lunes, 27 de octubre de 2014

Basura




Uno guarda unas cosas porque quizá en un momento las necesite. Otras; porque las desea mandar a arreglar o componer.  Unas más porque son recuerdos invaluables.  Otras cosas son absolutamente necesarias y así.  La casa se llena de trebejos varios que a veces ni alcanza uno a limpiar y van acumulando polvo y telarañas.  Eso; en lo físico.  Pero ya hablando de la mente, la cosa es otra.  Uno a veces desea enterrar los recuerdos, olvidarlos por siempre y de pronto retornan a hacer daño unos y otros a alegrar el espíritu.  Uno sonríe como bobo a ratos y se siente feliz.  Otros por el contrario; el decaimiento es tal que lo apachurra a uno.  A veces es la ira que regresa igualita que antaño o hasta más grandecita; como si hubiera sido cuidada con amor y abonada.  ¡Hijuemadre!
No sé por qué me toca, cada tanto relamer los recuerdos.  Esto de agarrar un objeto y dejarlo en una caja o pensar en tirarlo o agarrar un cajón y observar lo que tiene adentro y  confesar el alma.  Hablar con uno mismo y empezar de nuevo o de viejo.  Pues las cosas están ahí; se quedaron guardadas esperando que las retome un día; y nada.
Patricia Lara P.

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