Escucho a un gato chillar lastimeramente. Corro al balcón a ver si lo veo. Borges grita desesperado, está el triple de tamaño de lo que es debido a lo erizado que se encuentra.
No me percato del vecino intentarlo calmarlo.
Bajo las escalas corriendo. Abro la puerta y él entre feliz y enojado entra.
Lo abrazo preguntándole porqué estaba en la calle.
Al parecer saltó desde el balcón pero está arrepentido.
Allá está al lado de su platito comiendo para tranquilizarse.
Estos mininos curiosos.
Afortunadamente no pasó nada malo y el ya está en casa de nuevo.
¿Aprendería algo?
Yo.
Patricia Lara Pachón
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