sábado, 24 de agosto de 2019

De odios

 
La gente no puede pasar por encima de uno con total impunidad, sin que uno tenga al menos libertad de odiarla.


Patricia Lara P

Papá

Papá

Salí a pasear con papá.  Nunca lo había hecho, y yo creía que nunca lo haría de nuevo.
Sonreí al pensar que él jamás habría salido conmigo sola.  La sociedad en aquella época habría podido verlo con malos ojos.  O por lo menos eso era lo que él decía que pensaba.
Caminaba yo a veces con prisa, otras muy lentamente mientras lo observaba a mi lado.
Miraba el cielo azul colarse por las ramas de los árboles de infinidad de colores, rojos, verdes, amarillos, café y todo ese colorido intermedio entre ellos.
El pasto verde y húmedo mojaba mis zapatillas rojas.  Las más felices.
No sé si mi estado de ánimo era de felicidad o solo excitación por la compañía de mi padre y lo que pensaba hacer.
Yo, quería deshacerme de él, de su recuerdo.  Así, que en la parte más alta del acantilado, destapé el recipiente que lo contenía y arroje sonriendo muy feliz, sus cenizas al viento.
Adiós papá, adiós recuerdos tristes.  Hola felicidad.

Patricia Lara P

No permitas

No permitas
Que se acabe el día
Sin haber sonreído unas 10 veces
Sin haber comido algo muy rico
Sin haber visto el cielo y el suelo
Sin haber dado un abrazo
Sin haber hecho una buena obra
Sin haber regalado una oración a Dios
Sin haber dado las gracias
Sin haber observado alguna maravilla al menos.
No permitas
Que una tristeza empañe un día bueno
y la falta de fe te desconsuele.

Patricia Lara P

Dedo, crespo y suspiro

Me recordó a mí misma.  En aquella época de mi vida; cuando ese dedo sabía a amor.  Me dormía ensortijando un bucle de mi pelo y succionando un dedo que era como una isla de salvación.
Me estoy volviendo débil, endeble.  Uffff.
Aquí me quedo pensando.

Patricia Lara P

Medellín

Medellín

Hace muchos años, se durmió en la tierra.  Sospechaba eso sí que al reiniciarse el mundo tendría al menos una oportunidad. Pensó que tardaría años y años para por fin lograrlo.  Así que se acomodó lo mejor que pudo en su cuna y se dispuso a tener un sueño placentero.  Las pesadillas que había tenido de calor extremo, y sequía prefirió dejarlas a un lado.
Cualquier día sorprendida sintió que se humedecía y empezaba a estirarse.  Raíces diminutas brotaron y luego un tallo verde y flexible se abrió paso también.  Dos hermosas hojas verdes brillaron como esmeraldas recién pulidas.
La vida la sorprendió.  El ruido de los autos antaño tan peligrosos sonó atenuada por la naturaleza verde que se expandía en medio de las calles.
Había además de tantas plantas repletas de flores, árboles que daban una agradable sombra.  Aves, mariposas, e insectos trabajadores incansables, hacían que la ciudad antaño gris y polvorienta pareciera un paraíso.  Un mundo en el cual podían convivir en armonía todas las especies.
Preguntó dónde estaba y alguien con cantaría voz y una agradable sonrisa dijo: "Estamos en Medellín, la ciudad de una eterna primavera".
Patricia Lara P

Tristeza

Tristeza

Triste es como me siento hoy,
adolorida.
De los días pasados,
temerosa.
De los días futuros,
expectante.
Gotas minúsculas brillan en el abismo insondable de mis ojos.
Suspiros apilados se abrazan.
Miedo.
o no es miedo
quizá es aburrimiento del todo.
Del no saber
No entender
Y lo que es aún peor
No querer.
Tristeza Infinita.

Patricia Lara P

Tango

Tango

Un día cualquiera surgió de debajo de la tierra.  La luz se filtraba por entre las hojas verdes, y colores absurdamente brillantes le encandilaban un poco.  Vio animales minúsculos desplazarse por la tierra, y otros similares pero con alas doradas ir de flor en flor.  Vio nidos con polluelos que piaban afanados mientras sus padres en frenesí los atendían.
Escuchó los pitos de los autos, y la gente transitar presurosa. A pesar del ruido y los afanes no tuvo temor alguno.  Se sintió muy seguro al escuchar que Medellín florecía.

Patricia Lara P

Esmeralda

Esmeralda

El colibrí se posó en la rama de mi hermoso naranjo.  Vio a los lados y encontró un papayo en plena producción, un banano cargando un hermoso racimo y abajo y a los lados las plantas nuevas que mostraban cuidados y oportunidades. Un guayabo cuidado, un granado feliz.  En el balcón al frente plantas florecidas y cargadas de néctar.  Todo ahí era hermoso.  Noto que mariposas y abejas se aproximaban tranquilas.  Pensó ¿Será un oasis? Maravillado vio que cerca muchos árboles frutales sanos y tan verdes se mecían en paz.  Quiso asegurarse un poco más y observó que a pesar de los autos y la gente la fauna y la flora aumentaban.
Se preguntó en seguida si era el paraíso y sí.  Medellín florecía.  No lo dudó un instante empezó a construir su nido en la seguridad absoluta de que su familia estaría sana y salva.
Patricia Lara P

Medellín florece

Florece Medellín

Literalmente.  Hoy como antaño vemos balcones llenos de flores y no sólo eso.  Mariposas, abejas, aves de variadas clases se posan en las ramas de nuestra hermosa ciudad.  Los ciudadanos conocedores de la importancia de ello cuidamos y nos alegramos con tanta magnificencia.

Patricia Lara P

Empresa de telefonía

Hoy por tercera vez fuimos a Movistar para hacer la misma diligencia.  Ya me sentía molesta en realidad, así que iba con ánimo bien belicoso.  No desperdicié entonces la oportunidad para señalar las anteriores empleadas que no supieron solucionar el "problema".  
Salgo de ahí aún exasperada a comprarme una oblea que me encanta.  Veo la señorita que atiende, aún acomodando los productos; así que espero.  En eso se aproxima otra persona y hace su pedido.  Mi respuesta inmediata es decir:  "Perdone señorita, pero yo estaba primero".  Mi acompañante me mira desesperado y cómo con ira.  Cosa extraña en él, que siempre ha exigido sus derechos a veces hasta airadamente.  La vendedora, me mira como diciendo que tengo la razón y me atiende.
Yo en realidad no siento haberme comportado de una manera incorrecta.
¿Ustedes qué habrían hecho?
Patricia Lara P

Nano

Nano

Nano era un ser humano obscuro, contrahecho.  Se desplazaba por la vida con gran dificultad debido a su cadera sumamente dañada y a su pierna más corta.
Lo veía a veces observarnos.  Nunca nos habló, pero sus ojos vivaces brillaban siempre por el rabillo.
Procuraba Nano estar alejado de las gentes.  Imagino yo que siempre fue maltratado y menospreciado por su defecto físico.
Vivía muy pobremente en un espacio minúsculo construido casi debajo de las escaleras de la casa.  En realidad él solo necesitaba un sitio donde arrojar un roído colchón para dormir y descansar su cuerpo tan maltrecho.
Nano se enteró un día que a su benefactora le estaban robando sistemática y constantemente los frutos de su pequeña granja.
Él, se dio a la tarea de investigar.  Agazapado como siempre estaba.  Oculto aun en medio de las gentes que lo ignoraban.  Descubrió al criminal.
No dijo nada, no llamó la atención sobre sí mismo, ni sobre el infractor y una noche hermosa, de luna llena.  Se le aproximó sigilosamente.  Sin mediar palabra lo atacó por la espalda.  Al verlo herido gravemente en el suelo, procedió a exponerle los motivos.  Le dijo que sabía que no se habría arrepentido, que no habría dejado de cometer los robos y que ante eso lo único que le quedaba era la muerte.
Nano vio directamente a los ojos al criminal.  Lo observó hasta que el brillo de los ojos cesó y la respiración difícil terminó. Procedió entonces a hacerle un tajo en el cuello y otro en el abdomen y lo arrojó al río que siempre ha sido depositario de despojos.
Un día cualquiera, como al descuido Nano dijo a su benefactora y amiga.  "Creo que no la van a robar más".
Al principio preguntaron por el ratero.  Luego alguien, quién sabe quién, dijo que seguro alguien lo había descubierto en un robo y lo había invitado a abandonar el barrio.
Ya la gente lo olvidó.  Nadie de él se acuerda.  De Nano tampoco.  Pues era un ser muy simple, casi invisible y no sé si decirlo también.  Un amigo de muy pocas palabras pero de grandes acciones.

Patricia Lara P

Allí

Allí

Debajo de mi piel se esconde
una ninfa cansada
del deseo contenido,
una leona triste, herida,
por un amor perdido,
una amante blasfema,
cófrade de Anacreonte,
¡una estrella fugaz, perdida en el horizonte!

Solapada en esta piel yacen
siglos de suspiros contenidos
secretos inconfesos
besos que duermen, ilesos,
a la espera de un simple estallido,
ilusiones que día a día renacen.

Allí, donde nadie mira,
conviven tristeza, amor,
nostalgia, dolor,
¡alegría e ira!
Allí, donde nadie mira,
quema el hielo
hiela el fuego
moran la muerte y la vida.

B. Osiris B.


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