martes, 22 de junio de 2010

Cansancio

De repente me sentí tan cansada.  Fue como si en un instante mi espalda empezara a soportar todo el peso del mundo.  Como si el diario vivir se hubiera acumulado y de pronto, en un momento se posara en mi espalda y urgiera por aplastarme.  Nunca había sentido tanto cansancio, pero de un tiempo para acá es lo que siento.  Ni siquiera es desazón, solo un cansancio tan infinito como el universo, tan grande como Dios y tan insoportable como una mala compañía.
No deseaba nada ni siquiera liberarme de él y tampoco tenía alientos para hacerlo y es que seguro vivir agota, cansa, hastía.  Y más seguramente yo ya estaba en esa etapa de la vida en que deseaba descansar de todo.  No volver a tener preocupaciones e incluso no deseaba siquiera más alegrías.
Vivir agota... No entiendo como hay personas que entre más viven más se aferran.  No les importa el cansancio, no les importa el dolor, no les importan las incomodidades propias o de sus familiares; lo único que desean es seguir pegados a la vida aun cuando solo sean como una luz que tiembla ante el mínimo viento. Se hacen escudos, se cubren con todo, se aferran a esperanzas vanas con el deseo insano de permanecer.
Yo no, ya estoy cansada.  Aun tengo cosas por hacer, tengo pendientes pero a quién le importará si las término o no, quién puede venir a acusarme de faltas cuando no hay una sola persona que no haya faltado en algo o en mucho.  Estoy cansada; necesito un respiro.  Necesito tal vez algo por qué luchar pero...  El agotamiento es infinito y no deseo luchar, seguir ni mucho menos buscar motivos.
No es una carta suicida, no es una queja, es solo el cansancio que me domina y me hace expresar lo que siento, porque lo siento y como lo siento; y por tanto; lo siento… siento expresarme así pero más siento lo que siento.  Estoy cansada.  Yo necesito, pero no sé exactamente que más, pero necesito más.  De lo contrario no quiero nada.
¿Será más amor, más cariño, más caricias, más apegos, más acompañamientos?
Veo a la gente morir e irse y me quedo pensando si cumplieron con todo.  Si hicieron todo lo que debían hacer, si se fueron felices por el deber cumplido o si fallaron.  Si fueron amados bien y si supieron amar adecuadamente.  Si cumplieron con sus hijos, con la sociedad, con el universo.
Tampoco entiendo por qué se mueren niños, jóvenes y viejos.  Por qué no  hay edades para marcharse y si los niños entonces tenían menos pendientes que los que murieron viejos.
Yo no entiendo por qué algunos sencillamente se duermen y se mueren y otros sufren y padecen dolores espantosos, tristezas, soledades.  ¿Qué es lo que debemos aprender?  ¿Por qué vivimos y sencillamente de una forma u otra morimos? 
Yo no entiendo y entre más días más vidas y más muertes más me pregunto… más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...