jueves, 30 de mayo de 2013

Perdón y olvido




Una sola mirada a la cruda realidad, de ver a aquel que amaba metido entre otros brazos, observarlo feliz besando con pasión, fue suficiente y una a una las mariposas amarillas que poblaban su estómago murieron fulminadas.  Ella intentó revivirlas.  Les habló suavemente, les contó sus recuerdos y al hacerlo; derramó muchas lágrimas.  Y las lágrimas que fluyeron fueron tantas que al correr por sus mejillas cauterizaron las heridas abiertas y el dolor fue pasando.  Pensó que era el momento de volver a intentarlo y lo hizo, no se puede decir que no lo hizo; no se puede decir, que ella no lo intentó.  Su corazón perdonó el engaño, olvidó las afrentas, borró de su memoria el recuerdo fatal.  Su estómago en cambio con maligna destreza, ahogaba una a una las dulces mariposas amarillas que intentaban habitar en él.


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