martes, 28 de mayo de 2013

Había una bruja


Había un bruja que si quería

hacía versos libres y locos,

mil pensamientos la mantenían

entre las nubes sin un abrojo.

Amaba el sol y la primavera

siempre feliz en donde estuviera

de animal print andaba vestida

toda preciosa, toda coqueta.

Se transformaba y era graciosa

podía volverse haciendo trajines,

en una gata haciendo mohines

o una ranita gorda y lustrosa.

Una ranita que con su prosa

y sentimientos hechos poema,

hacia barquitos en un laguito

y los botaba con regocijo.

En sus andanzas y correrías,

no se dio cuenta que algo ocurría,

el cierzo invierno la recorría

y lentamente la deprimía.

La deprebruja armó alborotos

creaba lluvias y malestares,

en pescadores y reumatosos

que no querían sus tempestades.

Ahora era anciana y corcovada

y una verruga le decoraba,

era huesuda y algo cegata

y hasta malvada pa’ rematar.

Un gato viejo le acompañaba

malo como ella cual duro pan,

y lo encerraba en la alacena

pues no deseaba oírlo maullar.

Y pidió ayuda desesperada

porque no era mala en verdad,

pidió apapachos y hasta mimitos

a sus amigos de aquel lugar.

Y sus amigos le respondieron

de otros confines hasta su hogar,

mandaron mimos, abrazos, besos

y hasta miradas de bienestar.

En unas letras con colorido

se entrelazaban tiernas caricias,

y entre mensajes con gran sentido,

se iba cubriendo con sus delicias.

Plena de besos y de apapachos,

su alma de nuevo resplandeció

y con cariños y sin embrujos,

en bruja sexy se convirtió.

Yolanda de la Colina Flores

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