Diluvio
Caen a borbotones
en húmeda avanzada
que rocía la ciudad.
Caminan a prisa
los transeúntes rezagados,
las vestiduras empapadas,
la voluntad ardiendo -o no-
y la pausa,
ocio paternal obligado,
compele al pensamiento.
Llueven sin cesar
las ideas que pendian del hilo del tiempo.
Es el diluvio... que se desgrana,
del río de la cavilación,
al largo cauce de la incertidumbre que,
como la fría niebla de esta tarde gris,
es promesa en claroscuro de un nuevo tiempo
(¡quién sabe, si mejor o peor!)
Llueve.
Y, si el temporal amaina afuera,
adentro, en los oscuros rincones
de este páramo que soy, las nubes negras campean... ¡Y llueve!
B. Osiris Bocaney
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