Así, a simple vista se veía normal. Ya al momento de verla con mayor detenimiento se podía observar la boca torcida en un rictus de quiero eso, debería ser mío, yo lo merezco. Y luego al abrirla, se podía ver una lengua larga, delgada, partida por el medio y tan ágil y rápida como los malos deseos de su poseedora.
Lengua viperina le decían. Y era un calificativo bien merecido y ganado a pulso entre conocidos, vecinos y amigos.
No entendía porque le iba mal en la vida. Pero para tener algo hay que ganarlo. Y la envidia que residía en su corazón le apartaba muchas cosas y personas buenas.
He dicho.
Yo.
Patricia Lara P
No hay comentarios:
Publicar un comentario