Y me desperté contenta
a pesar de los pesares
y sonreí muy gustosa
y me llené los pulmones
y mis ojos caramelo
brillaron como brasas encendidas
y mis mejillas tan blancas
con la caricia del viento
dichosas se sonrojaron.
Ante tanta plenitud
no falta quien la destroce
y de un solo manotón
como un mago malvado
hace que todo se evapore.
Patricia Lara P
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