Ahí está. Es el niño que salió de sus entrañas, el niño que vio crecer, pero no tanto como ella quería. El niño que un arrebato de la vida le quitó. Tan pronto, tan rápido que no se enteró siquiera. Hoy lo abrazaba y reía a su lado y luego, en un segundo apenas, lo lloraba en su tumba, le llevaba flores y oraba y maldecía. Llantos y penas.
Esa era la vida de ella y la de tantas otras madres que tan solo abrazaban recuerdos.
Patricia Lara P
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