Hace unos años, creo que muchos ya que la niña era aun una bebé salimos por el parque de la ciudad. Caminábamos y mirábamos los puestos de artesanías y de comidas y de flores y globos. Ella viendo un señor que caminaba hacia nosotros empujando una cantidad de varas en la punta de las cuales había un animal que parecía iguana confeccionado con un material similar a la espuma dijo: “Papi regálame una iguana para mi colección" Nosotros nos miramos con un poco de asombro y preguntamos; ¿Cual colección? y ella con una sonrisa enorme en la cara respondió: “Para la colección de iguanas que voy a empezar”.
Fue muy gracioso, nos reímos un rato y por supuesto comenzamos la colección de iguanas. - En realidad nunca se ha comprado otra jamás-
Lo cierto del caso es que ayer fuimos a "juniniar" Ricardo y yo. Igual vimos muchos almacenes de ropa, zapatos y por supuesto las ventas callejeras que no faltan en ningún lugar. Mientras paseábamos entre las gentes y sus productos vi un libro de Gustavo Adolfo Bécquer ahí tirado en el piso, en buen estado por supuesto, la señora al ver que los mirábamos dijo que a 2.000 pesos cualquiera de los libros de ese lugar. Me incliné y tomé en mis manos el libro aquel. Lo acaricié y mi esposo me dijo; ya tienes uno; yo le respondí no, tengo tres y por supuesto son los mismos pero son diferentes en la impresión y editorial y por la persona que hizo que llegara a mis manos, pero las rimas y las leyendas son las mismas que he leído por años y las mismas que seguiré leyendo. Y claro, recordando el suceso aquel con Laura le dije: “Es un libro para mi colección"
Compré el libro, lo rescaté de la calle y feliz con mi compra en una bolsa nos fuimos para la casa. En la noche, al llegar mi hijo le dije; "Compré un libro" -En casa amamos la lectura- Él me respondió: “¿Si, cual? Yo orgullosa lo saqué de la bolsa y se lo enseñé... Me miró asombrado y me dijo: “Ma’, ya tienes tres y este es el cuarto y yo tengo el que me regalo Laura"
Le respondí: “No es el mismo hijo, son diferentes y son para mi colección"