martes, 14 de octubre de 2014

Arrastra





Arrastra las pantuflas.  No es para nada vieja pero se siente vieja.  Se cansó de pronto y fue entonces que la vejez la invadió sin prisa pero también sin pausa.  Antes alegre, locuaz, sonriente y feliz.  De pronto, al instante siguiente.  Vieja.
No la vejez física, sino la que repleta el alama.  La que la va llenando lenta pero paulatinamente y de pronto... ¡pum! Explota;  y luego solo quedan guijarros de algo o trozos mustios, o sencillamente escombros roñosos y viejos, llenos de la pátina del tiempo, deslustrados.
Arrastra unas pantuflas, pero igual pueden ser unos zapatos viejos, una colcha de retazos sucios o los años que sin ser tantos, si son muchos.
Cansancio de vivir, de ser, de estar.  Ganas de despedirse e irse o, ni siquiera eso;  partir y ser de nuevo alguien o nada.  Para efectos legales, no está.  Solo se arrastra.
Patricia Lara P.

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