jueves, 11 de marzo de 2010

Todo oscuro

Esta oscuro, todo es soledad, silencio y oscuridad. El mundo se hace cada vez más pequeño, parece que no cabemos todos en él. O por el contrario muy grande y uno se siente perdido o como una mota de polvo en el espacio. Mejor una mota de polvo en este mueble sucio que limpio con alguna frecuencia pero que igual nunca alanzo ver pulcro.
Por qué intentamos entender a otros, meternos en sus cabezas, en sus mentes; cuando apenas si medio logramos entendernos nosotros mismos. Y digo medio pues cambiamos constantemente de pensamientos, de ideas, de emociones.
Lo he dicho ya algunas veces; soy distinta; no diferente a los demás, distinta a mí. No soy la niña, la hija de mi madre, la hermana de mi hermana ni la nieta de mi abuela. Aun cuando de esa pequeñita quedan cosas, vestigios, partes. Quizás miradas y muchos, muchos recuerdos, pero no soy la misma.
Tampoco soy la joven que se abrió al mundo como un capullo en flor y conoció el amor y lo pedió y lo alcanzó de nuevo y siguió tratando de amar y de aprender y de vivir y de soñar.
No soy la mujer que se casó y tuvo hijos; ella también se fue quedando por ahí, en alguno de los tantos recovecos de la vida, de las alegrías y de las tristezas, pues uno de todo aprende. Aprende y cambia.
No soy la mujer que fui ayer a esta misma hora, soy siempre otra. O la misma pero siempre mujer y diferente. Las vivencias nos conducen por caminos distintos y distantes todos los días y cada minuto.
Por eso hoy me siento metida en un hueco negro. Se que pronto brillará el sol de nuevo y sonreiré con todos los dientes, con la piel, con la mirada, con los ojos e incluso con las lágrimas.
Mañana seguro… será otro día; no se si mejor o peor, pero con seguridad será otro día y yo seré también una mujer nueva, diferente.

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