Había un bruja que si quería
hacía versos libres y locos,
mil pensamientos la mantenían
entre las nubes sin un abrojo.
Amaba el sol y la primavera
siempre feliz en donde estuviera
de animal print andaba vestida
toda preciosa, toda coqueta.
Se transformaba y era graciosa
podía volverse haciendo trajines,
en una gata haciendo mohines
o una ranita gorda y lustrosa.
Una ranita que con su prosa
y sentimientos hechos poema,
hacia barquitos en un laguito
y los botaba con regocijo.
En sus andanzas y correrías,
no se dio cuenta que algo ocurría,
el cierzo invierno la recorría
y lentamente la deprimía.
La deprebruja armó alborotos
creaba lluvias y malestares,
en pescadores y reumatosos
que no querían sus tempestades.
Ahora era anciana y corcovada
y una verruga le decoraba,
era huesuda y algo cegata
y hasta malvada pa’ rematar.
Un gato viejo le acompañaba
malo como ella cual duro pan,
y lo encerraba en la alacena
pues no deseaba oírlo maullar.
Y pidió ayuda desesperada
porque no era mala en verdad,
pidió apapachos y hasta mimitos
a sus amigos de aquel lugar.
Y sus amigos le respondieron
de otros confines hasta su hogar,
mandaron mimos, abrazos, besos
y hasta miradas de bienestar.
En unas letras con colorido
se entrelazaban tiernas caricias,
y entre mensajes con gran sentido,
se iba cubriendo con sus delicias.
Plena de besos y de apapachos,
su alma de nuevo resplandeció
y con cariños y sin embrujos,
en bruja sexy se convirtió.
Yolanda de la Colina Flores
hacía versos libres y locos,
mil pensamientos la mantenían
entre las nubes sin un abrojo.
Amaba el sol y la primavera
siempre feliz en donde estuviera
de animal print andaba vestida
toda preciosa, toda coqueta.
Se transformaba y era graciosa
podía volverse haciendo trajines,
en una gata haciendo mohines
o una ranita gorda y lustrosa.
Una ranita que con su prosa
y sentimientos hechos poema,
hacia barquitos en un laguito
y los botaba con regocijo.
En sus andanzas y correrías,
no se dio cuenta que algo ocurría,
el cierzo invierno la recorría
y lentamente la deprimía.
La deprebruja armó alborotos
creaba lluvias y malestares,
en pescadores y reumatosos
que no querían sus tempestades.
Ahora era anciana y corcovada
y una verruga le decoraba,
era huesuda y algo cegata
y hasta malvada pa’ rematar.
Un gato viejo le acompañaba
malo como ella cual duro pan,
y lo encerraba en la alacena
pues no deseaba oírlo maullar.
Y pidió ayuda desesperada
porque no era mala en verdad,
pidió apapachos y hasta mimitos
a sus amigos de aquel lugar.
Y sus amigos le respondieron
de otros confines hasta su hogar,
mandaron mimos, abrazos, besos
y hasta miradas de bienestar.
En unas letras con colorido
se entrelazaban tiernas caricias,
y entre mensajes con gran sentido,
se iba cubriendo con sus delicias.
Plena de besos y de apapachos,
su alma de nuevo resplandeció
y con cariños y sin embrujos,
en bruja sexy se convirtió.
Yolanda de la Colina Flores
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