Agua fría... ¡Quién dijo! El agua fría es para las plantas, para que
naden los patos, para beber cuando uno tiene sed o la garganta seca y nada más.
Al principio había mucha agua... ¿de sobra? Uno pensaba que sí,
pero con el correr de los tiempos, de la humanidad; el agua se fue haciendo
escasa.
Mucha gente que ha vivir a las altas montañas y construía su casa al
lado de un hilo de agua que corría por ella, otros se fueron a las selvas y
usaban el agua que quedaba entre los troncos o las hojas y claro solo para
beber había.
Esa época en la que había ducha o bañera y uno se estaba ratos largos
dejando el agua correr o sumergido en ella era un sueño. Muchos se
preguntaban si en realidad había sucedido y ya pocos quedaban de los que lo
habían vivido.
Tenía sed y no había ni una gota de agua para beber, para humedecer
siquiera los labios y sentir su sabor y su frescura. La garganta seca
dolía y el calor era intenso. Antes sudaba con profusión, despertaba
bañada en un sudor frío... ¡Qué daría hoy porque eso sucediera de nuevo!
¿Mamá... mamá qué te sucede? Abro los ojos y mi hija me mira
sorprendida. Le digo, estoy seca... tengo una sed espantosa. Pues
toma agua... va al baño, abre la llave... llena un vaso con agua fría y me la
alcanza.
Agua... hay agua y la puedo beber e incluso me puedo duchar con
ella.
Está fría.
Ay Dios mío... exclamo: “El agua fría
es para las plantas, para que naden los patos, y por supuesto para tomar cuando
tengo mucha sed o la garganta seca.
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