martes, 6 de octubre de 2020

Desde mi tumba

 Desde mi tumba

Pues sí.  Debo decir que por fin me morí, eso fue ayer o por lo menos me lo parece.  Morí como siempre quise.  De repente.  O como lo describí con constancia y como una afirmación, para que la vida o Dios me lo tomara en cuenta,  "Caí como un pollo".  En medio de una calle concurrida. 
Iba sola, así que la gente gritó, se arremolinó.  No faltó el que en serio quiso ayudar, pero tampoco el que agarrando mis manos me quitó la argolla.  Y el otro que tomó mi bolso fingiendo buscar a quien llamar y se robó el celular, el dinero y las tarjetas.  Por fin un policía alejó a las personas y me tomó el pulso, después de eso llamó para que vinieran a hacer el levantamiento de mi cadáver.  Yo miraba sin ver.  Era algo extraño verme ahí en el piso sin reír, sin hablar con extraños, y curiosamente sin pensar en nada ni en nadie.  Las preocupaciones mínimas habían huido ¿Para siempre?.
Por fin llegaron a recoger mi cadáver.  Luego de tomar fotos y huellas, de hacer preguntas aquí y allí, de tomar medidas y de preguntar de nuevo.  Y en vista de que estaba indocumentada, me metieron en una bolsa negra y cerrando la cremallera oí que me etiquetaron como NN, luego me llevaron en un auto que traqueteaba como si se fuera a desbaratar y mi cuerpo fue depositado en una caja obscura.  Esperaban que alguien viniera a reconocerme antes de hacer la disección.  Al parecer por respeto a los deudos.  Quizá también para no gastar recursos en alguien que no le importaba a nadie.
Por fin un día después fui sacada de la caja y la bolsa negra fue abierta. El rostro de Ricardo antes blanco se torno gris y lanzando un casi alarido dijo "es ella". 
Bueno, ahora sí había que averiguar las causas de mi muerte.  Según él yo había estado bien.  Bueno, no bien, bien.  Sino normal. Y había salido a hacer unas diligencias.  Me había demorado, pero al no haber nadie en la casa no se notó mi ausencia.  Ya para la noche empezaron a buscarme.  Primero con los amigos, luego con los conocidos, después con una denuncia ante la policía y luego en medicina legal.
Para cuándo me encontraron ya llevaba un día largo muerta.
Yo jamás había dejado mi cuerpo sólo.  Estuve pendiente de mi con la constancia acostumbrada.
El médico legista por fin dijo que había sido muerte natural.  Así que procedieron a entregar mi cadáver.
Como siempre quise, fui cremada rápidamente. Y mis cenizas depositadas en una caja blanca fueron entregadas a mi familia.
Ahora vamos los cuatro por última vez. Ellos caminan despacio, pensativos.  El mar se ve al frente y allí me meceré por siempre.

Patricia Lara P

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