Y el hombre aquel enamorado con pasión malsana. La llevó con mentiras y
enredos hasta aquella casa. La hizo entrar a la sala, la fue conduciendo
como si de una galería de arte se tratara. Hablando suavemente, la
envolvía, enseñándole los cuadros los objetos. Ella alcanzó a sentirse un
poco mareada. Ya casi al final del
recorrido, entraron a un pasillo iluminado como si una mañana de primavera
fuera y luego la hizo entrar a una habitación obscura. Le dijo: “Espera",
y salió cerrando la puerta tras él y dejándola sola, en silencio total. Sintió
multitud de pestañas que la acariciaban, con rápido movimiento encendió la luz
y espantada por fin lo comprendió. Multitud de mariposas amarillas
intentaban entrar en su vientre. No podía creer que había sido engañada.
Al cabo de un rato de ardua lucha
infructuosa, el enamorado aquel de la pasión malsana entró en el cuarto y al
ella verlo todo fue amor.