miércoles, 13 de septiembre de 2023

Surrealista

Surrealista

Soñó (pensó) que estaba cubierta de cucarachas. Por alguna razón no las sentía y, aunque recordaba perfectamente la sensación áspero-punzante de esas patas cuya textura da grima, no podía siquiera sentir el hormigueo que tantas de ellas debían estar causando en su ir y venir por dentro y fuera de su cuerpo. No quería (¡no podía!) moverse. Muchas cucarachas (¡demasiadas!) iban y venían por el amplio apartamento en cuya iluminada cocina hallaron a Vanessa a los pies de una escalera improvisada tal vez para alcanzar un frasco de mermelada que, seguramente partido en muchos fragmentos por el impacto de la caída, derramó su rojizo y viscoso contenido, que ahora se mezclaba con la sangre parcialmente coagulada que manó profusamente a través de la herida en su cuello.  

La forense, a pesar de vasta experiencia y del nutrido repertorio de cadáveres vistos a lo largo de los últimos años, no pudo evitar cierta repulsión cuando, al revisar la boca de la occisa, un intenso olor a mermelada de fresa anticipó la salida de una enorme cucaracha que dejó en los labios de Vanessa una pequeña estela sonrosada, como si -en un gesto final de gratitud (¿o irreverencia?)- intentara,  con sus patas, poner un poco de carmín en los labios ya azul grisáceo de la difunta. La cucaracha siguió su camino y, abriéndose paso entre sus compañeras de festín, se metió por una abertura de la blusa, rumbo al seno izquierdo de Vanessa (o más allá).

B. Osiris Bocaney 

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