor y conoció el amor y lo pedió y lo alcanzó de nuevo y siguió tratando de amar y de aprender y de vivir y de soñar.
No soy la mujer que se casó y tuvo hijos; ella también se fue quedando por ahí, en alguno de los tantos recovecos de la vida, de las alegrías y de las tristezas, pues uno de todo aprende. Aprende y cambia.
No soy la mujer que fui ayer a esta misma hora, soy siempre otra. O la misma pero siempre mujer y diferente. Las vivencias nos conducen por caminos distintos y distantes todos los días y cada minuto.
Por eso hoy me siento metida en un hueco negro. Se que pronto brillará el sol de nuevo y sonreiré con todos los dientes, con la piel, con la mirada, con los ojos e incluso con las lágrimas.
Mañana seguro… será otro día; no se si mejor o peor, pero con seguridad será otro día y yo seré también una mujer nueva, diferente.

A mares

La gente confunde la incapacidad de llorar
con tener un carburador por corazón.
Pero aún sin lágrimas siento,
Me duele
Y lloro a mares por dentro.

lunes, 8 de marzo de 2010

Llueve

Y la tierra se regocija
y canta alabanzas.

Vuelo a ti

Voy hacia ti
Mi amor
Vuelo hacia ti
abre tus brazos.
Déjame beberte
integro, entero.
Mírame con pasión
Acúname,
Abrázame.
No te contengas
por favor,
no te detengas.
Liba de mi fuente
la miel
de mi pasión.
Soy tuya;
tu flor
y me abro entera.

sábado, 6 de marzo de 2010

Lo que ví hoy

El puente de los gatos.  En realidad no se como se llama pero es muy bonito
Y una foto de mi hija con uno de los mininos
También un rincón de olvido

Las mujeres que soy

Pienso en todas ellas
las mujeres que en mí habitan.
Jovenes, viejas
niñas, adolescentes
bonitas y feas
con bellezas raras o lejanas
gordas y flacas
blancas, negras, amarillas,
mestizas, cholas;
con ojos claros u obscuros
cabellos lacios, rizados
cortos y largos
Mujeres superficiales
intelectuales, religiosas
mujeres libres, o subyugadas
Mujeres estudiosas
o incultas, liberadas.
Pienso en todas esas mujeres
que en mi viven
que contradicen mis actos
que me critican
que en algunas ocasiones me apoyan
las que piensan que obre bien
o mal
las que definitivamente me condenan
por actos hechos o desechos
por lo que deje de hacer por miedos
por temores
por evitar sentimientos de culpa
que de todas formas me condenan.
Pienso en las mujeres que hay en mi
que amo y en las que odio
por muchos motivos
por varidadas razones.
¿Cúantas mujeres hay en mi?
¿Cuantas mujeres soy?
¿Cuantas?

viernes, 5 de marzo de 2010

No te preocupes

No te preocupes
por mí no te preocupes
estoy sola,
voy sola,
siempre sola,
ya estoy acostumbrada
así que
no te preocupes
por mí no te preocupes
la soledad es y será
mi compañía.
No te preocupes
(Fotografía de Ricardo Gabelo R)

jueves, 4 de marzo de 2010

Mira y piensa

Uno mira al horizonte y piensa
En lo que fue.
En lo que hizo.
En lo que dejó de hacer.
En las personas que amó.
y por supuesto nunca olvidó.
En los que fue dejando atrás.
En los que vinieron con uno.
En los que se adelantaron.
Uno piensa en cosas
que fueron importantes
y en otras que nada significaron.
Uno revive momentos gratos
y con movimientos de cabeza
intenta olvidar los ingratos.
Uno mira al horizonte y piensa
en lo que deseó para su futuro
y toma nota de lo que se cumplió.
Uno mira al horizonte y piensa.
Imagina
Cómo será en unos años
mirar al horizonte y pensar.
Uno mira al horizonte y piensa.
(Pintura de Ricardo Gabelo Lara)

Mi hijo

(Pintura de Ricardo Gabelo Lara)

La fórmula

Fui al médico, últimamente he tenido algunos problemas en la piel y me molesta el escozor o rasquiña.
Lo cierto de la situación es que el doctor; un señor ya de bastante edad y que no veía bien me examinó y llegó a la conclusión que tengo una alergia al sol. ¡Dios mío! Alergia al sol. No soy de broncearme pero me gusta caminar y asolearme un poco, sentir el calor en la piel y llenarme de energía, además pues uso mis escotes y eso no ayuda para nada.
Mejor continúo con la historia... Después de examinarme me dijo: “No te preocupes, es algo sencillo así que te voy a formular unas cositas y bloqueador solar”; Ante lo cual aclaré que prefería que fuera en gel o aerosol pues las cremas “cremosas, aceitosas” me hacen más daño aun pues me dan barritos y eso si que me molesta y no deseo aliviarme de una cosa para enfermarme de otra.
El con paciencia infinita escribía la formula y me decía que si o bien con la cabeza o bien con palabras.
Al cabo de un rato y después de firmar y sellar el papelito me lo alcanzó diciendo: ”Con esto en una semana esta completamente aliviada". ¿Qué creen? He tenido la formula bien guardada entre el bolso. No he comprado aun los medicamentos pero... El médico es maravilloso y la formula milagrosa. En una semana estaba completamente curada. El sarpullido desapareció igual que el escozor y he podido salir a caminar sin ningún problema.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Garrapatero.

Algunas veces
el corazón se hace
pollito de gorrión
otras vuela
y un cóndor altivo semeja.
Normalmente es solo
un garrapatero.
¿Por qué?
Porque es mi ave...
Son los pajaritos que me regaló
mi padre siempre
desde siempre y
para siempre.
Mis garrapateros.
(Fotografía tomada de google)

martes, 2 de marzo de 2010

Palabras

Ven
Acércate
Acaríciame
Acompáñame
Abrázame
Bésame
Tócame
Tómame
Poséeme
Lléname
De acciones
No palabras

Recuerdos

Curioso dirán unos, gracioso otros, pero me paro frente a ella, mi nevera, la miro y mi mente se llena de imágenes. Recuerdo vivamente al mirar el imán de la izquierda la cascada brillante y cristalina. O el de la derecha el mar molesto, encrespado, furioso y luego apacible, azulino. Ese otro me trae a la memoria el viaje de recién casados, me recuerda el amor que sentíamos el uno por el otro y el motivo o motivos por los cuales llegamos al altar. Aquel otro, el de colores vivos un poco chillones, me recuerda los niños aun niños, poco antes de partir del hogar.
El verde más abajo fue el que compré cuando visité a mi madre por última vez; cuando nos dijimos tantas cosas. Cuando por fin entendí que la amaba entrañablemente y que la vida sin ella no sería lo mismo, cuando me repitió una vez más que me había amado siempre.
También tengo el imán que me regaló mi hermana cuando fui a visitarla por el nacimiento de su primogénito, y ese otro abajo; el azul lo conseguí el día que salí a caminar sin punto fijo, pues necesitaba estar sola, encontrarme y reconocerme de nuevo.
Curioso que mi nevera tenga tantos recuerdos; unos buenos y otros no tan buenos. Pero que reflejan la vida misma.
Algunos escriben un diario, otros guardan recortes de periódicos o revistas, algunos más; fotografías o incluso botones. Yo conservo Imanes pegados en la nevera. Ahí cerca para no olvidar nada, para recordar y revivirlo todo mientras preparo la cena para mi esposo o para los hijos que regresan o mientras tomo un café.
Mis nietos algún día escucharan la historia que cada uno de eso imanes tiene para contarles tibiamente acunados en mi regazo.

lunes, 1 de marzo de 2010

Llegará

Algún día llegará
Lo se…
Eso es seguro
llegará suavemente,
tocará levemente,
a mi puerta.
Llamará a mi corazón
sin prisas;
y le abriré.
Ira entrando despacio
y un día
se instalará, se quedará
por siempre y para siempre.

Aquellas cosas que no me gustan

 Aquellas cosas que no me gustan Aquellas cosas que no me gustan, sencillamente porque soy cansona. Trato de odiar poco, así que esa palabra...