Érase una vez un estómago adolorido y hambriento que deambulaba por un cuarto oscuro. Llegaron a sus predios dos hermosos y coquetos mangos de bocado, olorosos, tersos y turgentes. ¡Y colorín, colorado, los mangos se han acabado!
B. Osiris B.
Atardeceres por encargo Un día mis hermanos y yo, dispuestos a reunirnos a pesar de la distancia nos pusimos la cita del amor fraterno. Cad...
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