Me puse una mascarilla negra en la
nariz. Me la retiré y aún cuando parezca mentira. No me vi al espejo
para de nuevo constatar que no me quedará nada. En realidad yo me miro al
espejo cuando mucho dos veces al día. Lo cierto del caso es que salí y
le pregunté a mi acompañante si tenía la cara limpia. Me dijo que sí y
que nunca me dejaría salir a hacer el oso. Que siempre me avisaría de
cualquier situación. Le dije que no le creía pues sabía a ciencia
cierta que no me miraba. Aún así le creí. De regreso a casa mi hijo me
mira y empieza a quitarme partículas negras del rostro.
Plop.
Yo.
Patricia Lara P.
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