Un ratón negro y bonito
con nariz muy pizpireta
y brillantes ojos claros
lleva entre su bolsillito
un blanco diente bonito
que recogió en un barquito
hecho todo de papel.
Dice él chiquillo aquel
que se le cayó a un pirata
que tenía una bravata
y ganas de pelear.
No conozco un brabucón
que usando pata de palo
tenga un diente tan bonito
tenga un diente tan bonito
y todo, todo blanquito,
que ilumine integro el barco
y hasta los alrededores.
Creo yo; pensando mal
que el mal hadado animal
que el mal hadado animal
se lo robó a una niñita
que seguro hace morriña
sin quererse levantar.
Pues no recibió dinero
del ratoncillo de dientes
que al llegar por su tesoro
encontró el rastro solo
encontró el rastro solo
y no sabiendo que hacer
se fue sin dejarle nada
a la que ahora seguro
llora, pide, suplica y grita
que le den su recompensa
que le den su recompensa
pues ella cuidó sus dientes
como si diamantes fueran
para poder obtener
recompensa suficiente
para adquirir otro diente
que relumbre como aquel.
¡Ah! cruel y vil ratoncillo
No sabe que las tristezas
Que ocasiona por doquier
También las puede tener
Pues quien queriendo hace daño
Se condena a recibirlo
Tarde o temprano también.
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