miércoles, 11 de enero de 2023

El

 Él

 _(o cómo destruir un escrito de la Doña con mi locura delirante)_ 

Todo está a oscuras. Ya es de día, pero aún no despunta el alba. El silencio es casi total. El mundo duerme. Escucho una respiración pausada, profunda que me recorre la espalda.
Ya Él vino a exigir su comida. Se paró, como hace tiempo no hacía, frente a mi cara y con su etérea mano acarició mi rostro. Él sabe lo que quiere y cómo lograrlo. Obviamente, lo consiguió. Además, recibió un par de besos en la cabeza y el estremecimiento de mi excitado cuerpo, que ya añoraba su visita. Amé, como siempre, al pequeño halo que me invadía, mientras me hacía ronditas por las piernas. Se llevó su beso también (y una que otra caricia enardecida), junto a su acostumbrada provisión de sangre.
Hay gente que se molesta porque -con su frío espectral y sus ojos vidriosos- llegan madrugados a pedir ser atendidos. Yo no. No es que no me dé trabajo levantarme (¡cada visita me agota sobremanera), es que lo prefiero en mi vida a pesar de las despertadas temprano, del afilar de uñas en mi espalda, de los temblores sobre la cama, del 
aullido suavecito de un lobezno que ansía complacerme a lo grande.
Bueno... Ya lo saben todo. Él es la causa de mi placer y mi agotamiento, de mis noches de excitante dolor, de mi placer y mi cansancio después de cada luna llena . Amo a mi espectro.

B. Osiris Bocaney 

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