Lloró hasta secarse
cada gota húmeda de su ser,
hasta ser ceniza viviente
muriendo de dolor.
Allí, seca de amores
e inundada de dolor,
se resumió en la tierra
de sus esperanzas idas,
abonada por la
soledad de un tiempo eternamente
suspendido en recuerdos
confusos de una vida pasada.
Y en la fugaz madrugada
de su ocaso,
a las puertas de un cabello
que comenzaba a encanecer,
floreció ante el
radiante sol de unos ojos
que invitaban a sonreír...
... ¡y sonrió!
Y fue vida renovada,
riachuelo de la
sierra, que en una lluvia de besos, se creció
e irrigó, tierras abajo,
sembradíos y vergeles.
Y fue flor y fruto maduro
de esperanzas renacidas,
de aromas de la serranía,
de un canto hermoso que salió de su alma.
¡Y fue mujer!
cada gota húmeda de su ser,
hasta ser ceniza viviente
muriendo de dolor.
Allí, seca de amores
e inundada de dolor,
se resumió en la tierra
de sus esperanzas idas,
abonada por la
soledad de un tiempo eternamente
suspendido en recuerdos
confusos de una vida pasada.
Y en la fugaz madrugada
de su ocaso,
a las puertas de un cabello
que comenzaba a encanecer,
floreció ante el
radiante sol de unos ojos
que invitaban a sonreír...
... ¡y sonrió!
Y fue vida renovada,
riachuelo de la
sierra, que en una lluvia de besos, se creció
e irrigó, tierras abajo,
sembradíos y vergeles.
Y fue flor y fruto maduro
de esperanzas renacidas,
de aromas de la serranía,
de un canto hermoso que salió de su alma.
¡Y fue mujer!
B. Osiris B.
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