martes, 16 de julio de 2013

Sin prisas sin apuros




Su corazón no sentía apuros.
Estaba tan tranquilo
como la oveja que pasta en la montaña,
como la fuente clara que se desliza sin prisas
desde la alta cumbre.
Vivía plácida en el limbo
del no me importa, no quiero, no deseo.
Preocupante que una chica ya algo madura
no sintiera las prisas hormonales
No deseara amar y ser amada
y viviera sencillamente sabiéndose hermosa.
Los chicos la miraban
la veían pasar, la saludaban
le dedicaban sus mejores sonrisas
y ella... se dejaba admirar y nada más.
¿Qué tiene de malo ir por la vida de esa forma?
Si cuando se ama el corazón se ensancha
pero siempre llega el dolor
y lo apachurra, lo desgarra
y una y otra vez fatiga tanto
que se desea de nuevo volver a ser
la chica del corazón sin prisas, sin apuros
mirada, admirada y nada más.


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