domingo, 22 de noviembre de 2009

Amor mío

Son apenas las dos de la madrugada, me han despertado un hondo vacío en mi alma y un deseo inmenso de escribirte...
A mí alrededor solo siento un trémulo silencio alimentado por la vaga y fría noche...
Te he soñado, te he soñado de nuevo, mis ojos se nublan de agotadas lágrimas y mi corazón se desborda de una amarga tristeza.
Los rayos de la luna se filtran entre la ventana, reposan en mi pálido rostro y en este lívido papel ya mojado por el vinagre de la soledad.
Entonces... voy desnudando mi mente trayendo borrosos recuerdos de tu amor y el mío en un sueño flagrante de inocencia que la insípida realidad me roba al no dejarme fantasear infinitamente, momentos aun no marchitos de amor puro, fresco y bendecido que desea y que nunca va a alcanzar mi espíritu.
Un deseo infatigable de estar a tu lado me va abrazando llena de pena mi alma y hace inextinguible mi llanto, que en vano derramo intentando con este pagar la pena que Dios me impuso al no dejarme tenerte, te necesito a mi lado, mi alma amante, gitana y poeta clama por tus besos y abrazos, pero ahora me conformo con tus suspiros, suspiros que no son a causa mía, pero que aun así el viento me trae, para acallar la pena que siento.
Con un instante bastaría para sentir el éxtasis supremo de estrecharte en mis brazos y besar tus labios, labios que ni la más fina seda superaría jamás.
Y al recordar aquella noche, la ultima noche en que te vi... tiembla lo profundo de mi ser, pues esa noche estaba lleno de esperanza y hoy... ya no, el dolor la ha remplazado y me siento bajar a lo profundo de los infiernos... inútilmente... pues Tú amada mía habitas lo mas alto de los cielos y manejas desde allí cual diestro titiritero.... mi alma.
Ricardo Gabelo Lara.

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