Y solo los suspiros quedaron
adheridos a las cortinas floreadas
de un cuarto indefinido
y una que otra gota de sudor
sobre las sábanas de un indeciso
azul marino
y en el cuerpo de ella
germinó una semilla
y en el de él; naufragó el amor.
Hoy la ve en el parque
acompañando con fervor su hijo
y; no siente nada.
No recuerda los gemidos
propios y ajenos
ni el roce de sus uñas
en la espalda
ni las miradas tibias
y llenas de promesas
Para él... Ella fue el trofeo
de una de sus tantas luchas
Para ella... él fue su destino.
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