Por el rabillo del ojo veo en el espejo el reflejo de una mujer anciana, greñuda, ojerosa.
Me miró de frente y me detallo un poco más. Suelto el moño de pelo anudado en la coronilla de mi cabeza.
Me miro con crudeza y hasta con un tanto de crueldad.
Soy una mujer que se ama. Así que me detengo de nuevo y me observo mejor.
Toco con suavidad mis pómulos, mi barbilla. Miro mis labios y me sonrío con el cariño de siempre.
Las arrugas que van poblando mis ojos se suavizan.
Me ducho. Lavo con suavidad mis cabellos, dejo que el agua y la espuma que me bañan se lleven la vejez incipiente.
Seco mi cuerpo con suavidad. Paso un cepillo por mis cabellos húmedos.
Me miró con el rabillo del ojo primero y luego desplazo mi cabeza y me miro de frente.
Sonrío.
De nuevo soy quien soy.
Patricia Lara P
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