Rompió a llorar, así; de golpe. Sin pensarlo, sin desearlo, sin intuirlo apenas. Rompió a llorar, sin romper el silencio. Los ojos se anegaron, las lágrimas hicieron surcos por las mejillas. Cayeron a las ropas, al piso.
Era la imagen misma de la tristeza y la desolación.
Al hacerse el día volvió a ser la misma.
Patricia Lara P
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