domingo, 27 de junio de 2010

Juangui

Estoy aquí en la iglesia porque te marchaste ayer después de una penosa enfermedad.  El jueves nada menos alcanzamos a verte un instante y de alguna forma a despedirnos.  Parada aquí en la iglesia recuerdo el momento en que te conocí tan vital, alegre, amable y lleno de vida y de deseos.  
Pienso mientras el padre te despide con frases tan amables en tantos momentos compartidos, en tantas sonrisas compartidas, en tantas risas compartidas.  La iglesia está abarrotada, jamás me habría imaginado que tenías tantos amigos y conocidos.  Aun sabiendo la calidad de ser humano que fuiste no me imaginé siquiera una iglesia tan llena.  Las sillas están completamente ocupadas y a los lados de pie hay mucha gente, no hay por donde moverse.  Miro los rostros y en algunos hay lágrimas y en todos caras de pesar.  Te vamos a extrañar es lo que pienso.
De repente en un sitio al frente de la iglesia pero por algún motivo sin gente hay un hombre.  Lo miro y se me hace muy parecido a ti en la época en que te conocí.  No hay nadie a su lado y ora mirando al frente.
Le comento a Ricardo que hay un señor ahí al frente muy parecido a ti, opinamos que puede ser un primo o pariente cercano y continuamos orando y pensando en el vacío que dejas en tu familia, en tus amigos, en tus conocidos, en las personas que de alguna u otra forma tocaste con tu presencia.
Mi mirada regresa al individuo que se parece a ti y en un momento siento que eres tú, que estás ahí orando no por ti; sino por nosotros tus amigos, tu familia.  Siento que fuiste a despedirte de quienes te quisimos y quisiste.
Ya Dios te acogió a su lado querido amigo ya estás descansando en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Veo

  Veo esas paredes de bahareque, blancas. Puerta roja a juego con la única ventana. Veo a María la O con sus ojos brillantes, su sonrisa y s...