Estos días me ha estado rondando una
idea en la cabeza y he recordado conversaciones que he tenido con la
Patuca, conmigo misma (que es con quien más converso últimamente) y con
otras personas. De allí -y de una que otra ociosa proyección- surgieron
estas líneas que les comparto:
Tercera Edad
Viajas hacia el horizonte
ávido de vida y paz.
Hoy el crepúsculo se posa sobre tus hombros,
vas de regreso,
navegando en la penumbra de saber sin recordar, y viceversa.
Tú, timonel de una barca con rumbo fijo al puerto de la añoranza,
capeando el temporal de un aguacero de olvidos con ráfagas de recuerdos.
Yo, silencioso grumete, testigo de las crónicas asentadas en tu bitácora.
Larga ha sido la jornada
y aún sonríes
cuando el viento sopla fuerte y tu vendaval arrecia.
¡Valientes!
-me gritas en medio de la tormenta-
¡Hay que ser valientes para soñar y viajar por los mares de la vida!
Y sonríes...
Y me dejo abrazar por tu mirada perdida
en el suave oleaje de presentes afables y pretéritos difusos,
tu mirada que no me ve.
Y saberme fruto de tu andar me ancla a este mundo,
cuyos paisajes hermosos aún dibujas para mí.
Vas de regreso, navegando en la penumbra de saber sin recordar, y viceversa.
Sonríes.
Sonrío.
¡Y me alegra que recuerdes que te amo!
B. Osiris B.
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