Una rana pretenciosa
ante la lluvia, muy ufana,
se quejaba agriamente
porque estaba ya empapada.
Saltando de rama en rama
dio uno, dos y tres brinquitos;
cansada de deambular
bajo ese gran temporal
se le ocurrió, de repente,
con la hojita de una rosa
cobijar su cuerpecito
y así salir bien parada.
El tallo fue la varilla
de su natural paraguas,
guareciéndose del agua
debajito del envés
y es aquí donde la ves:
cuando la han fotografiado
de una rama hizo una silla
y muy contenta se ha sentado
a orillas de la barranca
y dice, al estirar sus ancas:
¡antes muerta, que sencilla!
B. Osiris B.
ante la lluvia, muy ufana,
se quejaba agriamente
porque estaba ya empapada.
Saltando de rama en rama
dio uno, dos y tres brinquitos;
cansada de deambular
bajo ese gran temporal
se le ocurrió, de repente,
con la hojita de una rosa
cobijar su cuerpecito
y así salir bien parada.
El tallo fue la varilla
de su natural paraguas,
guareciéndose del agua
debajito del envés
y es aquí donde la ves:
cuando la han fotografiado
de una rama hizo una silla
y muy contenta se ha sentado
a orillas de la barranca
y dice, al estirar sus ancas:
¡antes muerta, que sencilla!
B. Osiris B.
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