miércoles, 30 de junio de 2010

Calla

No digas nada y calla
no dejes que fluyan las palabras
no dejes que hablen las miradas
no permitas que los silencios 
se conviertan en sonidos,
en palabras.
Calla
No dejes que los latidos de tu corazón
te delaten,
no permitas que los suspiros
afloren a tus labios, a tu pecho
Calla
No digas nada
 y calla.
(Fotografía de Ceferino Alvacete)

martes, 29 de junio de 2010

Una frase

"La tristeza fortalece, purifica, nos ayuda a crecer espiritualmente, es un estado de ánimo pasajero que nos invita a pensar en nosotros y en los otros que nos rodean"
Carlos Lara

domingo, 27 de junio de 2010

Juangui

Estoy aquí en la iglesia porque te marchaste ayer después de una penosa enfermedad.  El jueves nada menos alcanzamos a verte un instante y de alguna forma a despedirnos.  Parada aquí en la iglesia recuerdo el momento en que te conocí tan vital, alegre, amable y lleno de vida y de deseos.  
Pienso mientras el padre te despide con frases tan amables en tantos momentos compartidos, en tantas sonrisas compartidas, en tantas risas compartidas.  La iglesia está abarrotada, jamás me habría imaginado que tenías tantos amigos y conocidos.  Aun sabiendo la calidad de ser humano que fuiste no me imaginé siquiera una iglesia tan llena.  Las sillas están completamente ocupadas y a los lados de pie hay mucha gente, no hay por donde moverse.  Miro los rostros y en algunos hay lágrimas y en todos caras de pesar.  Te vamos a extrañar es lo que pienso.
De repente en un sitio al frente de la iglesia pero por algún motivo sin gente hay un hombre.  Lo miro y se me hace muy parecido a ti en la época en que te conocí.  No hay nadie a su lado y ora mirando al frente.
Le comento a Ricardo que hay un señor ahí al frente muy parecido a ti, opinamos que puede ser un primo o pariente cercano y continuamos orando y pensando en el vacío que dejas en tu familia, en tus amigos, en tus conocidos, en las personas que de alguna u otra forma tocaste con tu presencia.
Mi mirada regresa al individuo que se parece a ti y en un momento siento que eres tú, que estás ahí orando no por ti; sino por nosotros tus amigos, tu familia.  Siento que fuiste a despedirte de quienes te quisimos y quisiste.
Ya Dios te acogió a su lado querido amigo ya estás descansando en paz.

Feliz día del padre.

El hombre es mas padre aun
cuando se convierte en padre 
de su padre.

jueves, 24 de junio de 2010

martes, 22 de junio de 2010

Cansancio

De repente me sentí tan cansada.  Fue como si en un instante mi espalda empezara a soportar todo el peso del mundo.  Como si el diario vivir se hubiera acumulado y de pronto, en un momento se posara en mi espalda y urgiera por aplastarme.  Nunca había sentido tanto cansancio, pero de un tiempo para acá es lo que siento.  Ni siquiera es desazón, solo un cansancio tan infinito como el universo, tan grande como Dios y tan insoportable como una mala compañía.
No deseaba nada ni siquiera liberarme de él y tampoco tenía alientos para hacerlo y es que seguro vivir agota, cansa, hastía.  Y más seguramente yo ya estaba en esa etapa de la vida en que deseaba descansar de todo.  No volver a tener preocupaciones e incluso no deseaba siquiera más alegrías.
Vivir agota... No entiendo como hay personas que entre más viven más se aferran.  No les importa el cansancio, no les importa el dolor, no les importan las incomodidades propias o de sus familiares; lo único que desean es seguir pegados a la vida aun cuando solo sean como una luz que tiembla ante el mínimo viento. Se hacen escudos, se cubren con todo, se aferran a esperanzas vanas con el deseo insano de permanecer.
Yo no, ya estoy cansada.  Aun tengo cosas por hacer, tengo pendientes pero a quién le importará si las término o no, quién puede venir a acusarme de faltas cuando no hay una sola persona que no haya faltado en algo o en mucho.  Estoy cansada; necesito un respiro.  Necesito tal vez algo por qué luchar pero...  El agotamiento es infinito y no deseo luchar, seguir ni mucho menos buscar motivos.
No es una carta suicida, no es una queja, es solo el cansancio que me domina y me hace expresar lo que siento, porque lo siento y como lo siento; y por tanto; lo siento… siento expresarme así pero más siento lo que siento.  Estoy cansada.  Yo necesito, pero no sé exactamente que más, pero necesito más.  De lo contrario no quiero nada.
¿Será más amor, más cariño, más caricias, más apegos, más acompañamientos?
Veo a la gente morir e irse y me quedo pensando si cumplieron con todo.  Si hicieron todo lo que debían hacer, si se fueron felices por el deber cumplido o si fallaron.  Si fueron amados bien y si supieron amar adecuadamente.  Si cumplieron con sus hijos, con la sociedad, con el universo.
Tampoco entiendo por qué se mueren niños, jóvenes y viejos.  Por qué no  hay edades para marcharse y si los niños entonces tenían menos pendientes que los que murieron viejos.
Yo no entiendo por qué algunos sencillamente se duermen y se mueren y otros sufren y padecen dolores espantosos, tristezas, soledades.  ¿Qué es lo que debemos aprender?  ¿Por qué vivimos y sencillamente de una forma u otra morimos? 
Yo no entiendo y entre más días más vidas y más muertes más me pregunto… más.

domingo, 20 de junio de 2010

Ni digo ni pienso



No digo todo lo que pienso"
ni pienso todo lo que digo"
-Algunas veces decimos lo que 
quieren oír y no lo que en realidad
pensamos-

¿Plenamente feliz?

Acabo de morir.  Como casi todas las personas que mueren; mejor dicho; morimos, yo también vi un túnel largo, largo y allá al final muy al final, final; no va más, vi una luz hermosa y muy resplandeciente.  Yo estaba preparada para ver esa luz y por eso me llevé mis gafas oscuras, las que tienen control UV y todo.  Las legítimas, las originales, las de moda que compré lógicamente de contrabando en uno de los tantos puestos callejeros de la ciudad. Ahí donde atienden un par de muchachos conversadores y sonrientes.  Si, esos mismos.

Bueno, me fui también vestidita de blanco por aquello de que yo creía que me llevarían derechito para el cielo y casi que en cuerpo y alma.  Toda la vida me la pasé tratando de ser buena, de portarme bien, de no hacer daño a nadie, de no desear el prójimo de mi prójima, de respetar a mi padre y mi madre -cosa difícil-  y entre más días más difícil aún.
Bueno ando divagando como siempre; incluso muerta no dejo el vicio.  Lo cierto del caso es que pase por ese tubo largo, largo y llegue a la luz brillante perfectamente preparada y allá; un poco más arriba y doblando primero a la derecha por un pasillo largo y luego a la izquierda, que me encuentro con un escritorio enorme y ahí sentado limándose las uñas un señor un tanto amanerado pero seguro un santo.  
No creo que fuera san Pedro pues él era muy varonil, así que seguro era su reemplazo por vacaciones o licencia por enfermedad o a lo mejor le tocó el turno de ir a ver a Dios y adorarlo un ratico.  -Lo que fuera-  Pero continúo que me estoy demorando ya para contar.  Hasta parezco mi hija y eso es mucho decir, jajajaja.
Bueno el señor de la lima y las uñas y el amaneramiento que me mira directo a los ojos y creo que me traspasa los filtros y la misma retina y llega al fondo de mi alma.  ¡Uy! hasta desnuda me sentí y cómo no estoy acostumbrada a andar por ahí como ligera de ropa el cachete se me coloreo.  Noto de todas formas que el amaneramiento me había salvado de que se fijara un poquito más y viera mis gorditos en la panza y en donde estuviera en un tiempo pasado mi cintura estrecha y... ¿Continuo cierto?
Bueeeno, el señor que me mira y me pregunta de qué me morí, cuando, por qué me tarde tanto en llegar a él, si había robado alguna vez, si había dicho mentiritas, si había engañado a alguien, si había lastimado ser humano o animal, ...  La lista era larga, interminable.  Yo ya estaba cansada pues me había puesto para estar más bonita y elegante los zapatos de tacón alto y puntudos y la faja y ya todo me dolía y empezaba a tener hambre y...
Perdón; que el santo me mira y me dice después de toda esa preguntadera si me había divertido mucho en la vida, si yo había sido plenamente feliz.   A lo que yo respondo con una sonrisa en el rostro que sí.  ¿Y cómo lo hizo? Hmmmmmmm. Pues como lo hace todo el mundo, riendo, cantando, leyendo, soñando, visitando la familia y los amigos, trabajando, amando, etc.
¿Y fuiste feliz?  Yo creo que sí respondí prestamente.  Bueno, así feliz, feliz lo que se dice plenamente feliz noooo, pero es que ¿quién es feliz todo el tiempo?  ¡Pregunta tonta!  En el cielo todos somos felices “todo” el tiempo; respondió el santo amanerado.
Opsssss, pero es que yo vengo de la tierra y la tierra es un infierno según entiendo.
¿Según entiendes?  Preguntó de nuevo el santo amanerado.  Pues sí, eso es lo que dice todo el mundo.  ¿Todo el mundo?  Nooooooo cada vez que abro la boca digo una tontería.  ¿Habré sido así en vida?  Jajajaja.  No sé ni por qué pregunto.
Lo cierto del caso es que el santo aquel se imaginó que yo era una diablilla que deseaba infíltrame en el cielo y no me dejó entrar.
Así que aquí estoy tratando de ver si fui feliz.  Pensando si me quito la faja y mejor me quedo descalza.  El vestidito blanco está de mugre que ya no le cabe más pues me ha tocado sentarme en el andén del túnel y la gente me pasa por el lado y no está tan limpia como estaba yo.
Lo curioso del caso es que la única que regresó y estoy aquí plantada fui yo.  ¿Será que todos los demás fueron felices y llevaron la certeza absoluta de su felicidad y por eso el santo los dejó pasar?
Yo aquí continúo pensando pensamientos de esos que no dejan entrar almas al cielo.  ¿Tú le dirías al santo amanerado o a san Pedro o al santo de turno que fuiste plenamente feliz?

Sin retorno

Va a llegar el momento
en que usted va a querer
Pero ya no me va a encontrar.
Nuestros caminos
se habrán alejado tanto
tanto
que va a ser imposible
retomar el rumbo

Quiero donarlo todo


Quiero donar 
Mis ojos,
mi corazón,
y mis pulmones.
Deseo donar también
mis huesos, mis riñones.
Deseo donar mis manos
y hasta mis pies cansados.
Y  por  supuesto  también;
deseo  donar  mi cerebro,
que no ha oído  requiebro
Deseo donar también
mis alas poco o nada
gastadas.

La lluvia y tú

Deseo que la lluvia me recorra entera,
que limpie mi alma y mi cuerpo.
Que moje intensamente mi cabello.
Que se deslice por mi cuerpo
como lo hacen tus manos
Intensas…
como lo hacen tus ojos
Intensos…
como lo hace tu alma
Intensa…
Deseo que la lluvia limpie mis ventanas
para mirar por ellas;
y poder verte regresar a mí.
Para reconocerte desde lejos
Para abrirte la puerta
de mi casa y mí cuerpo;
Que tu tengas las llaves,
como único dueño y señor.
Deseo que la lluvia no permita
que tú partas jamás.
Deseo que te quedes conmigo
y me hagas feliz.
Deseo que la lluvia y tú
sean uno solo y el mismo siempre

Patética

Tengo ganas 
de echar a andar
huir... de mí.

sábado, 19 de junio de 2010

Escribo

Escribo lo que pasa
 por mí cabeza.
Lo que siento,
presiento,
y percibo.
Escribo para mí.
Para entenderme.
Intento comprender
los motivos,
las causas,
las situaciones varias,
los momentos.
Intento llegar 
en un momento dado
a conocerme.
He aprendido a quererme
y aceptarme.
-así como yo soy-
Pero sería muy lindo 
conocerme.

Suspiro

Suspiro
y te metes en mí
como el aire que entra
en mis pulmones…
Me llenas.
Te recuerdo
y suspiro de nuevo
y me posees…
Íntegra
Cierro los ojos
y te acaricio
y de nuevo suspiro 
y me llenas de ti
y me dejas tu aroma.
Y yo suspiro.

Costumbre

Se me volvió costumbre,
y yo me quedé así 
gran parte de mí vida.
Esperando migajas
conformándome siempre
con menos.
Lo que quisieras dar
para mí estaba bien.
No estaba bien.
Yo merecía más.
Más amor,
más cariño,
más solidaridad,
muchos abrazos
y besos,
más caricias
Yo merecía más.
Me acostumbré desde niña.
Sentí que si eso era lo que tenía
era porque lo merecía.
Y no... Yo merecía más.
Dejé de acostumbrarme.
Cambié gracias a Dios.
Aprendí a amar,
a dar y a recibir.
Hoy no recibo migajas,
No me resigno mas.
Hoy pido y pataleo 
pues yo merezco más
y mucho más.

viernes, 18 de junio de 2010

Dormida

La sorprendió dormida.  Siempre la había deseado pero nunca se había logrado imaginar siquiera que un día la tendría a su alcance, prácticamente en sus manos, frágil, indefensa como estaba ahora.  Había sido una suerte pasar por su casa y encontrar la puerta entreabierta. Había sido una gran suerte que nadie lo hubiera visto entrar sigilosamente y más que nadie en la casa lo hubiera visto o escuchado.  Pero era una mayor fortuna tenerla ahí a unos centímetros de sus dedos, de sus manos y totalmente dormida.
Su cuerpo reclinado en la cama, casi desnudo y cubierto levemente por una sábana blanca, tan blanca como imaginó siempre el alma de la que siempre fuera la mujer amada, la idealizada en todos los momentos y la más deseada.
Desde donde se encontraba no percibía el rítmico latido de su corazón pero en el cuarto un leve aroma, algo como un almizcle flotaba en el ambiente.  No podía dejar de mirarla.  Tan blanca, tan angelical, tan inalcanzable como siempre.  Pero no; ahora estaba equivocado no era inalcanzable, estaba ahí a un paso, de sentirla entre sus brazos, de poseerla completamente, de hacerla suya y ser de esta manera el hombre más feliz del mundo.  Del mundo no, de la galaxia entera.
Temía moverse, temía delatar su presencia con su respiración, agitada y entrecortada, sentía correr el sudor por su cabello y deslizarse incluso por su espalda. Su felicidad era total e intuía que el menor movimiento suyo la pondría sobre aviso, la despertaría y muy seguramente pediría ayuda, gritaría.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde el momento maravilloso que se encontraba en su presencia pero la claridad del alba se filtraba ya por las cortinas del cuarto y apreciaba con mayor facilidad el perfil de su amada.  Ya no temblaba tanto y lograba respirar con mayor facilidad, incluso disfrutaba enormemente lo que lograba observar en la penumbra.  La cara blanca, una pequeña sonrisa dibujada en el rostro, el pecho casi completamente descubierto pero lleno y magnífico como siempre imagino aún a través de sus trajes serios de gran ejecutiva.  Veía también las piernas dobladas y en una posición incluso incómoda, demasiado tal vez.  Hasta ese momento no pensó que a pesar del tiempo no se había movido, no había suspirado entre sueños ni estirado los brazos siquiera.  Incluso lo que inicialmente imaginó como sombras ahora se daba cuenta que no lo eran.  Eran manchas en la cama, también en las paredes y en el piso.
¿Qué extraño? ¿Por qué motivo un cuarto tan inmaculado, en el que dormía un ángel estaría sucio y tan manchado?
Notó que más claridad se filtraba por entre las cortinas, empezó a sentir que la casa cobraba vida.  Toses de personas despertando tal vez, pasos apresurados, llaves de agua que se abrían y cerraban y hasta un aroma a café se filtró por debajo de la puerta.  Pero ella; su amada no se movió siquiera.  Pensó que tenía el sueño pesado y que incluso podría haberse recostado a su lado para que su felicidad fuera total.  Por una noche siquiera, él; pobre mortal habría disfrutado del calor de su amada.
Siguió ahí parado mirándola arrobado, al cabo de un momento asustado percibe que llaman a la puerta, al no obtener respuesta desde afuera, entra en el cuarto la madre.  Se aproxima a la cama y con la mano suavemente mece a su hija llamándola. La empuja un poco más fuerte, y nada, llega hasta la ventana, descorre la cortina, la abre y al entrar el sol a raudales, este; ilumina completamente el cuarto.
La señora en ese momento ve al hombre y grita, chilla.  Pasea su mirada rápidamente por el cuarto y grita más fuerte aún mientras se desliza al piso desmayada.
El hombre continúa parado en el rincón mientras el cuarto se va llenando paulatinamente de personas.  Primero la familia, los amigos, pronto la policía que muy seguramente se preguntará qué hace él allí.
Y él solo atina a pensar en qué momento la mejor noche de su vida se ha convertido en su peor pesadilla.

Mi otra-yo-

Esa mujer que me mira a través del  espejo
es otra; diferente
tan distinta a mí que hasta me asusta
y de alguna manera me censura.
Está llena de vida
de ilusiones.
Si ella desea reír... ríe con ganas
Y si desea cantar... canta
En las noches se marcha.
Sale y se aleja y vive 
y no le teme a nada ... ni a nadie
y se divierte sola o acompañada.
Ella algunas veces solo se sienta y observa
y ahí es cuando, piensa en mí
Me siente sola y se sabe mi única compañía.
Desea alguna vez llevarme con ella,
que por fin vea el mundo
que conozca otras gentes y lugares
que me tome unos tragos;
pocos o muchos eso a ella no le importa.
Solo desea saberme viva,
vibrante y delirante incluso
Ella desea compartir su propia historia conmigo,
tal y como ella comparte la mía
Ella sabe que me intimida un poco
soy tan distinta a ella
¡Tan diferente!

Aquellas cosas que no me gustan

 Aquellas cosas que no me gustan Aquellas cosas que no me gustan, sencillamente porque soy cansona. Trato de odiar poco, así que esa palabra...