A veces una persona se aleja de ti, y duele, duele mucho. Al cabo de un tiempo de semi-oscuridad y de dolor te vas acostumbrando a la pérdida. El tiempo, sigue; cura tus heridas, las cicatriza y de pronto el dolor cesa. Y la paz se instala. Hay momentos en que llegan los recuerdos y con ellos las sonrisas. Y por fin te das cuenta de que como dice el refrán... "No hay mal que por bien no venga".
Es maravilloso, recordarlos sin dolor. Es una bendición seguir y ser feliz a pesar de las ausencias definitivas.
Yo, como siempre pensando pensamientos pensantes, en éste caso pensamientos sanadores.
Patricia Lara Pachón.
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